Belén Viloria

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Belén Viloria


El poder del arte: de un tapiz y un lazo rojo

01/12/2019

El primer caso de sida se diagnosticó en 1981 y nacía una pandemia y un estigma de dimensiones impensables. En el 85 se produjo un punto de inflexión cuando el actor Rock Hudson falleció y hasta seis años después, en el 87 no se comercializó ningún medicamento antirretroviral. Hoy más de 37 millones de personas han fallecido por la enfermedad del sida.
Una enfermedad que durante años se ha asociado a tres fórmulas: Homosexuales, sida, muerte; Drogas, sida, muerte; Prostitución, sida, muerte. Y, como resultado, múltiples y profundas injusticias en las que la dignidad de la persona quedaba literalmente pulverizada.
No sólo los enfermos eran apartados, sino que durante años no se podía enterrar a los que fallecían porque las funerarias no los admitían. Millones de personas vivieron dos tipos de muerte: la muerte física y la muerte social.
Pero de la misma manera y en sentido contrario ocurrió algo extraordinario; la respuesta de millones de afectados, familias y amigos de los fallecidos que ante todo esto se atrevieron a rendir tributo público sin avergonzarse de ellos, haciendo visible de golpe al sida para toda la humanidad. Crearon el ‘AIDS Memorial Quilt’ Un tapiz que es el proyecto de arte comunitario más grande de la historia con los nombres de 94.000 personas fallecidas en más de 48 000 piezas individuales cosidas a mano a lo largo de 80 km. Una obra mantenida además durante estas décadas por ciudadanos voluntarios. Según Annie Lennox, «el coste en vidas humanas de la epidemia y el coste real de no actuar, con este tapiz, quedan fuerte y dramáticamente representados de una forma visualmente fascinante».
En 1991, un grupo de artistas de Nueva York, Visual Arts, con Frank Moore a la cabeza, preocupados por la falta de conciencia global y buscando una visibilidad sencilla y mundial a la enfermedad, crearon como símbolo internacional de solidaridad y humanismo ante esta enfermedad el sencillo símbolo del lazo rojo, simbolizando la sangre y la idea de la pasión, no sólo la rabia, sino también el amor. 
El primero en usar públicamente el lazo fue el actor Jeremy Irons en el 91, en la presentación de la ceremonia de los premios Tony (los Oscar del teatro) y a partir de entonces se convirtió en un símbolo mundial que fueron utilizando poco a poco públicamente cada vez más personalidades, científicos, activistas, médicos y miembros de la sociedad, incluso en 1996 el Programa Mundial Conjunto de las Naciones Unidas sobre VIH/SIDA lo incorporó de manera oficial a su logo y desde entonces casi todos lo llevamos, al menos cada 1 de Diciembre. 
Pero hoy las alarmas se vuelven a disparar, aunque afortunadamente de otra manera. Los avances científicos han hecho posible su tratamiento y que hoy sea considerada incluso una enfermedad crónica, pero a la vez esto ha hecho que se baje la guardia, y que se produzcan numerosos contagios, más de 4.000 al año es España, y en especial entre los más jóvenes, que no tienen referentes directos en este tema y que la mayoría, entre 18 y 24 años, desconocen el significado del «Lazo rojo», y para el 70 % el VIH no está entre sus preocupaciones. Hoy la información y la prevención son más importantes que nunca para lograr generaciones sin sida.
El sida ha sido y es mucho más que una enfermedad. Representa la importancia y el poder de la información, de la prevención, de la investigación, del cambio de mentalidades y de la lucha contra la discriminación y la injusticia social, hasta que entre todos logremos coser la última pieza de la mayor obra de arte comunitaria del mundo.