Belén Viloria

TITULARES DEL FUTURO

Belén Viloria


Emergencia Climática. Rumbo de colisión

09/11/2019

Once mil científicos de 153 países vaticinan “sufrimientos incalculables en las personas por el cambio climático”. Así lo han expresado estos días en la revista BioScience en el 40 aniversario de la primera conferencia mundial sobre el clima en 1979, en Ginebra, dentro de una declaración de verdadera “emergencia climática” ante la que piden transformaciones profundas en nuestra interacción con los ecosistemas. 
Durante estas décadas ya se sabía lo que ocurriría, pero es ahora, cuando verdaderamente se está acelerando y la alerta llega a hacer pensar que la humanidad realmente peligra.
Todo esto en la antesala de la COP25 (Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), que se ha convertido por circunstancias en COP25 Madrid, presidida por Chile, y en la se tratará los siguientes temas: océanos, Antártida, biodiversidad, bosques, adaptación, ciudades, energías renovables, economía circular y electromovilidad. Una COP que viene además con la noticia de este lunes pasado en el que EEUU dio su siguiente paso decisivo para su salida en 2020.
El resultado, es que en estos años se han extinguido más especies que nunca, y aunque la tecnología ha hecho posibles procesos de des-extinción, la realidad es que hemos alterado los ecosistemas de tal manera, que muchas no sobrevivirían finalmente; Los huracanes hoy devastan zonas en las que ya no quedan manglares que eran su defensa y protección; En España, la gota fría tienen también efectos devastadores porque algunos cauces de ríos se han asfaltado; 300 millones de personas en el 2050 se verán amenazadas por la subida del nivel del mar; Aparecen nuevas enfermedades consecuencia del cambio climático; Aumentarán los movimientos migratorios ante las emergencias climáticas; Aumentará la pobreza energética y los más vulnerables, se verán cada vez más afectados y cada día serán más numerosos, y …suma y sigue. Si a todo esto añadimos que las economías están diseñadas para la explotación de recursos, en vez de para gestionar recursos finitos, pues no pinta nada bien.
Son puntos de inflexión irreversibles y por eso los científicos, que hoy, 30 años después ya hablan de colapso climático, proponen aplicar fuertes impuestos al carbono para reducir el uso de combustibles fósiles, estabilizar la población mundial, que actualmente crece en 200,000 personas por día, poner fin a la destrucción de la naturaleza y restaurar bosques y manglares para absorber CO2, comer más verduras y menos carne y reducir el desperdicio de alimentos. Pero ¿Es esto suficiente? y suficiente ¿Para qué?
Para algunos más concisos como Armando Azúa Bustos y Fernando Valladares, que estuvieron hace un mes en TEDxValladolid, es necesario repensar críticamente las grandes medidas que se están llevando a cabo, porque, con algunas, sin darnos cuenta estamos provocando otros desastres futuros como el que se produce al extraer el litio para las baterías eléctricas en el desierto de Atacama, a la vez que se pones en peligro las que pueden ser las reservas genéticas de nuestro planeta en un futuro cada vez más desértico. O como para Fernando necesitamos encontrar conjuntamente y de manera decisiva como humanidad, la verdadera motivación para transformar profundamente nuestra relación con la biosfera y evitar la colisión contra nosotros mismos, proponiendo dotar de protección y personalidad jurídica a la naturaleza y hacer cambios incómodos y profundos, a los que probablemente no estemos dispuestos.
La COP25 será una buena ocasión para España de ser anfitrión con una presidencia y agenda chilena, pero lo que no sé es si llegaremos a tiempo de lograr el necesario antes y después. No sé si lo que está en marcha es suficiente para frenar el cambio climático o si ya deberíamos plantearnos y prepararnos para otra vida radicalmente diferente.