Alfonso González Gaisán

No perder ripio

Alfonso González Gaisán


Dispendios

30/09/2023

La mejor campaña publicitaria que recuerdo es la protagonizada por uno de nuestros más relevantes embajadores, el cocinero José Andrés, bajo el lema 'Somos el país más rico del mundo'. El mejor homenaje posible a la 'marca España' en su unidad y variedad. 
Ahora bien, tendríamos que desmenuzar el día a día para confirmar esa aireada riqueza. Por ejemplo, el teléfono. Bastaría que adaptásemos su uso a los códigos de la buena educación para que no colonice nuestras reuniones y ascienda, incluso, a los andamios o casetas de obra. Añoro el teléfono fijo y la sensación de ser dueño de mi tiempo cuando, al llegar al estudio y ver la lista de llamadas, soy yo quien fija mis prioridades. 
Otro territorio espinoso es el abuso de recursos urbanos como el saneamiento con el agua como epicentro. Nunca hemos valorado como merece su condición como fuente de vida, y mucho menos ahora que las sequías nos ahogan o nos arrinconan las cada día más frecuentes precipitaciones torrenciales. Hacemos convivir de modo irresponsable las carencias en el aprovechamiento del agua de lluvia con los riegos con agua potable. El trazado de infraestructuras, por ejemplo, de distribución de calor mediante calderas centralizadas de biomasa podría llevar aparejadas redes de separación de aguas pluviales destinadas al riego. No solucionaría el estrés hídrico pero sí lo paliaría. En línea con la separación de aguas pluviales y residuales que, a día de hoy, ya se produce en los edificios, hasta el entronque en la red que sigue siendo única. 
Y como guinda del pastel deberíamos aspirar a una disminución en los volúmenes de aguas residuales a depurar. Aunque los niveles de contaminación de las primeras aguas pluviales pueden ser muy importantes, una sencilla red de tanques de tormentas podría permitir el riego de las zonas ajardinadas, con el consiguiente ahorro de este recurso ya tan escaso. 
En tan necesaria tarea cabe implicar, como agente imprescindible, a nuestros agricultores y sus determinaciones acerca de los cultivos a sembrar, por su incidencia en el consumo a reducir. 
En esta imagen del país más rico del mundo, por qué no hablar de los aportes de personal a intervenciones testimoniales como una simple denuncia: aparcamiento en doble fila en calle de doble sentido con dos carriles, uno de ellos interrumpido mi vehículo aparcado frente a unos contenedores no más de diez minutos. Esta grave infracción es atendida por tres vehículos oficiales (seis agentes) de la Policía Municipal. Si aplicamos a tan rauda intervención un simple operación de coste/beneficio, el importe mínimo de la sanción no podría bajar de los… ¿200 euros? Por no hablar de la proporcionalidad exigida entre infracción y penalización. Eso sí, una vez personados ya no hay prisa: bloqueo de ambos carriles y a esperar. Si pusiéramos precio a la intervención lo más barato es la denuncia, y entretanto ¿Quién lo paga? Ustedes, convecinos. Un despropósito. 
No puedo acabar esta crónica sin hablar un poco del trabajo más bonito del mundo, desde sus planes de estudio hasta el ejercicio de la profesión, contaminado por su gestión, cada día más farragosa y aburrida.  
«Ser arquitecto es la labor más hermosa del mundo», dice un vallisoletano de pro, Alberto Campo Baeza, Catedrático de Proyectos en la Escuela de Arquitectura de Madrid, Etsam, profesor durante más de 35 años. Gracias Maestro por conseguir que sigamos enamorados de la arquitectura, tu ejemplo nos seduce. 
Por aquello de mantener este espíritu de ensoñación en la profesión sería bueno recuperar un método de formación de buenos profesionales, aglutinando la experiencia de los veteranos, la sabiduría de los brillantes y el entusiasmo de los jóvenes. Hubo un tiempo, allá a finales de los 80, en que se crearon estos equipos de trabajo con frutos notables como las viviendas de promoción pública del Barrio Belén. 
Ahora a muchos estudios se nos va el tiempo y el esfuerzo, desmedidos ambos, en sobrevivir del concurso. Luchamos por hacernos un hueco en la profesión. Nos topamos con los buenos, que no son siempre los mejores, aunque así lo parezca. La inmensa mayoría de los partidos siguen siendo para el Real Madrid. Aunque repasos como el que sufrió el domingo ante el Atlético mantienen viva la esperanza. Seguimos concursando, somos ricos… de espíritu.