Imelda Rodríguez

Punto cardinal

Imelda Rodríguez

Especialista en Educación, Comunicación Política y Liderazgo


El punto de inflexión

11/11/2023

Castilla y León es tierra de grandes. Hay que decirlo alto. Hay que poner en valor el mérito y el talento que hay aquí, así dejamos en segundo plano las broncas insignificantes que, últimamente, se traen entre manos distintos representantes políticos en las Cortes. Horas y horas dando vueltas a lo mismo para no llegar a ninguna parte. Deberían resolver su mediocridad a puerta cerrada, aunque sea por decoro. ¿Se imaginan lo que pensará de sus riñas cualquier familia trabajadora que lo está pasando realmente mal para pagar el recibo de la luz o para comprar aceite? Que se lo pregunten a instituciones como el Banco de Alimentos, que allí conocen bien la realidad de lo que sucede en el día a día. Allí sí lo saben. Por eso urgen más liderazgos auténticos en la sociedad, porque este tipo de liderazgo ordena las necesidades, responde con atino ante ellas y alienta la tranquilidad social. En esta línea se mueve uno de estos castellanos y leoneses grandes, Luis Mateo Díez, que acaba de ganar el Premio Cervantes 2023, considerado como el Nobel de la Literatura en español. Merece la pena centrarse en las buenas noticias que aterrizan en esta Comunidad para no perder de vista la altura de sus gentes. Esto sí que es marca Castilla y León y debería potenciarse más como identidad de esta región. Aquí han nacido algunos de los grandes intelectuales españoles, siempre dispuestos a arrojar luz en tiempos de discordia. Y eso son palabras mayores.  Este escritor leonés ha mostrado en su obra una preocupación profunda por la dimensión moral del ser humano, defendiendo los valores imperecederos que marcan la dirección correcta, como la lealtad, la honradez o la verdad (las sociedades poderosas solo se construyen sobre estas vigas maestras). En sus palabras encontramos referencias a la apatía de la ciudadanía o a la irresponsabilidad de nuestros políticos. Y lo cierto es que, cualquiera de ellas, son una premonición sobre la que nos está cayendo encima. Nunca el hastío ha pertenecido a tanta gente al mismo tiempo. Un hastío promovido por una incesante sensación de incertidumbre, de inestabilidad y de falta de confianza en una clase política que tiene el deber de entregar certezas a la opinión pública, por encima de todas las cosas. Y está ocurriendo justamente lo contrario.


La firma del acuerdo entre el PSOE y Junts manifiesta su propósito de abrir una nueva etapa y contribuir a resolver el conflicto histórico sobre el futuro político de Cataluña. No es completamente creíble esta declaración de intenciones porque la amnistía no puede pretender resolver un problema creando otro mayor. No se puede cerrar una herida abriendo otra en canal. La amnistía nace de un principio de injusticia y, por más relatos y tácticas comunicativas que se utilicen para aminorar esta realidad objetiva, cae por su propio peso que es una decisión interesada. El liderazgo auténtico no tiende a la búsqueda del mal menor, sino a la consecución del bien mayor. Y esto no ocurre hoy.  España está tocada porque pierde el equilibrio que otorga vivir en espacios comunes de concordia. Es legítimo que un gobierno quiera tender al entendimiento, también lo es que busque la mejor forma de que el país avance, como explican en estos días voces del Partido Socialista para justificar las cesiones a los independentistas. Ahora bien, llegar a ese destino arrasando el principio de igualdad de los españoles es inaceptable. Y un búmeran para quien lo defiende a capa y espada. Al tiempo. Había otros caminos para llegar a este fin de progreso que dicen buscar con un gobierno de coalición y también podían haberse explorado. En eso consiste el liderazgo transformador: en hacer lo imposible para alcanzar el bien común de todos, todo el tiempo. Decía Luis Mateo Díez que, en los tiempos que corren, la bondad está desprestigiada y el bien común en manos de personas inadecuadas, incluso en administraciones políticas poco ejemplares. Los pensadores siempre han alertado sobre el precio de una sociedad conmocionada. Y saben que, en la vida, llega un momento en el que lo que ocurre ya no se puede pasar por alto. Eso es precisamente lo que sucede hoy: que hemos llegado al punto de inflexión definitivo. Fíjense, es como si Luis Mateo Díez lo hubiera escrito pensando en este instante: «En las aguas estancadas siempre hay alguna cosa que un día sale a la superficie; y lo que sale a la superficie está siempre lleno de lodo». Casi nada.