Cuando el maltrato empieza en el móvil

A. G. Mozo
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Las asociaciones de víctimas alertan del incremento de casos entre adolescentes y jóvenes, y el papel que juegan las nuevas tecnologías en el germen de la violencia de género entre menores

Dos adolescentes con su móvil - Foto: D.V.

Elsa (nombre ficticio) tiene quince años y novio desde hace seis meses. Conoce la contraseña que desbloquea su teléfono móvil y la utiliza con asiduidad para revisar las fotos que no ha publicado en sus redes sociales, con quien ha hablado o si estuvo conectada o publicando  «a deshoras». Cuando no están juntos el control, o lo que la menor cree que es amor, se manifiesta a través de decenas de whatsapp con los que visar cada minuto de su vida. El maltrato psicológico ya está e marcha y puede ser cuestión de tiempo que salte a lo gritos, a las amenazas, a los empujones... Es el creciente perfil de las víctimas de una violencia de género que ya no entiende edades.
«Gran parte de los nuevos casos de violencia machista son entre gente joven», confirman desde la principal asociación de ayuda a las víctimas de Valladolid, Adavasymt, donde no tienen duda de que, en este cambio del patrón habitual, «el uso de las nuevas tecnologías está perpetuando y fomentando que surjan unas nuevas formas de violencia»: «Pero no es tanto que las nuevas tecnologías sean malas, sino el mal uso que se hace de ellas, porque se utilizan para acosar, controlar, maltratar... son un caldo de cultivo para esas situaciones de violencia entre gente cada vez más joven», detalla Cristina Alcalde, la coordinadora de la Asociación de Asistencia a Víctimas de Agresiones Sexuales y Malos Tratos.

MENORES CON PROTECCIÓN

En Valladolid, hace tan solo tres años no se registraba ninguna denuncia de violencia de género con menores de edad, pero en 2017 ya fueron seis y en 2018, cuatro. En el conjunto de la Comunidad (no existen estos datos provincializados) habría 21 menores de 18 años con protección por violencia de género. «Pero no siempre se da el paso de denunciar», puntualiza Alcalde. «Cuando las parejas son jóvenes se dan con más rapidez las distintas formas de violencia, propiciadas por las redes sociales y por las dinámicas de relaciones que se establecen a esas edades», explica.
«Una de las primeras señales que, además se da mucho, por lo que la publicidad y las películas nos hacen ver, es la idealización de los celos y del control. Hasta hace poco se consideraba que el hecho de que el marido o el novio te controlase era una señal de afecto y amor, y lo que estamos tratando de hacer ver es que los celos no son amor, sino una señal de control y posesión que pueden dar lugar a otra serie de comportamientos», argumenta la coordinadora de Adavasymt, quien recuerda que «el hecho de que una niña de quince años diga que su novio le hace enseñar las fotos o que le escriba treinta whatsapp a la hora para controlar dónde está, eso son señales muy significativas de que algo no va bien».
Desde Adavasymt recuerdan que ese control no es patrimonio exclusivo de los jóvenes, aunque sí es un patrón que se repite casi en el cien por cien de esos casos, pese a que añaden que «también pasa a otras edades», cuando se produce «una situación de aislamiento y de control por parte del marido, malmetiendo sobre sus amigas o familia para que solo esté con él, con chantajes y manipulación». «Muchas veces, la violencia física se manifiesta mucho más tarde o quizá no llega nunca a producirse y estamos solo ante un patrón de violencia psicológica. Porque este maltrato existe en todos los casos, porque es la violencia base que da lugar a otras, pero está demostrado que la violencia psicológica está presente siempre», argumenta la coordinadora.

PREVENCIÓN

La receta, a su juicio, debe pasar por fomentar una mejora en el campo de la educación para poder actuar antes de que ocurran los malos tratos, puesto que «una de las bases del trabajo contra la violencia machista debe estar en una fase anterior, antes del maltrato, en la prevención y sensibilización», por lo que la coordinadora de Adavasymt abogar por «destinar más recursos a prevenir y sensibilizar en materia de violencia machista, porque, si no, lo que se va a estar haciendo siempre son labores asistenciales de atención, pero sin erradicar el problema». «El cambio debe llegar desde la infancia y para ello hay que trabajar en grupos de menores, de adolescentes y de gente joven, en centros educativos y de enseñanza no reglada».