Una vida dedicada al judo

Manuel Belver
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La vallisoletana Blanca María Ballesteros, campeón de España, árbitro y entrenadora nacional, recibirá este sábado un cálido homenaje en el colegio Maristas La Inmaculada

Blanca María Ballesteros.

Blanca María Ballesteros será este sábado la gran protagonista en la ya clásica entrega de diplomas, medallas y cinturones del Club Deportivo Maristas La Inmaculada. La campeona de España, árbitro y entrenadora nacional recibirá un cálido homenaje de los suyos, de sus amigos, de sus familiares… del judo. Lleva 36 años vinculada a un deporte que quiere, ama y mima diariamente desde aquel día que en el colegio La Anunciata se animó a ver una exhibición y se apuntó con sus amigas a practicarlo.

Ahora, con los ánimos renovados -«no pienso en dejarlo ni nada similar», responde ante las dudas de algunos-, Blanca echa la mirada atrás y se acuerda de sus inicios a finales de los 70 en La Anunciata y luego en el Maristas Centro Cultural, antes de llegar a La Inmaculada. Recuerda sus 15 años compitiendo, su medalla de bronce en un Campeonato de España senior, su título en uno junior y el oro en el Campeonato de 1987 en Madrid: «Derroté a la vasca Carmen Solana». Se queda con todo, aunque no olvida sus apariciones internacionales, con un oro en un Cuadrangular en Marruecos o el Trofeo Hispanoamericano, que se disputó en el polideportivo Pisuerga.

«El judo es una filosofía de vida, es una forma de vida», asegura la ahora entrenadora nacional (fue la número 1 de entre 288 aspirantes), cinturón negro 6º Dan. Y como tal lo ha tomado. Tras dejar de competir fue árbitro y ahora maestro. Junto a Justo Herguedas imparte su sabiduría a unos 60 chavales entre La Anunciata, Maristas Centro Cultural y Maristas La Inmaculada. Y ya tienen varios aspirantes a campeones, con una cadete y dos infantiles que acudirán a sus Campeonatos de España.

No sabe lo que le espera el sábado. Justo Herguedas se guarda más de una sorpresa para ese día. De momento asegura que está muy agradecida, sorprendida y con cierta incertidumbre: «Me gusta el judo, competir, dar clases, enseñar a los chavales. Y en este caso, te das cuenta de que hay gente que te reconoce tu trabajo». Se queda con la amistad que le ha trasmitido un deporte nacido en Japón y al que ha dedicado y seguirá dedicando toda una vida.