Alfonso González Mozo

PLAZA MAYOR

Alfonso González Mozo

Periodista


La indecencia electoral de Bildu

20/05/2023

La marcha atrás de Bildu con el anuncio de la futura renuncia de esos siete etarras que ha colado en sus listas electorales del 28-M no es un desestimiento convencido y abnegado, fruto de la asunción de un error, sino que es una decisión forzada. Obligada por la ola de indignación que amenazaba con empapar al Gobierno de Pedro Sánchez en plena campaña, a menos de dos semanas de acudir a las urnas para elegir alcaldes y presidentes autonómicos; y los votos son sagrados.
El presidente y su equipo reaccionaron con cierto retraso, solo cuando empezaron a notar que esa ola les salpicaba –a golpe de titulares de periódicos, soportando horas de tertulias radiofónicas y abriendo informativos televisivos–, pero sí han conseguido evitar el chaparrón de haber guardado silencio ante la ignominia del partido filoetarra de Arnaldo Otegi.
Porque por mucho que ETA sea historia y que la democracia haya vencido a la banda terrorista hace ya más de una década, nadie puede olvidar lo que hicieron y el terror al que sometieron a este país durante cuarenta años. Sus disparos en la nuca, sus bombas en casas cuartel y centros comerciales, sus secuestros, sus extorsiones... No se puede olvidar a las más de 800 víctimas ni a esas familias que no pueden olvidar, ni a todos los supervivientes traumatizados hasta el fin de sus días por esa barbarie independentista.
No se puede olvidar quiénes eran ETA ni quiénes lo sustentaban en lo económico y en lo moral, señalando a objetivos, ocultando a etarras. Por eso no se puede perdonar a esos neopolíticos que antes fueron terroristas (con o sin delitos de sangre) y permitir que estén en los ayuntamientos de una democracia contra la que disparaban hace no tanto. Por supuesto que debemos estar agradecidos al papel que jugó alguno en la búsqueda de la paz, pero sin alfombras rojas, sin hacer un borrón y cuenta nueva que, parafraseando al presidente del Gobierno, sería indecente. Porque esto de las listas no es más que una rotunda indecencia electoral de Bildu; su inclusión, primero y su (teórica) renuncia, después.
La futura salida de esos siete terroristas se produce a empujones, por obligación electoral. Como ese borracho que no quiere irse a casa y le tienen que echar del bar entre tres o cuatro, y sale tambaleándose mientras vocifera estrafalariamente.