En una campaña donde Sánchez va por los mítines como un tipo al que le sobran los billetes, que baja de un avión y lo mismo se descuelga con una saca de millones para regar la sequía o le regala a los viejos entradas para el cine, lo que me está poniendo negro es lo de los blanqueos.

Hay dos que destacan sobre todos. Uno porque está teñido del rojo de la sangre, que es muy escandalosa, es el de los etarras que han cantado a voz en grito en las listas que ETA es Bildu, que son amigos con derecho a roce y que llevan una legislatura compartiendo el colchón de Sánchez y las sábanas de todo el PSOE, aunque ahora haya algunos que digan que "que asquito, caca, pis y culo".

El otro es el de los okupas que por obra y gracia de la Colau, la Belarra, el Iglesias y un señor que sale en la tele haciendo restas y divisiones en una pizarra resulta que son un fantasma que nos hemos inventado. Que no hay, que no existen, que no asaltan y se apropian de lo que a otros les ha costado lo suyo y que, en cualquier caso, los malos son los propietarios que las han comprado porque son unos capitalistas repulsivos y explotadores a los que está muy justificado que, además de quitarles el piso, les peguen con un palo en la cabeza. Y no se te ocurra intentar entrar en tu propia vivienda porque entonces es a ti a quien se llevan preso.

Yo no sé, y cada vez menos, de si esto cubica en votos ni si tienen razón los analistas y opinadores que si escribes lo que va aquí por delante eres un homoterio al borde de la extinción que, además, mejor que desaparezca, porque eres un bicho muy malo, y que no te quieres adaptar a estos nuevos tiempos de un ser nuevo donde el ser humano puede ser cualquier cosa excepto lo que es y donde todo lo que tú creías es un desperdicio. No sé, ya digo, pero cada vez tengo más el barrunto que un día de estos, no sé si este 28 mismo, se van a pegar contra los alambres y se van a dar un costalazo que los va a dejar baldados.

Por cosas que no vienen al caso, no voy a hablar de mi libro, ando de nuevo pegando muchos tiempos por las tierras y lugares y tratando con gentes que no son ni youtuber, ni influencer ni esas cosas y que ni siquiera son asesores y que son tan raros que trabajan en las cosas de siempre y tienen oficio, aunque beneficio cada vez menos. Y lo que observo es que están hasta las mismísimas narices de que los traten como a gilipollas. Unas gentes tan raras a quienes el blanqueo de asesinos y sinvergüenzas los tiene negros. Como a uno mismo.

PD. La renuncia de los 7 asesinos, lo son y convictos de serlo, es un triunfo del que hay que alegrarse. Si la respuesta a todo el blanqueamiento de ETA fuera tan extenso y contundente como ha sido en esta ocasión, estaríamos en la senda de la recuperación de la verdadera y reciente memoria que se quiere borrar y del restablecimiento de una dignidad que se iba perdiendo a chorros. La de las víctimas y la de todos nosotros.