Rafael Torres

FIRMA SINDICADA

Rafael Torres

Periodista y escritor


Un virus que mata la sensatez

23/05/2024

Por bastante de lo que se lee y se oye, diríase que el presidente del Gobierno español viajó a Buenos Aires, y allí puso a parir a la familia del presidente de la República Argentina. O bien que su mujer, Begoña Gómez, está imputada y en un tris de dar con sus huesos en la cárcel por dirigir una red de tráfico de influencias. O bien que los violentos ataques de Milei a las instituciones españolas, y en suelo español, no son sino una cortina de humo que se ha sacado Sánchez de la chistera para tapar la corrupción. O bien que, en realidad, el conflicto diplomático entre España y Argentina desatado por el clonador de perros y maestro en sexo tántrico no es sino una pelea de bar entre dos gallitos. O bien que todo es un invento de Pedro Sánchez para galvanizar el ánimo de la gente de cara a las elecciones europeas y que vote en masa al PSOE.

Por bastante de lo que se lee y se oye, ha debido entrar subrepticiamente en España un virus raro que hace que al pan se le llame vino, y al vino, pan. Debe ser eso, el subversivo efecto de un virus estrambótico en el organismo de la nación, pues de otro modo no se entendería que personas pacíficas, de bien, justifiquen que la respuesta a un ataque terrorista sea el asesinato de decenas de miles de niños que no perpetraron ataque terrorista ninguno, o que partidos políticos que se dicen progresistas voten contra una ley que busca castigar todas las formas de proxenetismo como primer paso hacia la abolición definitiva de la prostitución.

Vacuna contra ese virus que descabala hasta semejante extremo no sólo la percepción de la realidad, sino el discernimiento entre lo justo y lo injusto, entre lo digno y lo indigno, entre lo bello y lo siniestro, vacuna contra ese virus, digo, no la hay, y uno daría cualquier cosa por creer que de momento, sólo de momento, no la hay, pero que se está trabajando aceleradamente en alguna y que está al caer. Entre tanto, únicamente cabe la esperanza de que, porque se acerca el verano y lo mismo se trata de uno de esos microbios que llevan mal el calor, amaine su virulencia.