Jesús Quijano

UN MINUTO MIO

Jesús Quijano

Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid


Debatir y discutir

15/07/2023

Así lo pensé yo, pero por las opiniones que he percibido o comentado, me parece que es impresión general o, al menos, muy mayoritaria. Me refiero, claro está, al debate que celebraron los dos candidatos principales a la Presidencia del Gobierno en estas próximas elecciones generales del día 23. Es el único debate que ambos van a celebrar entre sí, y les era exigible bastante más de lo que ofrecieron, que, en cierto modo, fue un espectáculo bastante lamentable, embarullado y poco clarificador.
Más allá de quien lo ganara, aspecto que seguramente viene condicionado en la opinión de cada uno por la previa preferencia, de si uno mintió mucho y otro interrumpió más, de quien se mostrara más seguro o más nervioso, la impresión final es que lo que vimos no fue un debate, si entendemos por debate un intercambio, todo lo vehemente que se quiera, de ideas y propuestas, que el espectador pueda identificar como tales. Lo que vimos fue una discusión, no un debate. Y, más bien, eso que se llama una discusión acalorada, como la que pueden mantener dos personas que ni se escuchan, ni se responden ordenadamente, simplemente se interrumpen, incluso con creciente impertinencia y agresividad verbal. También habría que decir algo de los moderadores y del formato de debate que aplicaron, supongo que convenidamente, teniendo en cuenta que, por su experiencia profesional, podían perfectamente prever como se iba a desenvolver el episodio si dejaban al libre albedrío la distribución de los tiempos y los turnos de intervenciones en cada bloque de temas.
Lo cierto es que cualquier espectador que con la mejor intención pretendiera obtener información clara y fidedigna, directamente de los dos candidatos que es más que probable que sean los únicos que pueden alcanzar la Presidencia del Gobierno, debió verse frustrado a este respecto. Y algo peor, no creo que obtuviera una impresión edificante de su comportamiento en tal evento. Se entiende perfectamente el ímpetu tenaz que requiere una confrontación electoral como ésta a la que asistimos. Pero eso no puede ser argumento para defraudar de tal manera a los ciudadanos, más allá de que haya muchos que sean partidarios de uno u otro con tal actitud que solo les importe quien lo ganó y no la propia calidad del debate como instrumento democrático.

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