Ana Belén Santos

Mejor Templado

Ana Belén Santos


Conversaciones de ascensor

28/10/2023

Siempre hemos bromeado con las conversaciones de ascensor, charlar sobre el tiempo es la preferida. Preguntas y respuestas siempre banales, sin importancia, pero que sí dan a entender la buena educación de la gente, o la mala si eso falta. El caso es que lo que allí se habla te hace salir de ese espacio con buena o mala sensación dependiendo del trato.
Es la historia y la reflexión que hoy quiero hacer porque en mi trayectoria vital se marca ahora el regreso a ese pequeño cuadradito que te sube a tu casa y que se convierte en un encuentro con buena gente que te conoce desde niña y que te pregunta con preocupación por tus cosas y al revés, tú te interesas de verdad por las suyas.


Esta idea me surgió cuando me encontré con ella, mi vecina del segundo, siempre con una sonrisa y siempre haciendo las preguntas más amables, pero no sólo ella, también están las demás, mi vecina de enfrente, la de abajo, la de la izquierda y la de la derecha. Y todo ese raudal de empatía en estos tiempos que corren, se agradece muchísimo. Hay un porcentaje muy alto de gente que vive sola, y muchos de ellos no lo han elegido, son las circunstancias, y los vecinos son aquí de una ayuda inestimable.
Tengo que decir que a la vuelta al edificio de mi infancia me he encontrado con las madres de siempre, parece que el tiempo no ha pasado por ellas, siguen yendo a la compra, a hacer sus quehaceres, algunas trabajan más allá de su hogar, todas son una joya, madres que parece que lo son de todo el vecindario porque saben cuál es la preocupación en cada casa. Siempre con una sonrisa cuando además sabes que ellas también sufren el paso del tiempo, alguna ha enviudado, otras cuidan de su pareja cuando no lo hacen de sus nietos.


Imagino que al leer este texto pensaréis que hoy en día hay muchos tipos de vecinos, tantos como tipos de personas, pero el lugar del que os hablo sigue intacto más de veinte años después, aunque ahora hay nietos en lugar de hijos, hay enfermedades donde antes había salud, pero sigue habiendo sonrisa y afecto y son ellas las que más veces te ofrecen esta generosidad sin límites.
Son ellas, mis vecinas, unas heroínas, son ellas las que hacen un mundo mejor con su fuerza, con sus valores, con su educación. Son ellas las que mantienen el edificio en alto, son ellas las que cargan con las bolsas de la compra, son ellas las que recogen a sus nietos del colegio, las que llaman a sus hijos que ya viven lejos, las que cuidan... y sí, también existen ellos, también hay abuelos con sus nietos de la mano, también hay quien sale a dar un paseo para visitar a su hijo y también ellos entran en el portal cargados con la compra diaria, pero tengo que decir que la mayoría de las veces son ellas las que están, las que se ocupan, las que ya lo hacían hace veinte años, las que han criado a varios hijos, las que te preguntaban qué querías estudiar, las que te siguieron en tu carrera, las que oyeron las riñas en casa cuando hacías algo mal, las que disfrutaban cuando tú también te convertiste en mamá, las que te daban consejos de crianza, las que se preocupaban cuando sabían que había un problema de salud serio, las que se alegraban cuando llegaba algún éxito laboral, cuando llegaba el primer trabajo, ellas, siempre ellas, mis heroínas, las fuertes, las grandes, las valientes.


Es justo aplaudirlas, hay un refrán que dice 'es de bien nacido ser agradecido' y creo firmemente que hay que cumplirlo. A los niños desde bien pequeñitos hay que enseñarles el valor de dar las gracias y el de pedir las cosas 'por favor', enseñar que hay que sujetar la puerta para que pase el que va junto a ti, sonreír y ayudar porque es también necesario agradecer y alabar lo que está bien. No sólo hay que decir lo que está mal, es muy importante saber lanzar un adjetivo positivo a tiempo, de hecho, es algo que todos sabemos hacer, aunque a algunos se les olvide, para esto hay otro refrán u otro slogan, como quieran llamarlo, y es 'se recrimina en privado y se alaba en público', lo contrario es maltratar y dejar en evidencia a quien no lo merece.


Es verdad que todo esto ya no está muy de moda, pero en serio creo que es sólo una corriente de unos pocos que hacen mucho ruido, los que no han tenido la suerte de tener como referentes a seres humanos íntegros. Yo sólo sé que en este pequeño puntito del cosmos, en este pequeño edificio de Valladolid, en ese pequeño cuadrado llamado ascensor, cada día se produce la magia, la que en un segundo crea la buena gente, la que te hace sonreír y pensar que este mundo, tan roto ahora, merece la pena aunque sólo sea para vivir pequeños momentos de cariño como los que te dan ellas, las madres.

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