Nos estamos acostumbrando a la retransmisión en directo de guerras, atentados o de situaciones de emergencia. A diario vemos en televisión dramas humanos, que suceden a miles de kilómetros, pero pasado el impacto inicial, que suele durar unos segundos, seguimos mayoritariamente con nuestra rutina. Se espectacularizan las tragedias. La sobreinformación banaliza la realidad e incluso nos permite darnos el lujo de prescindir  puntualmente de ella para vivir más tranquilos.
Una situación que para muchos cambia radicalmente cuando la vivencia se localiza en nuestro entorno. Las reacciones son entonces de lo más diversas, pero muchas están alejadas de la más mínima empatía. Esto es lo que ha  pasado esta semana en Valladolid con el traslado de más de 200 inmigrantes, que llegaron en patera a Canarias, a Medina del Campo. Se está normalizando que estos movimientos migratorios generen en la población sensación de miedo y de inseguridad, olvidando el drama individual de cada una de estas personas, que se ven obligadas dejar su país por problemáticas que muchos de nosotros no alcanzamos ni a imaginar. 
El problema de la inmigración ilegal, que está creciendo por los conflictos armados y las hambrunas, requiere de la gestión de las administraciones pública. Pero también de un ejercicio de sensatez y filtrado de los bulos que se multiplican en las redes sociales y dificultan la ya difícil tarea de integración de los que consiguen regularizarse. Algunos de estos fake se basan en la teoría conspiranóica de 'el gran reemplazo',  difundida por el pensador francés Renaud Camus en un libro publicado en 2011. El francés plantea que los habitantes del primer mundo seremos aplastados por el crecimiento de la población inmigrante, sobre todo musulmanes, africanos o latinoamericanos. Y aventura que será en el espacio de una sola generación. Es esta una forma de abordar el reto de las migraciones masivas basada en el catastrofismo, pero que no plantea soluciones realistas y efectivas. 
No se trata de abogar por políticas de puertas abiertas, pero los movimientos poblacionales son una problemática a escala global, que los expertos vaticinan que irán en aumento y que generarán cada vez más tensiones en los países receptores. Actuar incentivando el miedo y no la razón, no ayudará a frenar los problemas.