Alfonso González Mozo

PLAZA MAYOR

Alfonso González Mozo

Periodista


Un digno final para La Molinera

22/04/2023

El epílogo de La Molinera, con la icónica imagen de la Policía echando la puerta abajo y devolviendo al histórico edificio a la legalidad, es uno de esos extraños ejemplos de algo bien hecho. Todos los actores han estado a la altura del momento: el juez que dictó la orden sin prisa ni alharaca para su ejecución; el dispositivo de seguridad que eligió tan bien la hora de la intervención como el número de agentes necesario; los nuevos propietarios que se mostraron muy diligentes para blindar los accesos y apostar ipso facto por la seguridad privada como la mejor medida disuasoria para evitar nuevos sustos; y, qué coño, hasta los okupas creo que han estado a la altura.
Sí, el final ha sido muy digno por todas las partes, incluido ese colectivo okupa que supo irse con la cabeza alta, sin armar mucho más jaleo que el de aquellos dos activistas a los que hubo que bajar del tejado (bomberos mediante). Unas declaraciones a los medios horas después del desalojo, la discretísima manifestación del día de autos por la tarde... y a otra cosa. 
Hay quien puede pensar que lo mismo ya estaban cansados de tener que sostener este centro social que, en realidad, la ciudad no necesitaba, por mucho que se les llenase la boca con el mantra. Valladolid cuenta con la estructura suficiente para dar cabida a todos los eventos que se han venido celebrando en La Molinera durante estos cinco años.
Lo que sí hay que reconocerles es que su okupación sirvió para salvar el abandonado hotel de cinco estrellas cuando empezaba a ser pasto del vandalismo. Un papel que debió arrogarse alguna que otra administración con el fin de conservar el patrimonio industrial que hay allí dentro.
El gran problema de La Molinera ha sido la impunidad con la que han estado ejerciendo su okupación, que no ha sido puesta en duda en ningún momento por las autoridades y se ha asumido con una normalidad impropia. Y hemos visto cómo se instalaban hasta placas fotovoltaicas como si de un edificio público se tratase o cómo se utilizaba la fachada para colgar pancartas con todo tipo de soflamas sin que nadie diera orden a la Policía Local de aplicar la ordenanza que sí se aplicaría a cualquier vecino al que le diera por usar su balcón como soporte de cualquier ideología política.