Los malos vicios son contagiosos. Y una buena muestra es que lo de no asumir responsabilidades por los errores de gestión no solo se estila en política. Tras más de un lustro en Valladolid, aunque solo sea puntualmente, Ronaldo se ha marcado un buen regate, al estilo de su etapa de jugador, y ha tratado de meter un gol a todos para difuminar la decepción del fracaso por el descenso del Real Valladolid. Bien es verdad que estas salidas de tono no sorprenderán a nadie porque ya se sabe que el fútbol es así, tal como repiten machaconamente sus protagonistas. Pero lo del presidente de esta sociedad anónima merece una reflexión porque es el reflejo del populismo más básico y  una muestra del desprecio por la legalidad y los procedimientos administrativos.
Cuando critica que el Ayuntamiento de Valladolid no ha hecho nada en estos años por el club o se queja de la tardanza en los trámites para la autorización del proyecto de la nueva ciudad deportiva, se olvida de que están en juego dinero y patrimonio público, de los impuestos de algunos de esos socios a los que también despreció esta semana. Las subvenciones, las cesiones de suelo para este proyecto e incluso el trato 'especial' que ha recibido el club no debe difuminar que habla en nombre de una empresa privada, aunque su negocio sea la ilusión de miles de seguidores y, por supuesto, tenga réditos positivos en la economía local. Pero tampoco hay que olvidar que existen muchos proyectos empresariales que no reciben ese apoyo que él demanda o no tienen ese altavoz mediático para presionar a las instituciones públicas.
Lo peor es que esta práctica del brasileño no es nueva, aunque esto sirva para demostrar que sus palabras han sido fruto de un mal momento. Ya echó un pulso al Ayuntamiento al año de llegar, criticando la falta de agilidad en la tramitación municipal cuando ni siquiera había presentado el proyecto en el registro, aunque sí a la prensa, para su aprobación. Durante este tiempo se han reproducido estos vicios y ese intento de utilización de lo público en su beneficio, envuelto en la bandera blanquivioleta. Y lo que sí se exige a los responsables políticos, a este alcalde saliente y al que tomará posesión el 17 de junio, es que velen por los intereses generales. La reforma del estadio se puede incluir entre ellos, pero si el beneficio es para Valladolid.