Vinos y pinchos, una forma de hacer barrio

D. Núñez
-

Las casetas de los bares y restaurantes de la ciudad son un escaparate para ofrecer lo mejor de la cocina de cada uno. Es la opinión de Óscar Garrote, dueño de Vinotinto, que lleva 20 años ya participando en la Feria de Día

Vinos y pinchos, una forma de hacer barrio - Foto: Jonathan Tajes

Han pasado 20 años desde que Óscar Garrote, junto a otros hosteleros de la ciudad, se animaran a participar en la primera Feria de Día. Unos barriles en la calle y un gran tablero fue la primera 'barra' de Vinotinto en la calle durante las fiestas. En aquel momento no se llegó a imaginar la locura que sería esta oferta gastronómica para la ciudad y lo que acabaría siendo: parte indispensable de las fiestas por la Virgen de San Lorenzo. 

Unos años más tarde la Feria de Día se masificaba y muchos bares y restaurantes, sin importar la zona en la que estuvieran, ponían casetas en la calle. No todas las propuestas funcionaron bien. La caseta no es una panacea. Algunos establecimientos de hostelería estaban en barrios más apartados y era complejo que formaran parte de esta actividad con igual éxito. Y es que Garrote entiende la Feria de Día como "una forma de hacer barrio y no bar". Lo importante es que la gente se anime a visitar la zona, conozca los bares y restaurantes y tenga ganas de volver. 

Para el dueño de Vinotinto esta feria es una carta de presentación. Una actividad de publicidad para que en los meses siguientes los clientes se acuerden de lo rico que estaba el arroz a la zamorana o los torreznos y vuelvan. Cree que la Feria de Día es el escaparate para mostrar la mejor versión de cada establecimiento y que el recuerdo que se lleven los pucelanos tras visitar su caseta o restaurante sea el haber disfrutado mucho. 

Pero no nos vamos a engañar. Las fiestas son días de mucho trabajo para este establecimiento y para los otros 80 restantes que forman parte de la Feria de Día. Vinotinto está en la zona de Campanas. Además, este año se ha recuperado para la Feria de Día la instalación de casetas en la plaza de Santa Cruz y también habrá algunas casetas más que otros años cerraron en la calle María de Molina o en el Paseo Zorrilla. 

Garrote remarca que, en un sector como la hostelería, cuanto mejor le va a tu competencia, mejor te va a ir a ti. Y es que insiste en que la Feria de Día consiste en hacer que las zonas de bares atraigan al público. Cuanto mejor sea la oferta, mayor será el público que acudirá a ese lugar. De ahí su frase de "hacer barrio y no bar". 

Los días de trabajo duro e intenso comienzan el viernes 1 tras el pregón, aunque oficialmente las casetas no se inauguren hasta el sábado. Mejor dicho, la preparación de todo lo necesario para los días de fiesta se notan desde hace días en los establecimientos de hostelería. Hay que coger provisiones. 

Y en relación a la comida, el pincho de feria de este año no podrá superar los son 3,5 euros, pero no es un precio fijo y los hosteleros podrán poner ese coste o bajar el precio para sus tapas. El dueño de Vinotinto cree que está bien esta cifra. Opina que el coste de los pinchos es módico y debe ser así. La idea es que se adapte también el producto que se ofrece al público. Subraya que no tiene sentido poner de pinchos gambones en Valladolid porque el precio para el establecimiento de este producto será alto y ahí no salen las cuentas. 

Apuesta por tirar de nuestros productos, como los embutidos, los torreznos, la carne… Es que las cuentas salen si se usan alimentos de la tierra y de calidad. Pero al margen de esto, el planteamiento de Vinotinto no es hacer el agosto en las fiestas. Subraya que su restaurante lo que busca es buena publicidad, que la gente se lleve una buena imagen de su establecimiento y luego regresen las siguientes semanas. Si los pucelanos se lo pasan bien, van a volver. «Los negocios hay que verlos a lo largo del año. No te sirve de nada el pico que puede suponer las fiestas». Este hostelero afirma que «no  arrea el bolsillo», sino que ofrecen un buen ambiente, buenos vinos y comida para que la gente disfrute. 

Garrote asegura que la caseta de Vinotinto es un poco atípica, en el sentido de que la gente va allí tras unos vinos y pinchos en otros establecimientos con el objetivo de comer. Aquí siempre tienen una olla con un guiso muy rico y diferente cada día, así que es una manera «estupenda» de comer en la calle.

Recuerda las fiestas del pasado año y la música de las charangas se le cansan ya al tercer día. Pero asegura que es de los que se meten en el ajo. Queda con amigos y se suma a la fiesta para poder resistir los 10 días de feria. Garrote espera volver a esas fiestas de los primeros años. Desea que sean unos días de diversión, pero también que sea una feria tranquila para todos, que sea un lugar de encuentro y que todos lo pasen bien.