El Fundación Aliados no fue capaz de competir ante Amiab Albacete en el cruce de la Copa del Rey. No fue por falta de herramientas, sino por falta de actitud, ya que la escasa o nula confianza en sus opciones hizo mella desde el primer minuto y, tras acumular cuatro ataques fallidos, dio el control absoluto del encuentro al cuadro albaceteño, que apenas se despeinó para arrollar al conjunto vallisoletano, demostrando así su neta superioridad, y refrendando su candidatura a hacerse con todos los títulos en juego.

La crónica de este encuentro podría resumirse en dos párrafos, puesto que solo hubo un equipo en la cancha. El Fundación Aliados bajó los brazos a las primeras de cambio y, a pesar de los tiempos muertos solicitados por el técnico, José Antonio de Castro, y las rotaciones, la débil defensa morada dio alas a los artilleros del conjunto manchego y, así, se llegó al final del primer cuarto con un parcial de 31-14, es decir, 17 puntos de renta, que se ampliaron hasta los treinta, al descanso (59-29).

Poco o nada se podía hacer ante el rodillo en el que se convirtió el Amiab, muy seguro en todas las facetas del juego, y con un porcentaje de acierto del 73%, al que contribuyó la nula defensa desplegada por los vallisoletanos. De esta manera, los de Abraham Carrión siguieron aumentando las diferencias, con otro parcial de 30-13 en el tercer cuarto.

Se pudo haber ahorrado el último período, una vez ya se habían puesto todas las cartas sobre la mesa, con un conjunto albaceteño a otro nivel, con ganas, intensidad, acierto, seguridad, que aprovechaba la calidad de jugadores com Pratt, Manning y Filipski, junto a Zarzuela, frente a un equipo vallisoletano que no supo presentar batalla y que no pudo encontrar revulsivos para frenar a un potente Amiab. El Fundación Aliados ha dicho, así, adiós, a una temporada en la que resulta meritoria la cuarta plaza liguera, pero que termina con la sensación de que se pudo hacer más, y haber sido más ambicioso, de haber creído más en su capacidad.