En el restaurante pizzería Ubi de la Vega (o Ubi Vega, como le conoce mucha gente) no hay cocina como tal. Hay horno. De leña de encina. Y en él se realizan todos los platos. Sus papas, su queso provolone, su morcilla, su chorizo, sus alitas de pollo, sus costillas, sus brochetas, sus pinchos morunos, su chuletón e, incluso, sus pastas. Y, por supuesto, el principal reclamo, sus pizzas. Artesanales y castellanas. «Lo hacemos todo en él», reafirma su dueño, Carlos González. ¿También las pastas? «También, desde la cocción hasta el remate final. Tardan más tiempo en cocerse que en un fuego convencional pero las hacemos ahí también», responde antes de ponerse manos a la obra.
El establecimiento acaba de cumplir 20 años. Abrió sus puertas en la avenida de José Luis Lasa, 71, enArroyo de la Encomienda, el 1 de julio de 2003. Aunque su historia arrancó antes, cuando la madre de Carlos, Mercedes, junto a otro socio conocieron al pizzero italiano Franco Morisi. Abrieron el Ubi Bene, en el barrio de Parquesol, en 1996, con Morisi al frente del horno. Y allí comenzó el propio Carlos, primero fregando los platos y luego conociendo el oficio.
«Nos vinimos a vivir a esta zona de Arroyo y vimos el local, independiente, con terraza, un parque cerca... y nos decidimos por venir. Nos llamaron locos porque, por entonces, Arroyo solo tenía 1.780 vecinos. Pero al año, y ante el éxito, traspasamos el de Parquesol y nos quedamos solo con éste», recuerda González. Fue el primer negocio de restauración de la zona, con una decoración de aire castellano y ese horno presidiendo nada más entrar.
Pizza Ubi Especial. - Foto: Jonathan TajesDesde sus comienzos en 2003 mantuvieron la misma oferta que tenían en el otro local, con unas pocas pizzas al horno de leña y unas ensaladas. Aunque, poco a poco, han ido innovando y adaptando la carta a los nuevos tiempos: «Hemos evolucionado de la pizza italiana a la castellana».
Ahora cuentan con una carta con medio centenar de pizzas con, como dice Carlos, el cien por cien de los productos españoles y el noventa castellanos: «Buscamos diferenciarnos de los demás. Había más pizzerías con horno de leña, pero queríamos que fuesen diferentes y que pudiesen gustar a todas las edades». Así, su oferta va desde la clásica de siempre, la Ubi Especial, con jamón serrano, chorizo, jamón york, bacon, champiñones, mozzarella, tomate y orégano; a la Tierra de Pinares, ganadora del premio al mejor pincho caliente en el Concurso Provincial de este año. Es una pizza de masa negra con níscalos, jamón ibérico, queso trufado, piñones, espárrago triguero y ralladura de piña verde: «Era la primera vez que nos presentamos y surgió de un grupo de amigos que nos solemos juntar y a los que doy a probar algunas creaciones. Me dijeron de concursar y pensamos en lo que sabemos hacer, pizzas; y con productos de Valladolid».
Pero en su carta también hay pizzas de guisos, como de callos o de carrillera, una de las más vendidas. A su lado, las ensaladas, sus famosas papas o carnes al horno.
El precio medio ronda los 14,95 euros las medianas y los 22,95 las grandes. Y otra de sus innovaciones son las masas. Tienen cuatro: la clásica, la sin gluten (desde hace 18 años), la vegana y una negra de carbón vegetal activado: «Somos una de las tres pizzerías que la ofrecen en toda España».
Abre todos los días de la semana para comidas y cenas, y tiene una capacidad para unas 90 personas en sala y comedor, además de contar con 20 mesas en su terraza. Mantiene su oferta de recoger, que les hizo salir de la pandemia con más fuerza. Y tienen en el horno (moruno) su secreto. De él se encargan ahora Moisés y Álvaro, con Carlos ayudando si hace falta. Lo arrancan a las doce de la mañana y en él entran unas 16 pizzas medianas a la vez. «En seis minutos puede estar... depende de las comandas».