"En Valladolid, el que quiere trabajar, trabaja"

David Aso
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Marcia Torres, ecuatoriana afincada en Valladolid desde 2005, trabajó como cuidadora, jornalera, camarera, operaria de fábrica, auxiliar de Enfermería en residencias antes, durante y después de la pandemia... Hoy puede celebrar que tiene plaza fija

Marcia Torres, junto a la Residencia Asistida de La Rubia. - Foto: Jonathan Tajes

Lugar de origen: Loja, Ecuador.

Años en Valladolid: 19.

Profesión: Auxiliar de Enfermería.

Comida y bebida favorita: Jamón y vino.

Rincón favorito: Campo Grande.

Marcia Torres (Loja, Ecuador, 1978) se siente especialmente feliz estos días, en su "mejor momento laboral" tras haber conseguido plaza fija en la Junta como auxiliar de Enfermería; el mismo puesto que aún hoy ocupa como interina en la Residencia Asistida de La Rubia. Se lo confirmaron en abril y el pasado lunes salía publicado en el Bocyl su destino, un centro similar en Segovia. Pero de aquí no se mueve: irá y volverá cada día contando con obtener pronto el traslado a la provincia, mientras valora una suerte que en parte bien puede celebrarla como quien gana la lotería, aunque hizo mucho más que comprar unos boletos. "Hay quienes creen que estas cosas les pasan a los extranjeros porque se las regalan, pero me lo tuve que pelear mucho", subraya.

Estudiaba Derecho en Ecuador, pero "las cosas estaban muy mal económicamente" en su país, así que dejó la carrera y se vino a España en 2000. "Al llegar me sorprendió ver mucha gente mayor, pocos niños y todo lo que se fumaba, aunque ahora se fuma más en Ecuador que aquí". El idioma no fue barrera, pero sí conoció baches por expresiones típicas de allí que no suenan nada bien aquí, como decir "no seas maldito" cuando se pretende convencer a alguien de que haga algo. Le costó dejar de decir frases como esa, igual que "tutear a todo el mundo cuando en Ecuador tratas de usted incluso a un hermano".

Su primera escala en España fue Navarra por un familiar que tenía allí, donde consiguió un empleo en menos de dos semanas como cuidadora de una persona mayor; día y noche, como interna, hasta que falleció. Fueron dos años o algo más, tiempo en el que pudo regularizar su residencia gracias a ese primer empleo, lo cual le permitió a su vez trabajar con papeles en el campo. Se bajó entonces al sur, de pueblo en pueblo entre Granada y Málaga, por campañas agrícolas durante dos años más. De 2003 a 2005 se las hizo de espárrago, lechuga, tomate, alubia verde, aceituna… "Pasaba jornadas de hasta 16 horas seguidas, en el campo hasta las cinco o las seis de la tarde y por la noche envasando hasta las tres de la madrugada", recuerda.

De varear olivos cree que le ha quedado el recuerdo de su "fastidio" crónico de la espalda, pero también el de haber conocido en su etapa andaluza a quien se convertiría en su marido y padre de sus dos niños, Aitana y Rober, vallisoletanos de 11 y 10 años. Él también ecuatoriano y además de su misma ciudad, aunque se conocieran a este lado del charco.

Ambos se vinieron juntos en 2005 a Valladolid, donde, ya con la nacionalidad española adquirida poco antes, consiguió un empleo de camarera en el que estuvo tres años, hasta que en 2008 se fue a trabajar a una fábrica del sector del metal que, sin embargo, fue una de tantas que echó el cierre por la crisis que se desató aquel año. Así aquel empleo le duró apenas ocho meses, tras los cuales conoció el paro por primera vez. Pero Marcia no es de parar demasiado: se hizo un curso sociosanitario del SEPE, entró a trabajar en una residencia privada, se matriculó en un instituto para obtener el título de auxiliar de Enfermería y, ya en 2018, se metió de lleno en "el mundo de las oposiciones" y las bolsas de empleo público. Sólo entre 2022 y 2023 se presentó a exámenes en Toledo, Sevilla, Zaragoza, Valencia… y por supuesto aquí, donde sufrió las miserias de la pandemia en primera línea, "viendo morir gente sola en la residencia sin que hubiera auxiliares para todos".

Desde el principio se sintió "muy bien acogida". "Nunca noté ningún menosprecio por ser extranjera, ni en Valladolid ni en ningún lado de España. El apoyo que siempre he tenido ha sido de gente española, y quien quiere trabajar, trabaja venga de donde venga", opina. De hecho, describe Valladolid como "tierra de oportunidades con gente sincera que te dice las cosas como son". Y además "una ciudad muy ordenada, limpia, con mucha historia... Lo que más me gusta es que su historia está entrelazada con la de mi país y Latinoamérica". Lo que menos tiene difícil solución: "Casi toda mi familia (padres, cuatro de sus cinco hermanos, sobrinos…) sigue en Ecuador y la echo mucho de menos, pero sé que mi vida está en Valladolid". Y en adelante, con trabajo estable.