Ramón Pradera, activo e incansable

Jesús Anta
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La proyección personal y profesional de Ramón Pradera alcanzó el cenit cuando puso especial empeño en crear una Feria de Muestras, cosa que se hizo realidad en septiembre de 1965

Ramón Pradera, activo e incansable

La palabra descanso no tiene significado para el Sr. Pradera, tituló un periodista en  un reportaje que hizo sobre él. Era tal su actividad que la única forma que tuvo el periodista para hacerle la entrevista fue aprovechando su desplazamiento cuando caminaba de un lugar a otro de sus múltiples ocupaciones. 

Ramón Pradera Orihuela nació en Valladolid en 1912. Licenciado en Derecho comenzó su carrera profesional como Interventor del Estado en los Ferrocarriles, cuyas oposiciones aprobó en 1935 con unas de las notas más altas. Más tarde pasó a la Jefatura Regional de Transportes del Ministerio de Obras Públicas. Toda su vida profesional se desarrolló en el ámbito de la administración pública.

Lo fue casi todo en el Valladolid de aquellos años: miembro de la Junta Directiva de la Cofradía de las Siete Palabras, secretario de Junta de Semana Santa que se había formado por especial empeño suyo en 1946, y también se le considera como uno de los organizadores de la Semana Santa actual, impulsó la Orquesta Sinfónica Ciudad de Valladolid, perteneció a la Asociación Belenística Vallisoletana, y fue Presidente del Real Valladolid entre los años 1951 y 1958, que se conoce como la ‘época prodigiosa’. Sin embargo se da la paradoja de que no llegó a agotar su segundo mandato pues dimitió por la oposición a su labor de algunos directivos. Fue concejal entre los años 1949 y 1955.  Y a causa de los puestos relevantes que ocupaba en todas estas instituciones, también ejerció de directivo del Sindicato del Espectáculo y vocal de la Junta Provincial de Información, Turismo y Educación Popular.

La proyección personal y profesional de Ramón Pradera alcanzó el cenit cuando puso especial empeño en crear una Feria de Muestras, cosa que se hizo realidad en las ferias de septiembre de 1965 ocupando él mismo la Dirección de la Feria desde aquella primera edición. Las obras de construcción de las instalaciones de la Feria de Muestras ascendieron a cerca de 40  millones de pesetas y ocupó la superficie del antiguo campo de deportes del colegio de Lourdes.

Probablemente algo le ayudaría en el inicio de su trayectoria ser una persona vinculada al Régimen y cuñado del gobernador civil Jesús Rivero Meneses,  del que fue su secretario particular durante algunos años en la década de 1930, pero desde luego ya había acreditado méritos  académicos suficientes como para abrirse camino por sí mismo en su carrera profesional y personal pues, además, conocía el mundo de los negocios por las actividades empresariales de su padre y tíos paternos. 

Entre los reconocimientos que le otorgaron sus paisanos, además de poner su nombre a la calle donde está el recinto de la Feria de Muestras en septiembre de 1967, le otorgaron la Medalla de Plata de la Ciudad por sus trabajos y éxitos alcanzados en el fomento de la Semana Santa incluso en el extranjero, la Medalla de oro y brillantes del Real Valladolid Deportivo, y el título de Comendador de la Encomienda de la Orden del Mérito Civil en 1964 que imponía la Jefatura del Estado.

La muerte le vino el 26 de septiembre de 1966, cuando contaba 54 años, a las pocas horas de haberse clausurada la segunda edición de la Feria de Muestras.

 


 

EL MÍTICO PRADERA

Ramón era hijo de Manuel Pradera, propietario del añorado Teatro Pradera- que comenzó sus proyecciones en 1904-, y padre (tuvo seis hijos) de Ramón Pradera Leonardo, destacado director de Televisión Española y de otras cadenas televisivas, como Antena 3.  Entre los muchos éxitos que consiguió con sus series está la mítica  Farmacia de Guardia y El Precio Justo. El Cinematógrafo Pradera fue la primera sala de cine que tuvo Valladolid. Proyectaba películas de importación pero también producía las suyas propias. En enero de 1968 fue demolido, una decisión que hoy día sigue creando controversia. Ramón falleció en plena negociación para intentar salvar el teatro pues los derechos de explotación a favor de la familia habían caducado en 1961, y tras varias prórrogas, el alcalde Santiago López González firmó la orden de demolición, aunque la ejecutó su sucesor Martín Santo Romero, que es el que se ha quedado con el sambenito de aquel controvertido derribo, según relata el cinéfilo Alfonso J. Población.  En el solar se pensó  en construir un hotel, como signo de modernidad.