Boticaria... y también profesora

Óscar Fraile
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Farmacéuticos de once pueblos imparten clases a sus vecinos sobre temas como nutrición, salud sexual y envejecimiento activo dentro del programa 'Escuelas Rurales de Salud'

María Monge imparte una de las clases a los vecinos de Villagarcía de Campos. - Foto: Jonathan Tajes

¿Qué es la malnutrición? María Monge, farmacéutica de Villagarcía de Campos, lanza esta pregunta al aire ante un público formado por 29 vecinos del pueblo. «No comer de todo o comer mucho de pocas cosas», dice uno de ellos. «Muy bien», contesta la boticaria, que hace las veces de profesora. «Hay que comer todo con aceite de oliva», añade otro. «Pues está la cosa como para comprar mucho aceite de oliva», se queja la compañera de al lado.

Y así se abre el debate sobre la importancia de comer bien, que, al final y al cabo, es uno de los objetivos que persigue el programa 'Escuelas Rurales de Salud'. Se trata de una experiencia piloto que ha puesto en marcha en Castilla y León el Consejo General de Farmacéuticos, de la mano del Ministerio para el Reto Demográfico, con la intención de extenderlo al resto del país. En ella han participado en octubre y noviembre 109 farmacias situadas en municipios de menos de 5.000 habitantes. Once de ellas están en Valladolid: Bobadilla del Campo, Piña de Esgueva, Renedo, Rueda, San Pedro de Latarce, Tiedra, Trigueros del Valle, Villafrechós, Villagarcía de Campos y Viloria.

El programa consta de cinco sesiones formativas dirigidas a otros tantos grupos de población. Así, a las personas mayores se les habla sobre prevención del deterioro funcional, bienestar emocional, salud digital y adherencia a los tratamientos. A los adultos, sobre envejecimiento saludable, cribado de enfermedades, salud en el trabajo y prevención de la malnutrición. En el caso de las mujeres, se aborda la salud sexual y reproductiva, nutrición y cuidado de la salud mental en el entorno familiar. Los adolescentes aprenden sobre anticoncepción, salud sexual, prevención del alcoholismo y cesación tabáquica, mientras que las charlas a los niños se centran en vacunación, prevención del sobrepreso y salud bucodental, entre otras cosas.

En estos once pueblos, como en todos los de pequeño tamaño, el farmacéutico es una figura muy relevante, cuya función va mucho más allá de la de dispensar medicamentos. Especialmente en las localidades donde el médico solo pasa una o dos veces a la semana. A ellos es a los que se dirigen los vecinos cuando tienen cualquier duda de salud, pero también cuando quieren instalar la aplicación de Sacyl Conecta o tienen problemas que nada tienen que ver con la sanidad. «Somos psicólogos, recaderos... casi como los curas de antaño», bromea María, que es capaz de dirigirse a cada una de las personas del público por su nombre. La relación es tan cercana que los vecinos tienen su número de móvil para cualquier consulta que tenga cierta urgencia. Porque a Villagarcía de Campos solo va el médico tres veces a la semana. A veces, ni eso. Por eso la figura de María es tan importante y reconocida entre los vecinos. «Son como familia», dice la boticaria. Tanto es así, que muchos de ellos fueron a su boda. 

Aunque no todos los farmacéuticos viven en el pueblo en el que trabajan, María lleva en Villagarcía 18 años junto a su marido, con el que comparte profesión (él trabaja en San Pedro de Latarce). Ambos eligieron las bondades de la vida rural, pese a que eso suponga asumir ciertos sacrificios. «Es calidad de vida; mi hijo, con siete años, anda por ahí suelto», pone como ejemplo.

Los vecinos

Después de tanto tiempo, ella ya es una 'autoridad' en el pueblo. «He venido a esta charla porque me ha invitado 'Mery' y creo que es sobre un tema importante para mí, porque cuido a dos personas ancianas», asegura Marta Villarragut después de la clase. Esta vecina se deshace en elogios hacia la farmacéutica: «El otro día no tenía una medicina para una infección, le envié un Whatsapp y a los dos minutos me dijo que fuera a por ella». Rosalía Sánchez, trabajadora de una residencia de ancianos, también incide en la importancia de formar a la gente mayor, «que no tiene tanto acceso a la información» y «que es muy cerrada para estas cosas». Justo al lado, Gerino Méndez pide que se repitan las charlas más a menudo. «Muchos ignoramos lo que nos cuentan aquí», dice.

La clase termina con más consejos: «No trabajéis en el campo sin camiseta y poneos protección». «También es importante la adherencia terapéutica». Ante la cara de sorpresa de todos, María traduce con un 'tirón de orejas': «¡Que hagáis caso al médico, y no lo que os da la gana!». Ahora sí que se ha entendido.