La marcha contra el cáncer respaldará la investigación local

Óscar Fraile
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La AECC dedicará por primera vez el grueso de la recaudación a financiar el trabajo de siete predoctorales, de entre 23 y 28 años, que estudian los tumores de mama, vejiga, colorrectal, hígado y cerebro

De izquierda a derecha, Lucía Álvarez, Carolina González, Alejandro del Hierro, Elisa Maya, Cristina Aparicio y Lara Sanoguera. - Foto: Miguel Ángel Santos

El acceso a la financiación es uno de los principales caballos de batalla de los investigadores en España. Y más, cuando están dando los primeros pasos. Por este motivo, la delegación provincial de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) ha decidido este año destinar la recaudación de la duodécima marcha contra esta enfermedad, que se celebrará el 29 de octubre, a siete proyectos de investigación (seis en marcha y otro que está por llegar) de otros tantos jóvenes de entre 23 y 28 años. Un cambio respecto a las ediciones anteriores, en las que el dinero solía financiar, en su mayoría, proyectos más consolidados.

Los seis beneficiados de este año con investigaciones activas son jóvenes, cinco chicas y un chico, que tienen un contrato predoctoral y están preparando la correspondiente tesis sobre diferentes aspectos relacionados con el diagnóstico y tratamiento del cáncer. Una de ellos es Cristina Aparicio, de 26 años. Su trabajo en el Instituto de Biología y Genética Molecular (IBGM) consiste en la utilización de los linfocitos T, unas células del sistema inmunitario, para modificarlos genéticamente de modo que se redirijan hacia el tumor y así, lograr eliminarlo. «Es una terapia traslacional con la que llevo tres años, aunque todavía estoy en una fase muy preliminar, con modelos celulares», asegura esta joven, que está en proceso de pedir una prórroga para financiar un cuarto año de investigación. Todavía queda un largo proceso para que estos trabajos lleguen a aplicarse. Primero hay que hacer pruebas con animales y, si los resultados son satisfactorios, comenzarán los ensayos clínicos con pacientes.

Otra de las investigadoras beneficiadas será Elisa Maya, natural de Ataquines. Estudió Ingeniería de Telecomunicaciones en la Universidad de Valladolid y ahora está intentando aplicar técnicas de procesado de señal al mundo de la biomedicina y, en concreto, al de la imagen médica. «El objetivo es mejorar el diagnóstico de tumores cerebrales mediante imagen de resonancia magnética e inteligencia artificial», explica esta investigadora de 28 años, que lleva cuatro con este trabajo. Estos procedimientos buscan un doble objetivo. Por un lado, la inteligencia artificial permite reducir la duración de las pruebas con resonancia magnética, con lo que esto supone para las molestias de los pacientes y la eficiencia del sistema sanitario. Y, por otro, con estas pruebas «reducidas» se puede obtener mayor cantidad de información y de mejor calidad que después «pueda servir al radiólogo para hacer diagnósticos más precisos, o apoyar la toma de decisiones clínicas, por ejemplo, el tratamiento óptimo para cada paciente».

Alejandro del Hierro, también de Valladolid, estudió Química y después hizo el máster en Investigación Biomédica. Su tesis doctoral se divide en dos proyectos. El primero persigue mejorar el diagnóstico de las personas que se someten a cribados debido al cáncer colorrectal. Para ello, utiliza la búsqueda de biomarcadores en sangre a través de citometrías espectrales, en lugar de las de flujo. Y esta es la principal novedad, porque así puede conseguir unos 40 parámetros en lugar de diez. La investigación pretende que este aumento de información ahorre al paciente con cáncer colorrectal las pruebas posteriores, que son las de sangre oculta en las heces, un proceso «muy invasivo, muy caro y muy molesto».

El segundo proyecto vinculado a esta tesis también es sobre el cáncer colorrectal, pero en este caso se centra en las personas que están diagnosticadas en los estadíos dos y tres (los que tienen peor pronóstico). El uso de citometría espectral también permite analizar marcadores, determinar cuáles de ellos se van a curar, cuáles van a ir al estadío cuatro y cuál es el mejor tratamiento para cada uno de ellos. El reclutamiento de pacientes comenzó en el pasado mes de septiembre.

Cáncer de mama

Otro campo de investigación al que se destinarán estos fondos es el cáncer de mama. Lucía Álvarez, de 26 años, se centra en el triple negativo (un tipo de tumor muy agresivo y de rápido desarrollo). Esta licenciada en Biología está haciendo un estudio «masivo» de diferentes características biológicas de estos tumores (proteínas, ADN y células inmunes, entre otras) para analizar qué tratamientos son los más efectivos. «El objetivo, después, es desarrollar una herramienta informática que se pueda implementar en los hospitales de tal manera que los médicos, cuando obtengan la biopsia del tumor, sepan cuál es el tratamiento más pertinente para cada paciente», señala Álvarez. Es decir, un proyecto dentro de lo que se conoce como medicina personalizada.

Carolina González, de 25 años, será otra de las beneficiadas por estas becas. También estudió Química en Valladolid y posteriormente hizo el máster de Investigación Biomédica. Su TFM (trabajo de fin de máster) lo realizó en el IBGM y ahora está realizando el doctorado gracias a la financiación de la AECC. Su investigación es muy similar a la de Alejandro, pero ella se centra en los cánceres de hígado y de vejiga. El objetivo, como en el otro caso, es «buscar unos biomarcadores en sangre que ayuden a personalizar los tratamientos a los pacientes». Además, en el caso del hepatocarcinoma, pretende que las biopsias se sustituyan por esos análisis de sangre para obtener los marcadores. Posteriormente se utilizará la citometría espectral, la bioinformática y la inteligencia artificial para saber, por ejemplo, qué tipo de células tienen los pacientes que están en estadío cuatro que no tienen los que están en el estadío tres.

Lara Sanoguera también se beneficiarán de estas ayudas. Natural de Alcoy, estudió en Valencia Bioquímica y Ciencias Biomédicas y después un máster en Investigación y Desarrollo en Biotecnología y Biomedicina. Siempre tuvo claro que quería investigar en el campo de la oncología y cuando vio la posibilidad de venir a Valladolid, gracias a la beca de la AECC, no se lo pensó dos veces. Su investigación está centrada en el cáncer de mama hereditario, que representa entre el 5 y el 10% del total. «Aproximadamente el 50% de las familias con esta enfermedad que se dirigen a una consulta de asesoramiento genético, cuando llegan allí son incapaces de detectarles cuál es la mutación en el ADN que se está transmitiendo de padres a hijos y que está haciendo que esta familia tenga más riesgo que el resto de la población a desarrollar cáncer», explica. Así, su trabajo trata de descubrir nuevas mutaciones vinculadas con este tumor que pueden ser el origen de la enfermedad. A sus 28 años, lleva cinco con este trabajo, cuatro de la mano de la AECC, y en este periodo ya ha identificado 64 mutaciones. «A partir de ahora, todas esas familias que porten esa mutación llegarán a una consulta de asesoramiento genético y rápidamente podrán rastrear en esa familia todos los portadores,  así se agilizará la aplicación de protocolos de prevención», concluye.

Como ha sucedido año tras año, Valladolid volverá a responder el 29 de octubre para dar un empujón al trabajo de estos jóvenes investigadores. Un balón de oxígeno para un trabajo impagable que, sin embargo, arrastra grandes dosis de inestabilidad e incertidumbre por la dificultad de conseguir financiación.