Carraovejas agranda su expansión con nuevos proyectos

David Aso
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Con su entrada en Rías Baixas ya tiene presencia en seis DO y puede entrar «en breve» en Txacolí, mientras valora la Ribeira Sacra y el «sueño» de Champagne. En Peñafiel rehabilitará una casona como residencia para profesionales de distintos ámbitos

Entrada a la bodega de Pago de Carraovejas, en Peñafiel. - Foto: Jonathan Tajes

A Carraovejas hace años, más de diez, que la Ribera del Duero se le quedó pequeña. Su bodega de Peñafiel, la del pago original que emprendió en 1987 el maestro asador segoviano, sumiller y por supuesto empresario José María Ruiz, siempre será el corazón del proyecto. O el alma. Pero Alma Carraovejas, la marca del proyecto de proyectos concebida en 2018 por su hijo Pedro Ruiz Aragoneses, al frente desde 2007, no para de crecer y sigue lejos de alcanzar su último horizonte. 

Su hito más reciente, oficializado el pasado 26 de febrero, ha sido la adquisición de Tricó, una pequeña bodega de reconocidos albariños de guarda con la que desembarca en Rías Baixas, su sexta denominación tras Rueda (desde 2013), Ribeiro (2019), Rioja (2020) y Vinos de Madrid (2021), aparte de Ribera del Duero. Y según avanza Ruiz Aragoneses a El Día de Valladolid, pronto podría entrar en Txacolí, mientras estudia otras opciones como la Ribeira Sacra o Portugal. 

«A la vista está que Galicia nos apasiona, y aunque acabamos de llegar a Rías Baixas, por allí queda alguna región apasionante, especialmente la Ribeira Sacra», responde el CEO de Alma Carraovejas al ser preguntado por sus próximos objetivos. Respecto a Txacolí: «Creo que allí hay un futuro maravilloso y posiblemente podamos estar llegando a un proyecto en breve», valora. «Es una de las regiones con más futuro de España, no sólo por blancos y pensando sobre todo en un concepto de vinos de guarda, sino también por tintos, e incluso para espumosos creo que es una zona increíble», continúa; curiosamente, favorecida por el cambio climático, que del mismo modo que ya está complicando la elaboración en ciertas regiones, a esa cree que le aporta «el equilibrio que podía faltarle».

A la izquierda, la casona que ha comprado Carraovejas en Peñafiel para rehabilitarla como residencia para profesionales de distintos ámbitos.A la izquierda, la casona que ha comprado Carraovejas en Peñafiel para rehabilitarla como residencia para profesionales de distintos ámbitos. - Foto: Jonathan Tajes

Pero Ruiz Aragoneses tampoco descarta asumir otros «retos» en Cataluña, Levante o Andalucía, por donde está «con un ojo puesto», sin dejar de valorar el salto internacional. No en vano, conserva el «gran sueño» de Champagne, donde reconoce que ya tanteó «una oportunidad que no pudo cerrarse»; sigue de cerca viñedos en Portugal «y por supuesto está la zona del Nuevo Mundo, que también surge con otro montón de oportunidades», desliza. «Argentina, California... evidentemente son palabras mayores pero, ya puestos a soñar en grande, ¿por qué no?».

Once años de expansión

José María Ruiz cofundó Pago de Carraovejas en 1987 con otros socios y la idea de asegurarse 'vino de la casa' de calidad para el prestigioso restaurante de Segovia que lleva su nombre; y su hijo tomó las riendas a finales de 2007, con el desparpajo de sus 25 años de entonces y capital 100% familiar. Tardó seis en comprar la primera bodega (la de los viñedos centenarios de Ossian en Nieva, de Rueda), pero ya no ha dejado de emprender. Eran una veintena de trabajadores y hoy van camino de 250, y su facturación casi se ha quintuplicado al pasar de menos de 6 a más de 27 millones por ejercicio, con más del 70% de la producción procedente de la bodega de Peñafiel.

Ruiz Aragoneses sitúa el momento clave en 2015, el mismo año en que decidió transgredir la clasificación tradicional de reservas y crianzas para fundirlos en un único vino que ya no estuviera condicionado por tiempos tasados de elaboración, sino por el trato con la viña y lo que les cuente el fruto de cada añada. La bodega de Peñafiel llegaba entonces a las 800.000 botellas anuales y de ahí ya no han querido pasar. «Teníamos demanda para hacer el doble o el triple», recuerda, pero en esto sí han sido conservadores para no comprometer la calidad con más cantidad, mientras se lanzaban definitivamente a sondear otras vías alternativas de crecimiento a partir de una hoja de ruta «con más pensamiento que planeamiento estratégico». Basada en buena medida en aprovechar oportunidades que han ido surgiendo, sin más brújula que la apuesta por «proyectos apasionantes que pongan los pelos de punta». En unos casos por propia iniciativa, tras localizar viñedos con potencial para vinos de nueva elaboración en bodegas nacientes como Milsetentayseis (Fuentenebro, Burgos, 2018) en Ribera del Duero, o Aiurri (Leza, Álava, 2020) en la Rioja Alavesa; y en otros casos por la compra de bodegas con un pasado singular y vinos de nivel, pero con un presente y futuro complejo por falta de relevo generacional u otras circunstancias, tal y como sucedió con Emilio Rojo y Viña Meín (Leiro, 2019) en Ribeiro, o con la madrileña Marañones en la Sierra de Gredos (2021), además de Ossian. La ampliación de la bodega de Nieva, por cierto, arrancó a mediados de 2023 y todavía se prolongará hasta la primavera de 2025 tras una inversión que, sólo en una primera fase, ya alcanza los ocho millones de euros.

Proyectos más allá del vino

Sin descuidar las raíces en Pago, crecen otras ramas de incontinencia emprendedora que trascienden la producción vinícola, pero con el vino siempre presente. Apostaba José María por abrir un restaurante de calidad, pero tradicional de cochinillo y vino de autor en la bodega de Peñafiel, y su hijo optó por uno de alta cocina creativa y una cava con más de 4.000 referencias: Ambivium, inaugurado en 2017, que ya suma dos Soles Repsol y una estrella Michelin, entre otros reconocimientos.

Por otro lado, cultivando la tierra que les acoge más allá de las viñas, Alma Carraovejas constituía en 2021 la Fundación Cultura Líquida, a través de la cual trabaja en tres líneas de protección, promoción y proyección de la cultura del vino: una editorial que «en breve» publicará su quinto libro; la formación, mediante un programa de dirección de bodegas con IE University que ha empezado este curso, después de haber llevado antes la dirección académica del Máster de Dirección de Bodegas de la Cámara de Comercio de Valladolid; y Espacios Líquidos, tal y como ha bautizado la que será «una especie de residencia itinerante» con escalas en edificios históricos o icónicos que ya está comprando en el entorno de cada bodega. 

En Peñafiel cuenta por ello con rehabilitar una casona del siglo XVIII que ha adquirido en el centro del pueblo y que servirá como «proyecto piloto» de la red de intercambio de conocimiento en la que albergará de forma temporal a profesionales de distintas disciplinas, proveedores, clientes… Este último no será por tanto un alojamiento convencional ni estará abierto al público en general, aunque Alma Carraovejas también apunta a formar una alianza («posiblemente una joint venture») con profesionales del sector turístico que le han propuesto levantar un hotel de lujo en el entorno de Pago. «Después de unas semanas de reflexión, ¿por qué no?», valora Ruiz Aragoneses.

«Aun así, la verdad es que recibimos propuestas casi todas las semanas y nos vemos en la situación de tener que rechazar muchas más de las que aceptamos», matiza. «Por cautela financiera» y también «por la necesidad de garantizar el equipo necesario para asentar estructura en cada proyecto al que llegamos», ante la previsión de asumir inversiones con el retorno deseable en muchos casos «a cuatro, cinco, seis, ocho o incluso diez años vista». Aunque no por ello deja de saltar a la vista el calibre de una expansión que todavía no conoce sus límites: «Elaborar en diferentes zonas ha sido para mí lo mejor que nos ha pasado en los últimos años, e incluso estando en un momento maravilloso, creo que lo mejor de Alma está por llegar», sentencia.

 

 

LA CRONOLOGÍA DEL NACIMIENTO Y EXPANSIÓN DE CARRAOVEJAS, EN BREVE

1987
Nace Pago de Carraovejas

El maestro asador segoviano y sumiller José María Ruiz buscaba una zona donde elaborar tinto de la casa para su restaurante pero, más allá de la idea inicial, esta bodega ya produce actualmente 814.000 botellas al año.


2013
Compra de la bodega Ossian Vides y Vinos

Ossian ya se había labrado un prestigio con pequeñas producciones muy valoradas antes de que Carraovejas la comprara en 2013, pero su proyección se ha multiplicado. Ahora produce 161.500 botellas al año.


2017
Apertura del restaurante Ambivium

Retrata el calibre de los objetivos de Pedro Ruiz que, en lugar de abrir un restaurante tradicional como esperaba su padre, apostó por alta cocina creativa. Hoy cuenta con dos soles Repsol y una estrella Michelin.


2018 
Alma Carraovejas y Milsetentayseis

Nace Alma Carraovejas, marca que ampara cada nueva iniciativa; y su primera bodega de nueva creación tras Pago: Milsetentayseis, también de Ribera del Duero, en Fuentenebro (Burgos), con 46.200 botellas al año.

2019
Entrada en Ribeiro con Viña Meín y Emilio Rojo

Con un viñedo cargado de historia se estrenaba Carraovejas en la cuna del Ribeiro tras comprar dos pequeñas bodegas, Emilio Rojo y Viña Meín. Suman 46.200 botellas al año.

2020
A la Rioja Alavesa con una bodega nueva: Aiurri

Alma Carraovejas entra en la Rioja Alavesa con una bodega de nueva creación tras recuperar y devolver a la vida pequeñas parcelas de viñedo viejo en el pueblo de Leza. Produce unas 40.000 botellas al año.

2021
Compra de la bodega Marañones en Gredos

La expansión avanza con la entrada en la DO Vinos de Madrid tras adquirir Marañones en la sierra de Gredos, con una producción actual de 37.300 botellas al año. También se constituyó la Fundación Cultura Líquida.

2024
Entrada en Rías Baixas con la compra de Tricó

Con la adquisición de una pequeña pero reconocida bodega familiar que elabora albariños de guarda en Condado de Tea se ha consumado el desembarco de Carraovejas en su sexta denominación.