La UVa actualiza su sistema antiplagio por el avance de la IA

Óscar Fraile
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La Universidad de Valladolid está a punto de estrenar una nueva versión de Turnitin, el programa que detecta los textos copiados por los alumnos en sus trabajos

Un usuario utiliza ChatGPT, una plataforma de inteligencia artificial que ya ha irrumpido en el ámbito académico. - Foto: Jonathan Tajes

«Soy una inteligencia artificial diseñada para comprender y generar texto en lenguaje natural en función de los datos con los que fui entrenado. Soy capaz de entender preguntas y responder a ellas en base a mi conocimiento previo y mi capacidad de generación de texto. Soy utilizado para una amplia variedad de aplicaciones, como asistencia en la redacción de textos, responder preguntas sobre diversos temas, generar contenido creativo, ofrecer información y mucho más». Así responde ChatGPT cuando un usuario le pregunta exactamente «¿Qué es ChatGPT?».

Y puede que se quede corto. Porque esta herramienta se ha convertido en un punto de inflexión en el proceso de popularización de la inteligencia artificial. Su potencial parece tan grande y, por el momento, es tan desconocido, que incluso Italia ha decidido recientemente prohibir su uso, un camino que están sopesando otros países.

El sector educativo está siendo uno de los más afectados por la irrupción de este programa, aunque los alumnos hace tiempo que utilizan la inteligencia artificial como un 'atajo' en la elaboración de sus trabajo. Así lo reconoce el propio presidente de la Asociación para la Defensa de los Derechos de los Estudiantes (ADDE), Pablo González: «Es muy habitual». Incluso se utiliza la picaresca para burlar los sistemas antiplagio que utilizan las universidades. «Hay muchas herramientas que lo que hacen es resumir un texto o cambiarlo ligeramente para que estos programas no lo detecten, y no es una cosa nueva, esto lleva funcionando mucho años», señala. Es más, este alumno considera que hay un gran desconocimiento por parte del profesorado sobre estas herramientas. Al menos no es un tema que se haya tratado en las clases a las que él ha acudido.

Pero lo cierto es que la UVa tiene muy en cuenta el avance de la inteligencia artificial. Tanto, que desde hace tiempo está formando a sus profesores, a través de la plataforma online VirtUVa, para que aprendan a aprovechar el potencial de esta tecnología en sus métodos lectivos. «Es un tema que, como institución educativa, nos preocupa mucho, y por eso estamos en una campaña de formación, que es lo que hay que hacer, porque no se puede poner puertas al campo», explica la vicerrectora de Innovación Docente y Transformación Digital, Susana Álvarez.

Eso no significa que la institución no tenga en cuenta las amenazas que representan programas como ChatGPT, sobre todo en lo que se refiere al plagio por parte de los alumnos. La institución utiliza el programa Turnitin para detectar estas copias, que en muchas ocasiones beben de fuentes de Internet o de trabajos ajenos. Pues bien, en los últimos meses se está trabajando en una actualización que mejore sus prestaciones ante esta nueva 'amenaza'. «En la versión nueva, que previsiblemente saldrá en este mes de abril, hay un sistema para detectar la redacción con inteligencia artificial», añade Álvarez. La versión beta de esta actualización salió en enero.

El incremento de plagios es un peligro, pero, para nada, una novedad. Esta herramienta funciona y lo hace de forma efectiva, hasta el punto de que se han suspendido algunos trabajos de fin de grado por estar plagiados.

Independientemente de estas herramientas, Álvarez considera que este reto requiere de un «cambio de mentalidad» por parte de los profesores. «Igual lo que tenemos que modificar es nuestra forma de evaluar, porque, si seguimos encargando trabajos al uso, como los de los últimos tiempos, puede que no logremos tener la certeza de si se han realizado de forma manual por el estudiante o ha sido la inteligencia artificial», dice. Por eso, desde VirtUVa se sugiere potenciar exámenes que requieran un análisis más crítico por parte de los alumnos. «U otros sistemas, como las presentaciones orales», añade Álvarez.

Pilar Sánchez es una profesora titular de Periodismo en la UVa que está en pleno proceso de investigación de la inteligencia artificial. Aunque reconoce que en las aulas todavía no hay un debate entre profesores y alumnos, sí que han surgido conversaciones informales sobre el tema. Esta docente tiene claro que herramientas como ChatGPT son «una oportunidad». De hecho, ella ya tiene claro cómo lo va a integrar en sus clases el próximo curso. «Va a ser muy difícil poner puertas a este campo, aunque dé miedo, como en su día lo dio Internet o Google», dice. Sánchez cree que la inteligencia artificial debe convertirse en una aliada, pese a los riesgos que comporta, como el rigor de los datos que ofrece, que no siempre son cien por cien fiables, y la propiedad intelectual de las fuentes que utiliza. Precisamente este punto puede ser una oportunidad de aprendizaje para los alumnos de Periodismo, en lo que se refiere a la verificación de datos. «Por ejemplo, hay un sistema que es el aula invertida, una metodología en la que los alumnos preparan el material, en lugar de proporcionarlo el profesor, y ahí yo puedo pedir a los estudiantes que utilicen ChatGPT, pero eso no significa que ellos construyan la teoría creada por una máquina, que probablemente tenga imprecisiones, sino que hay que ver qué verificación podemos hacer nosotros, como periodistas que somos, y dar versiones personalizadas», explica. En sus clases de Ciberperiodismo ella ya da algún tema de inteligencia artificial porque está convencida de que estos profesionales también la tendrán que incorporar a su labor diaria.

En la UEMC

La Universidad Europea Miguel de Cervantes (UEMC), al igual que la UVa, también trabaja para exprimir las posibilidades que, aparentemente, brindan ChatGPT y aplicaciones similares de inteligencia artificial generativa. Por eso, el vicerrector de Innovación y Conexión Empresarial, Juan Vicente García, prefiere hablar de oportunidades, antes que de amenazas. «Por mucho que digamos, es muy complicada la detección de plagios, que es una práctica penalizada académicamente, así que lo que tenemos que ver cómo integramos las nuevas herramientas en el proceso de enseñanza», dice.

Pero, para eso, primero hay que conocerlas. Y en eso está el profesorado de la UEMC, que ya ha recibido formación al respecto. «Vamos a tener que modificar sustancialmente cómo estamos enseñando y cómo se está aprendiendo, y eso nos va a costar», añade. Un proceso de cambio que, según admite, también afectará a los métodos de evaluación. «La inteligencia artificial no va a acabar con la educación, la va a transformar», finaliza este docente, que ya utiliza estas herramientas de forma habitual, aunque es consciente de que todavía hay mucho que aprender.

La UEMC acogerá el próximo 18 de abril una jornada en la que participará un centenar de profesionales de la educación y de la orientación educativa para debatir sobre este tema. El objetivo es explorarán las implicaciones éticas y sociales en el aula y se brindarán estrategias para ayudar a los estudiantes a desarrollar una comprensión crítica de la tecnología.

La UVa hará lo propio con unas jornadas de innovación docente el 16 de junio, además de mesas redondas en junio y encuentros con otras universidades europeas.

Un robot para castigar el copia-pega

Turnitin es el programa que utiliza la Universidad de Valladolid para detectar los plagios que hacen los alumnos. «Este sistema permite dejar una copia de todos los trabajos que se evalúan en el repositorio, entonces lo que hace es una identificación de unidades que son similares, es decir, las mismas palabras, ya sea en trabajos anteriores, en fuentes de Internet o, por ejemplo, en revistas especializadas que estén disponibles en la Red», explica la vicerrectora de Innovación Docente y Transformación Digital, Susana Álvarez.

Turnitin no se concibió con un espíritu 'policial', sino que tiene una clara vocación formativa que pretende cambiar la cultura del plagio por la del aprendizaje.

Así, compara cualquier trabajo con «la base de datos más completa del mercado», tal y como asegura la web de la aplicación. También revela manipulaciones del texto que buscan evadir la verificación de plagio, en una constante lucha con otras herramientas informáticas que buscan exactamente lo contrario, burlar los controles de Turnitin.

Este sistema antiplagio va más allá de comparar la simulitud de dos textos. También detecta citas que son lícitas, pero están sin referenciar, y muestra el origen y el autor de los textos originales cuando detecta un plagio. Es decir, para cada trabajo sometido a control elabora un informe personalizado con las partes susceptibles de haber cometido plagio u otro tipo de incorrecciones, aunque al final es el profesor o el centro en cuestión el que decide si se ha cometido una infracción y hay que suspende el trabajo. Para evitar llegar a esta situación, los propios alumnos pueden utilizarlo para comprobar si, por descuido... o no, han cometido un plagio.