Un proyecto que protege al águila calzada en Tierra de Pinares

R.G.R
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Ignacio S. García Dios lidera un proyecto en la zona de Pinares, entre Aldeamayor y Tudela, para la observación científica y la recuperación de las águilas calzadas, que llegan cada año desde zona subsahariana

110523JT_0114.JPG - Foto: Jonathan Tajes

Una idea, una iniciativa en busca del bien de una especie con un futuro comprometido. Un solo individuo que se pone manos a la obra para mejorar la calidad de vida de las parejas de águila calzada que emigran cada año desde África hasta España. Un proyecto de recuperación. Un trabajo año a año para mejorar el análisis sobre la situación de cada una de las parejas. 

Una planificación de la mano de  Ignacio S. García Dios, quien lleva 28 años ampliando sus conocimientos científicos sobre estas aves y que actualmente trabaja en la zona de pinares de la provincia, entre los pueblos de Aldeamayor  de San Martín y Tudela de Duero.  

García Dios lidera el denominado proyecto Pennatus, que nació como un medio para el estudio, conocimiento, seguimiento y conservación del águila calzada. A través de la observación, cámaras, marcaje, emisores... Una iniciativa que no cuenta con financiación pública ni privada y se autofinancia a través de diversas acciones para obtener fondos. Se controlan 47 territorios donde anidan cada año parejas llegadas de distintos países de África. 

El águila calzada es una ave migratoria transahariana y las primeras parejas comienzan a dejarse ver en los parajes vallisoletanos a partir del 20 de marzo. «Es una buena fecha para que comiencen a aparecer», destaca García Dios. Desde ese momento, las parejas comienzan su proceso de nidificación y cría.   García ha conseguido formar un equipo de unas ocho personas que se encarga de todo antes de que aparezcan las aves en los pinares vallisoletanos.

García estuvo trabajando en la zona de Gredos, en la provincia de Ávila, desde la década de los noventa hasta que en 2014 se mudó por trabajo a Valladolid. Desde entonces no ha parado de localizar y  estudiar a las distintas parejas. En la actualidad, en las 47 zonas de pinar donde anidan las aves tienen localizados los nidos, donde colocan una cámaras de fototrampeo que durante los últimos años les han permitido conocer nuevos datos científicos sobre la especie. 

¿Por qué escoge el águila calzada Valladolid para anidar? Gracias a este grupo de trabajo, se está pudiendo documentar que la masiva presencia de conejos en algunas zonas de pinares, incluida la propia capital, dota al animal de un hábitat idóneo para su reproducción. ¿Es el águila calzada una animal carroñero? Ya han podido observar que sí lo es en algunas ocasiones. ¿Cuál es el índice de éxito en la reproducción?  Este es uno de los aspectos básicos y que los estudios que se llevan a cabo en Valladolid están clarificando que el número de ejemplares no es tan elevado cómo se pensaba y que el grado de éxito en la reproducción es mucho menor del esperado.

Observación. El equipo de García Dios dispone en 18 nidos cámaras de vigilancia para observar el proceso completo de cría. Es muy importante tener los conocimientos suficientes sobre cómo hacerlo, para no molestar a las distintas parejas. Los aparatos son de última generación y no producen ningún ruido, ni tienen ninguna luz visible. «Las águilas no las extrañan en ningún momento. Cuando llegan ya están ahí y no las hacen caso», comenta el experto. Incluso, en algunas ocasiones, varios miembros del grupo preparan una pequeña plataforma que sirva de nido para facilitar y ayudar la implantación de las parejas que han perdido su nido en el pinar. 

Las parejas comienzan el proceso de cría a finales de marzo. La hembra permanece en el nido, mientras que el macho se encarga de alimentarla. El equipo se encarga de vigilar de que todo marche bien. Eso sí, siempre desde la distancia para no molestar a la pareja. A las dos o tres semanas desde el nacimiento de los polluelos, la hembra abandona el nido y los inmaduros comienzan a valerse por sí mismos, cada vez en mayor medida. 

Los miembros del equipo escalan por el pino para colocar los emisores GPS a las aves jóvenes antes de que ese mismo año comiencen sus viajes de emigración a África. Colocan los aparatos, que pesan entre 15 y 20 gramos dependiendo de si se colocan en machos o hembras, para obtener los datos necesarios sobre sus viajes, por dónde pasan el estrecho de Gibraltar o en qué país del continente africano pasan el invierno. 

Gracias a esta documentación que, por supuesto, ponen al servicio del conocimiento científico y de la administración, han descubierto que los padres y los hijos no vuelan juntos, no siguen las mismas rutas ni tan siquiera pasan los meses fríos en los mismos países africanos. Que incluso los hermanos tampoco siguen las mismas trayectorias y que tampoco regresan a España los mismos días.

Gracias a los emisores han podido comprobar que el nivel de supervivencia de estos animales es muy inferior al esperado. De los ejemplares marcados en 2022, seis de los diez animales que tenían controlados gracias a estos aparados continuaban con vida después de su marcha, luego otros tres perdieron la vida en África. «Eso nos deja una esperanza de vida en unos niveles muy bajos». 

De igual forma, han podido comprobar que algunas de las parejas que se marchan en otoño, ya no regresan al siguiente año. «Entre los animales que nos matan de un disparo en África o aquellos que ya no regresan, o simplemente los que no son capaces de sacar los polluelos adelante estamos comprobando que el índice de reproducción es realmente bajo y que la especie está en una situación mucho más complicada que la que se piensa». 

Así, el proyecto pretende que esta zona de Valladolid, con una superficie superior a las 2.000 hectáreas, se convierta en una especie de fuente de conocimiento y refugio para este especie, con un doble objetivo; el científico y el protector. 

apadrinaminentos. Como siempre, el problema es el económico, ya que ninguna administración aporta fondos para este legítimo objetivo y son los propios miembros del proyectos los que tienen que poner en marcha iniciativas para conseguir fondos y dar mayor notoriedad al proyecto. 

Así, se han vendido camisetas, calendarios, tazas chapas... Diversos elementos para costear los emisores y el resto del material. También se propusieron poner cada año el nombre de alguna persona o familiar que tuviera repercusión en el ámbito del deporte, divulgación a alguno de los animales. 

En 2020 se apadrinó a Xana, hija del exseleccionador nacional Luis Enrique; en 2021 fue Blanca por la esquiadora Fernández Ochoa. «Nos ponemos en contacto con ellos para comunicarles la iniciativa, lo cual les parece genial y están encantados». 

Este año se apadrinará a Calleja (por Kike y Jesús), Odile (por la hija de Félix Rodríguez de la Fuente), y Pyfano (por la Asociación de Padres y Familiares contra el Cáncer Infantil de Castilla y León, un colectivo al que donan dinero cada vez que realizan alguna recaudación por venta de calendarios, camisetas, tazas…, u otros utensilios).

Personas particulares, tanto de España como del extranjero, también realizan sus aportaciones y también sus propios apadrinamientos. Una forma original de conseguir fondos con el objetivo de salvar a un ave rapaz que se enfrenta a graves problemas de conservación, pero que al menos ha encontrado su hueco y su refugio en Valladolid.