Cuatro años después de su último paseo por España, Bob Dylan regresa este miércoles con otra gira diseñada para sus seguidores más incondicionales y a espaldas de los amantes de su pasado más emblemático, lo que no ha impedido que en unas pocas horas colgara el cartel de "no hay entradas" en algunas paradas.
Es el caso de su concierto en el Generalife de Granada, que tendrá lugar el próximo 13 de junio y, desde esta misma noche y de mañana, en los dos compromisos en Madrid con los que abrirá tanto su periplo por este país como el ciclo de la capital Noches del Botánico a precios que oscilan entre los 165 y los 325 euros.
Doce serán en total los conciertos que ofrecerá en suelo nacional. Además de los citados, este mes de junio pasará por Sevilla (días 10 y 11, Fibes Auditorium), Alicante (15, plaza de toros), Huesca (17, plaza de toros), San Sebastián (19 y 20, Auditorio Kursaal), Logroño (21, Palacio de los Deportes de La Rioja) y Barcelona (23 y 24, Gran Teatre del Liceu).
Visto lo visto a su paso por Portugal en los días anteriores, el llamar a la gira como su álbum Rough and Rowdy Ways (2020) no fue una mera cuestión nominal, ya que su trigésimo noveno trabajo de estudio, el primero con canciones originales desde Tempest (2012), ocupará más de la mitad del repertorio en vivo y solo se dejará un tema sin cantar.
Los nostálgicos al menos podrán deleitarse en la otra mitad del "show" con algunos de los cortes incluidos en su largometraje y disco Shadow Kingdom (2023), fruto de un concierto de hace dos años en el que reinterpretó temas históricos de su catálogo, aunque en estos directos no está previsto tampoco que suenen los más conocidos, como Forever Young o It's All Over Now, Baby Blue.
De ese álbum surgirá el arranque de sus citas en Europa, Watching the River Flow, el que fue su sencillo de presentación, amén de otros cortes como la sesentera Most Likely You Go Your Way and I'll Go Mine.
Fuera de esos dos trabajos recientes, en principio Dylan apenas regalará a sus seguidores más que un par de vistazos al pasado con Gotta serve somebody, de su disco Slow Train Coming (1979), y el cierre con Every Grain of Sand, extraído de Shot of love (1981).
Ni All Along the Watchtower, ni Like a Rolling Stone, ni Blowin' in the Wind se colarán en el repertorio en teoría, algo que no chocará a quienes han seguido las últimas giras del bardo estadounidense, poco amigo de recrearse en sus propias mieles o, cuando se prodiga en ellas, de hacerlo en versiones convencionales (más bien de retorcerlas hasta volverlas casi irreconocibles).
El artista que a su paso por ejemplo por Madrid en 2015 no dudó en tocar durante una buena parte de su actuación de espaldas al público insistirá asimismo en la prohibición de móviles durante sus espectáculos, tal y como en sus últimas apariciones sobre el escenario.
Para asegurar que esa norma se cumple, en teoría para disfrutar con los sentidos agudizados y no pendientes de la tecnología, los asistentes se verán obligados a precintar sus terminales en unas bolsas que portarán durante todo el concierto pero que les impedirá hacer uso de los mismos hasta la salida de los recintos.