El Pucela acumula cinco penaltis por manos

M.B.
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Al Real Valladolid le han pitado ocho penas máximas en contra. En tres, el VAR fue el encargado de señalarlas

Javi Sánchez ve amarilla tras el penalti señalado por mano ante el Real Madrid. - Foto: Efe

Ocho penaltis en contra. Cinco por manos. Y en tres de las cinco con la señalización desde el VAR. Ese es el balance de las penas máximas cometidas por el Real Valladolid en las 28 jornadas disputadas hasta este fin de semana. El conjunto blanquivioleta es el tercero que más penaltis ha cometido en lo que va de Liga. Solo le superan el Elche, que lleva 10 señalados; y el Cádiz, con 9. Y de esas ocho, más del 60 por ciento han sido por impacto del balón con la mano o el brazo.  

Todo en una temporada en la que es habitual ver a los futbolistas defendiendo con las manos atrás, como muñecos de futbolín, para evitar eso, que el cuero acabe impactando en sus extremidades superiores.

Aun así, la polémica sigue estando encima de la mesa. Y como muestra, la rueda de prensa de Pezzolano tras el empate, con una nueva pena máxima en contra, contra el Mallorca, en la que habla de que una cosa es que le pegue en la mano y otra que sea penalti: «El árbitro también es un ser humano y se equivoca, no dejando más minutos, y con el penalti, porque el balón pegó en la mano de Larin, pero el VAR se sale del contexto y no se fija en el movimiento del jugador, en que no es un acto voluntario».

El reglamento explica que ese tipo de acciones serán penalti cuando «la mano o el brazo se posicionen de manera antinatural y consigan que el cuerpo ocupe más espacio». El problema se radica en la subjetividad de las decisiones, que quedan en manos del colegiado... o del VAR.

El caso del Real Valladolid es uno más dentro de una Liga que está aumentando el ruido en torno a las decisiones de los colegiados. Al Pucela le han señalado penalti por manos ante el Getafe, Real Madrid, Rayo Vallecano, Athletic y Mallorca.

Algunas han sido claras. Como la de Aguado en el Coliseum Alfonso Pérez, tras un córner, saltando con el brazo arriba. O la de Joaquín en el encuentro de la segunda vuelta ante el Athletic, cortando un centro de Nico Williams. Luego están aquellas subjetivas, que el colegiado no ve y que el árbitro asistente de video decide que sí son. Como la de Javi Sánchez, de espaldas, ante el Real Madrid, que no señaló Munuera Montero pero sí Gil Manzano desde el VAR. O la de Monchu frente al Rayo, que tampoco percibió Melero López en el campo pero sí Iglesias Villanueva a los mandos del VAR. O la última de Cyle Larin contra el Mallorca, que tampoco señaló Muñiz Ruiz siendo ayudado en la Sala VOR por Medié Jiménez.

Curiosamente este último, el catalán Medié Jiménez, también asistió desde el VAR a Díaz de Mera Escuderos en el Athletic-Real Valladolid de la primera vuelta, con una clara mano de Óscar de Marcos con el 1-0 en el marcador. Cosas de subjetividades.

También está el trabajo en los entrenamientos, en los que los defensas han ido adaptándose a eso de defender como si fuesen de futbolín, con los manos atrás. De hecho, de los cinco señalados, solo dos son de jugadores específicos de la zaga.

Y, ojo, a todo hay que sumar las opciones que se dan al rival, con faltas laterales y córners. El Pucela es el que más concede, con 6 de media.

Como curiosidad, de los dos penaltis que le han señalado a favor al Pucela, ninguno ha sido por mano.

Lo que dice el reglamento

Cometerá infracción el jugador que:

•?Toque el balón de manera voluntaria con la mano o el brazo, por ejemplo, haciendo un movimiento en dirección al balón con estas partes del cuerpo.

•?Toque el balón con la mano o el brazo cuando la mano o el brazo se posicionen de manera antinatural y consigan que el cuerpo ocupe más espacio. Se considerará que un jugador ha conseguido que su cuerpo ocupe más espacio de manera antinatural cuando la posición de su mano o brazo no sea consecuencia del movimiento de su cuerpo en esa acción concreta o no se pueda justificar por dicho movimiento. Al colocar su mano o brazo en dicha posición, el jugador se arriesga a que el balón golpee esa parte de su cuerpo y esto suponga una infracción.