El bombón que causó una anafilaxia

A.G.M.
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En apenas cuatro meses de curso se han dado tres anafilaxias de menores en dos colegios de Valladolid. La asociación de alérgicos alimentarios pide un protocolo entre Educación y Sanidad paracomunicar estos casos que ahora no quedan registrados

El día que Luis (nombre ficticio) vio una caja de bombones en la mesa de su profesora no pudo resistir la tentación. A sus tres años, y en su primer curso escolar, no era consciente ni por asomo de que su alergia a la proteína de la leche podía desencadenarle un shock (o choque) anafiláctico si se comía uno de esos tentadores bombones; y, claro, no dudó en perpetrar el ‘robo’. «Fue todo en un descuido de la profesora y, por suerte, supo reaccionar muy bien y muy rápido, y todo quedó solo en un susto, pero la situación que se podría haber desencadenado es terrible», explican desde Ablaa, la Asociación Basada en la Lucha de los Alérgicos Alimentarios.

Luis aún no conoce todos los riesgos que se generan en el día a día de los alérgicos alimentarios, más cuando son tan pequeños y están en un colegio con cientos de niños. Lo suyo fue un accidente que pudo ser mortal y que solo la concienciación de los profesores puede evitarlos. La nueva Guía del Alumnado Alérgico, publicada en este curso por la Junta, aborda ese tipo de cuestiones, pero para los responsables de Ablaa todavía hay agujeros negros, como el hecho de que estos episodios de choques anafilácticos en horario escolar ni tan siquiera se anoten en ningún registro oficial, que se comunique a los responsables del tema de la Consejería: «Es llamativo que esto no sea obligatorio comunicarlo a nadie, que se quede en el ámbito del colegio y los padres. Y eso no es bueno, así no se logra avanzar lo suficiente», tal y como lamenta la presidenta de Ablaa, Ana Isabel Rodríguez.

PROTOCOLO

«Nosotros creemos que debe potenciarse algún tipo de protocolo de comunicación entre las consejerías de Sanidad y Educación, que se compartan los datos de los menores y también estos casos de anafilaxias, que son tan graves. Sí que nos apuntaron en Educación que es algo que les gustaría potenciar, pero es que ya sabemos que este tipo de cosas van muy despacio», reflexiona Rodríguez.

El de Luis no es el único caso registrado en el primer trimestre del curso en Valladolid. Otro, sin ir más lejos, en el mismo colegio que en el que ocurrió lo del bombón, aunque ahí el problema estuvo en el lado de los padres, ya que no «habían informado al centro de que era alérgico a los frutos secos», explican desde Ablaa.

La tercera anafilaxia del curso la sufrió un chico alérgico a una serie de frutas y al que le dieron un zumo que no tenía ninguna de ellas, pero que «debutó con una nueva alergia justo al tomarlo».