Lo mejor y lo peor de las fiestas

Óscar Fraile
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Las propuestas gastronómicas, los conciertos y el ambiente en la calle son algunos de los atractivos de las fiestas, frente a problemas como los excesos con el alcohol y quejas por la subida de precio del pincho

Sí, es imposible que haya consenso. Eso de elevar a un altar lo mejor y lo peor de las fiestas, como si fuera palabrita del Conde Ansúrez, es una invitación a la réplica, al ‘no estoy de acuerdo’. La fiesta va por barrios y el bullicio de un concierto puede ser un ambientazo para unos y un infierno insufrible para otros. Pero lo cierto es que, en base a la afluencia de público, se puede decir, por ejemplo, que la gastronomía es uno de los ejes centrales. Nos gusta comer. Eso es así. Y ya no hablemos de beber.

Cualquier caldo de nuestras denominaciones de origen, un lorencito, refresco e incluso agua, que también hay que darse una tregua de vez en cuando. Aunque sean fiestas. Por eso, en la lista de lo mejor de las fiestas, uno de los primeros lugares debe ser la gastronomía. Es difícil escapar a la tentación. La Feria de Día, las casetas gastronómicas y los cientos de locales donde reponer fuerzas. Mucho donde elegir.


Pero toda cara tiene su cruz y este exceso de oferta también esconde sorpresas no tan agradables. Si uno no conoce a fondo las casetas de la Feria de Día, se puede llevar algún chasco. La diferencia de calidad entre unos locales y otros es impactante. Incluso entre unas zonas y otras. La lotería le puede llevar del pan con chistorra a algunas creaciones por las que realmente merece la pena pagar. Por eso, a los hosteleros que no se esmeran también hay que meterlos en la lista de lo peor de las fiestas.


Sobre todo porque este año habrá que rascarse el bolsillo un poco más. Sí, todavía más. El pincho más bebida ha subido de 2,50 a 2,80 euros. Es decir, un matrimonio con dos hijos que se pase por cuatro casetas ya ve volar casi 50 euros. Es cierto que el precio no ha subido en una década y la materia prima sí, pero no lo es menos que el poder adquisitivo de la gente también se ha quedado más congelado que Walt Disney. Por eso, la subida de precio también va al saco de lo peor.


Pero con sablazos o sin ellos, otra de las cosas positivas es la participación. Ver las calles llenas de gente, preguntarte dónde se mete durante el resto del año y dejarse llevar por la riada humana. En eso coinciden algunos de los rostros más conocidos de la ciudad. Por ejemplo, Leo Harlem. «Lo que más me gusta es que los vecinos se involucren, que estén en la calle», dice. Aunque eso implique algunos problemas, generalmente relacionados con los excesos con el alcohol. «Por mejorar algo, que no haya mucho descontrol y problemas entre los vecinos, que comprendan que hay gente que trabaja...», añade el humorista.


Por este motivo, los excesos con el alcohol van a la lista de lo peor y los que trabajan para solucionar los problemas (Bomberos, Limpieza, Protección Civil, Policía, etcétera), a la contraria.


El televisivo cocinero de Top Chef, Javier García Peña, más vallisoletano que el lechazo, destaca entre risas lo mismo que Harlem. «Lo que más me gusta es ver a toda la gente en la calle». Y, si hubiera que mejorar algo, él cambiaría la ubicación de la feria gastronómica «para llevarla, por ejemplo, a la Acera de Recoletos o a Las Moreras».


Precisamente esas casetas gastronómicas son el atractivo que más le gusta al periodista vallisoletano Manu Carreño. El 50 por ciento de Los Manolos. «Es una forma de viajar por toda España y, por qué no decirlo, se come de narices», dice un apasionado de las fiestas. Tanto, que no encuentra nada negativo. «No cambiaría nada, las fiestas son perfectas», añade.


Y qué decir de los conciertos. Ahí es imposible encontrar una opinión unánime. Las hay de todos los tipos. Desde los que se quejan de la poca variedad de estilos que se ofrece hasta los que están encantados y no se pierden uno. Pero lo cierto es que suelen ser un éxito de público y han dejado imágenes de la Plaza Mayor abarrotada. Ni un alfiler cabía con Estopa, ni con El Canto del Loco, La Oreja de Van Gogh y David Bisbal. Por eso tienen que ir a la lista de lo mejor. Los conciertos de Valladolid, y la música en general. A pesar de que es imposible de que llueva a gusto de todos. Por ejemplo, si ustedes se encuentran por la calle con Laura López, la vallisoletana que nos hizo vibrar ganando la medalla de plata en Pekín en natación sincronizada, y le preguntan, seguramente les diga que lo que ella cambiaría de las fiestas es esto. «Mejoraría un poco la calidad de los conciertos», sostiene. Pero también tiene un rincón en el que perderse. La pregonera de las fiestas de 2009 no perdona una visita a las casetas gastronómicas. O dos.


Y una vez allí arriba, no está de más cuadrar los relojes para que la visita coincida con el espectáculo pirotécnico. Los fuegos, para los menos técnicos. Apunten. Los días 7, 8, 9 y 11, a las 22.15 horas. Por la aceptación que tiene este espectáculo, merece ir a la lista de lo mejor, aunque este año el festival, que no concurso (no habrá ganador), esté teñido de luto. La empresa Pirotecnia Zaragozana, que iba a disparar el jueves, no lo hará por el terrible accidente que se registró en sus instalaciones el pasado lunes. Seis muertos. Una noticia terrible que hace que esta tragedia se coloque, con letras mayúsculas y en primera posición, en la lista de lo peor de este año.


Todavía queda espacio en el saco de lo bueno. Tanto como para meter la noria, el tren de la bruja, el perrito piloto y el algodón de azúcar. Unas fiestas sin una visita a los carruseles no es lo mismo. Aunque le dé vértigo y no monte. Solo por el placer de dar un paseo y jugar ese cartón de bingo que te suelen regalar para ver si te picas.


Y si no se divierte, ahí tiene las casetas. Lo más nombrado entre lo preferido de los rostros conocidos de Valladolid. Por ejemplo, el del escritor César Pérez Gellida. «Me gusta la feria gastronómica, volver a ver a la gente que he perdido de vista, el ambiente de la calle y juntarme con los colegas de toda la vida», dice. Pero no se olvida de poner deberes al nuevo equipo de Gobierno: «Hay que hacer más esfuerzo a la hora de elaborar el cartel de conciertos e invertir más dinero en atraer público de fuera», añade.


En cualquier caso, si ha llegado leyendo hasta aquí, olvide todo lo que pone en estas dos páginas. Hay tantas listas de lo mejor y lo peor como vallisoletanos disfrutando de las fiestas. Haga la suya. Marque en rojo lo que le dé la gana y tache del programa lo que no le venga bien. Pero, sobre todo, páselo bien, que para eso estamos aquí. Felices fiestas.