Jóvenes gitanos que rompen moldes

Á. Fernández
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Cuatro vallisoletanos explican su experiencia personal de superación frente a la discriminación que sufre todavía la comunidad romaní y exigen una plena integración social

030423JT_1065.JPG - Foto: Jonathan Tajes

El pueblo gitano presume orgulloso de sus raíces, de su historia, de su tradición, pero si hay algo que mantienen siempre presente es, sin duda, su protagonismo dentro de la cultura española, algo que no es correspondido por el resto de la sociedad, como menciona Richard Cerreduela cuando dice que «muchas veces, en la universidad me dicen ¿de dónde eres? Y claro, yo soy gitano, pero soy español y me siento tan español como cualquiera».

Actualmente, Valladolid cuenta con aproximadamente 7.000 personas de etnia gitana, y al igual que otros lugares, estas pelean por la reivindicación de su comunidad, que pasa por recibir derechos básicos, como el acceso total a la educación, la igualdad de oportunidades en el empleo o la protección frente a la discriminación racial. Cuatro jóvenes vallisoletanos han querido contar sus historias para intentar contrarrestar la desigualdad contra la que su etnia lleva años combatiendo, aunque confiesan que «falta mucho por hacer y aún sigue habiendo mucha discriminación».

Jennifer Gabarri tiene 30 años, estudió Magisterio en la Universidad de Valladolid y actualmente se dedica a formar en la Fundación Secretariado Gitano como educadora digital a aquellos que quieren conseguir un futuro mejor y más próspero. «La figura docente es vital. La dedicación de los maestros a la hora de enseñar y el incluir temas relacionados con el pueblo gitano, como su historia y su cultura puede ayudarnos a continuar y a darnos a conocer».

El anteriormente mencionado Ríchard Cerreduela es el benjamín del grupo. Con tan solo 18 años ha conocido el mundo universitario y actualmente destaca cursando primero de Trabajo Social, un sueño cumplido para él y en el que aún tiene que escuchar comentarios que menosprecian a su etnia. «Muchos no conocen nuestra historia, no pueden valorar lo que hemos sufrido, y su desconocimiento implica que te juzguen sin motivo».

Carmen Duval tiene 22 años, también es estudiante de Trabajo Social en la universidad, sin embargo, ella ya ve la luz al final del túnel, puesto que se encuentra en su último año. «Si algo se nos achaca siempre es que a la hora de juzgarnos, solo ven lo malo y cuando tenemos un referente en lo positivo, prefieren ignorarlo. Según gran parte de la sociedad, somos los únicos que no trabajamos ni estudiamos y los únicos que estamos siempre de juerga o robando».

Por su parte, Yoana Motos es una mujer con determinación, ya que en su día no pudo terminar sus estudios, pero ahora ha tomado la decisión de retomarlos y está sacándose la Educación Secundaria Obligatoria en Radio ECCA. «Mi padre decidió sacarme del instituto, pero ahora he decidido reengancharme para poder hacer algo en la vida».

Inclusión social

Todos ellos tienen algo en común: la lucha contra los estereotipos y la percepción errónea que se tiene, por lo general, hacia su cultura, su idioma o sus tradiciones. «En la universidad, al estudiar Trabajo Social, no he recibido desprecios racistas ni he conocido a gente con ideas contrarias a nuestra cultura, pero en otros lugares, como el gimnasio, he escuchado auténticas barbaridades», comenta Duval.

Y es que, si echamos un vistazo a los datos de la Fundación Secretariado Gitano, la tasa de fracaso escolar, que marca que casi un 63% de los gitanos no termina la Educación Secundaria Obligatoria, es desgarradora y eso se puede deber a diversos factores. «Se deben aportar temas relacionados con nuestra cultura, al igual que se estudian menciones acerca de las culturas musulmana o judía. al igual que nuestras familias tienen que darle la relevancia oportuna a la educación, y desde la Administración se debe velar por cumplir unos mínimos para que el alumnado gitano se sienta respaldado y con ganas de continuar», expresa Gabarri.

Pero en la actualidad, todos coinciden en que la mentalidad de muchas familias ha cambiado gracias a los progresos de valientes que han dado un paso adelante para enfrentarse a las críticas y han decidido luchar por un futuro digno. «El hecho de que nuestros padres o abuelos no tuviesen una educación dificultó su desarrollo, pero ahora eso es distinto y muchos gitanos están encantados de que sus hijos estudien y tengan un futuro próspero», señala Cerreduela.

Este 8 de abril se celebra el Día Internacional del Pueblo Gitano, y desde la Fundación Secretariado Gitano, bajo el lema «Conócenos» quieren reivindicar la lucha ante situaciones de marginación.