El tesoro musical de la UVa

Javier M. Faya
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La donación el pasado junio de la colección de vinilos de William Chislett ha supuesto un salto de calidad decisivo en el departamento de Musicología, que prepara un proyecto para la difusión de su material

Mikel Díaz-Emparanza, coordinador de Musicología de la Universidad de Valladolid, muestra la 'joya de la corona', la colección completa de obras para piano de Ravel. - Foto: J. Tajes

A Mikel Díaz-Emparanza le tocó hace poco la 'Lotería'. No, no fue el Cuponazo, ni el sorteo del Euromillones ni nada parecido lo que le cayó al coordinador del Área de Música de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Valladolid. Pero para un melómano como él hay cosas que no tienen precio, y el regalo en forma de donación de 440 vinilos que el pasado junio le hizo a la UVa el periodista jubilado William Chislett es un buen ejemplo. Y es que esta pasó de disponer de  una colección aceptable de 2.000 discos a dar un gran salto de calidad, tanto que tienen entre manos un ambicioso proyecto para difundir la colección. Pero es que no se queda todo ahí porque, atraido por la noticia, un madrileño acaba de firmar un acuerdo-contrato de cesión para que el centro haga uso de 450 vinilos y un magnetófono de los 60. De esta manera, con este 'efecto dominó', el departamento se va a convertir en un punto de referencia en España.      

Se ríe este bilbaíno de 48 años afincado en la capital más de media vida cuando le pregunto si del material regalado por el comunicador británico hay alguno de Iron Maiden, La Polla Records, U2, Extremoduro… «Se aleja un poquito de ahí», comenta divertido. «Es música clásica, académica de todas las épocas, es una colección con material adquirido entre los años 50 y 70, de diferentes compositores como Mozart, Beethoven, Dvorak, Elgar... Son ediciones que no están reeditadas en digital», avisa el docente, al tiempo que recuerda cómo dieron con el singular hispanófilo a través de un anuncio que puso en Twitter tan simple como este del pasado 9 de mayo: «Vivo en Madrid y tengo 450 discos de música clásica, heredados de mi padre musicólogo en Oxford y en condición prístina. Busco un sitio donde puedo donarlos. Mandarme un mensaje si interesa. He consultado algunos conservatorios de música y no tienen espacio». 

Este mensaje, que casi parecía un SOS -le habían rechazado en la Biblioteca Nacional y el Real Conservatorio de Música- fue cazado al vuelo por un compañero de Emparanza, Juan P. Arregui. Todos se pusieron a remar hasta lograr el objetivo después de varios correos electrónicos y llamadas telefónicas. En dos semanas lo lograron. 

Fue toda una proeza vencer en la carrera por hacerse con semejante botín a la mismísima Universidad Complutense de Madrid o la de Alcalá de Henares. Cuesta creerlo. Parece que quedaron 'finalistas' esta última y la pucelana. La razón nos la da el propio Chislett: «Me decidí por Valladolid porque tiene un departamento de Musicología». 

La magnitud de esta cesión es tal que, como señala Victoria Cavia, directora del Aula de Música de la UVa, «la donación de esta colección contribuye de manera significativa a la función cultural y de servicio que cumple el Aula de Música, contribuyendo a enriquecer  la experiencia musical para la comunidad».

Hay que tener en cuenta que estos discos han viajado desde 1974 por todo el mundo, ya que su hasta hace poco propietario se los había llevado consigo a México, Londres, Madrid… Todos se los regaló  su padre, W.A., un prestigioso musicólogo que donó 4.000 a Oxford. 

Los que llegaron en junio son de gran calidad, como recalca Díaz-Emparanza: «Nos interesa tener versiones que no aparezcan en ningún soporte digital. Hay música renacentista, barroca...». Desde luego en Wallapop no se encuentra. «No», sonríe. «Estamos hablando de algo muy difícil de hallar que no ves ni en Spotify, Tidal, Deezer... Hay discos que tienen 70 años». 

¿Y la 'joya de la corona'? Sin dudarlo un segundo, saca casi como un autómata un disco de entre la maraña de vinilos de la estantería que, por su presentación, deja a las claras que estamos ante algo grande. Y es que  no todos los días se ve un delicado estuche con un lazo de pasamanería verde rematado en dos borlones de ese color, que son los de la tinta que se emplean en la base del mismo. Ya es una obra de arte en sí. Se pueden ver los rostros enfrentados de dos genios de la música: a la izquierda, el compositor francés Maurice Ravel y a la derecha el pianista inglés Walter Gieseking. «Es una grabación de las obras completas para piano de Ravel compuesta de tres discos. No hay una versión digital disponible», señala el profesor. ¿Única en el mundo? Palabras mayores. Que se sepa. Habrá coleccionistas que la tengan, aunque se desconoce cuántas y en qué estado.  

Poner un precio a este pequeño tesoro circular resulta difícil pues no se sabe cuántos hay, por lo que el único que podría tasarlo sería un anticuario. ¿2.000? ¿3.000? Quizá.  

Lo mejor de todo esto es que hay un 'efecto llamada', ya que tres meses después de que se publicara el gesto altruista de Chislett, un madrileño, que es representante comercial de productos de automatización industrial, acaba de firmar un acuerdo-contrato de donación con la Universidad de un conjunto de registros fonográficos, como 450 vinilos (música clásica, zarzuela, pop...), 32 cassettes y un fonógrafo de los 60. No llega al nivel del británico, pero eso es lo de menos porque llegarán más mecenas.  

La UVa ha dado tal salto de calidad que va a pelear para que no solo sus alumnos (en febrero ya tendrán a Ravel en clase) puedan disfrutar de los discos. Así, tiene entre manos un proyecto que consistiría en solicitar los recursos económicos necesarios para iniciar un proceso masivo que incluye aspectos como la catalogación, digitalización, preservación de los soportes, cotejo de fuentes sonoras y transferencia a la sociedad mediante un acuerdo para poder escuchar en 'streaming' una selección de todos sus vinilos.