Boal, David y Esther: Tres crímenes sin resolver en Valladolid

A. G. Mozo
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Policía y Guardia Civil mantienen abiertas investigaciones para esclarecer las muertes de de José Luis Boal (en 2009, en su bar de Las Delicias), David Hernández (en 2020, en un parque de Laguna) y Esther López (en 2022, en Traspinedo)

Tres crímenes sin resolver. Tres muertes sin respuesta. Tres investigaciones que continúan abiertas incluso después de haber sido archivadas judicialmente después de más de trece años sin resultados, como en el caso del asesinato de José Luis Boal, el hostelero al que mataron a cuchilladas en su bar del barrio de Las Delicias. El Inici@l ya ni existe, pero el crimen al que da nombre continúa acumulando gestiones en una carpeta con casi doscientos folios de la que nadie se olvida en el Grupo de Homicidios de la UDEV de la Brigada Provincial de Policía Judicial de Valladolid.
El crimen del bar Inici@l es el caso sin resolver más antiguo, la única espinita para la Policía en la ciudad: «Es una investigación que sigue abierta, a diferentes ritmos, pero no se ha cerrado nunca ni se ha olvidado jamás». En la Guardia Civil, la Unidad Orgánica de Policía Judicial de Valladolid tiene entre manos dos asuntos especialmente «complejos», el de Esther López, catapultado casi desde el primer día al escaparate mediático nacional entre una retahíla de incógnitas; y el de David Hernández, el chaval de 18 años al que asesinaron en un parque de Laguna de Duero una noche del confinamiento contra la pandemia del covid-19.

Tres años

Precisamente, este domingo se cumplen tres años de aquel homicidio. Fue durante la madrugada del 16 de abril de 2020, David salió de su casa de manera precipitada y en horario prohibido en aquel tiempo de confinamiento. Su madre recuerda que no le dio explicaciones de a dónde iba, pero se cree que su intención era volver pronto a casa, ya que solo se puso algo de ropa sobre el pijama; pero nunca regresó.
Su cadáver apareció muy cerca, en un parque junto a la laguna de Torrelago con tres heridas mortales (una pedrada en la parte superior de la cara y dos cuchilladas en la zona torácica) y con la sensación de que peleó con sus agresores (la autopsia desveló algunas heridas defensivas). Ni el cuchillo ni la piedra aparecieron jamás, tampoco un testigo ni una grabación de una cámara de seguridad que aportara luz a un caso que lleva tres años abierto pero sin arrestos. Lorena, la madre de David, exige respuestas e información: «No sé absolutamente nada y es muy frustrante que no se produzca ninguna detención, que no haya ningún sospechoso, que no nos hayan contado nada y que siga bajo secreto de sumario, que ni mi abogado puede obtener algo de información del juzgado», señala a este periódico.
En efecto, este asunto está en manos del Juzgado de Instrucción número 3 y continúa bajo secreto sumarial, «y así seguirá hasta que la juez lo decida y no haya aspectos que averiguar», aseguran fuentes cercanas al caso consultadas por El Día de Valladolid, que explican que «el móvil del crimen de David está muy claro, pero faltan las pruebas que lo demuestren». Siempre se ha hablado de varios autores, de que pudo ser un ajuste de cuentas por una deuda, pero la única realidad es que la investigación cumple ya tres años y todavía no ha habido detenciones y ni se ha clarificado cuál fue el móvil.

En julio

En el crimen de Esther López, la situación es totalmente la contraria. Ese hermetismo que tanto gusta a los investigadores de homicidios se esfumó pronto en el caso de la muerte de esta vecina de Traspinedo que ha recibido un seguimiento mediático minucioso y que habría entrado ya en la fase final de la instrucción judicial, que se prevé que pudiera estar lista «a mediados del mes de julio».
Las fuentes consultadas por este periódico confirman que «todavía falta alguna prueba de hacerse» y se apela a la prudencia, la misma que faltó en el comienzo de esta investigación, cuando se difundió demasiado pronto el arresto de un conocido de Esther, un vecino de la zona de chalés de Traspinedo en la que se perdió la pista de esta mujer de 35 años. Este hombre, que llegó a estar detenido durante seis días, sigue en la causa judicial en calidad de investigado junto a otros dos amigos de la fallecida, los dos con los que Esther prolongó la fiesta el día de su desaparición; uno de ellos, Óscar, se ha convertido en el principal sospechoso, pero por ahora no se ha hallado ninguna prueba de peso en su contra, nada que permita su detención.
La principal hipótesis es que la fallecida murió la madrugada de ese 13 de enero en que no regresó a su casa. Se cree que pudo sufrir un atropello –se desconoce si accidental o intencionado– y que el autor, en lugar de confesar, decidió ocultar el cadáver hasta que la madrugada del 5 de febrero habría sucumbido a la presión de las búsquedas de Esther y lo 'colocó' en una cuneta tan de paso que parece imposible que nadie viera el cadáver durante casi un mes.
Además, la forma en que estaba el cuerpo en esa cuneta –apareció boca abajo, con los brazos pegados al cuerpo y el bolso encima, no con el rictus típico de un atropello– apuntaría a que alguien tuvo que depositarlo después de trasladarlo desde otro lugar, pero ni siquiera la colaboración de equipos de élite de la Guardia Civil han servido para poner luz a este caso. Expertos en criminalística, en investigación de accidentes, en análisis de escena de homicidios, los mejores agentes de la Unidad Central Operativa (UCO)... todos se han sumado, pero no se consigue clarificar nada. Por ahora.

El vídeo del asesino

Porque, como recuerdan los especialistas en investigación de homicidios, la paciencia es clave. Que un caso se vuelva a enfocar de cero, que un equipo nuevo lo asuma y trabaje sin 'contaminarse' por lo hecho antes y hasta que alguien se plante en la puerta de lo que fue el bar Inici@l un 17 de septiembre cualquiera a las siete de la tarde para intentar meterse en la mente del asesino, ese al que le importó poco que fuera «la peor hora» para matar a José Luis, con «la calle plagada de gente». En el único vídeo con cierto valor de aquel día en Las Delicias se ve a un hombre al que la escasa calidad de la grabación impide identificar y hasta tallar. Se le ve solo, llegando desde la zona de calle Carmelo y paseo de San Vicente, con un gorro y, entre el tumulto, se mete en el bar para, unos instantes después, salir y emprender la huida a paso ligero, primero, y después, corriendo. Una fuga de más de trece años, pero que no ha caído en el olvido. Crímenes sin resolver, pero siempre abiertos.