Cuestión de números

Javier M. Faya
-

La compra de billetes de la Lotería de Navidad en la capital transcurre lentamente y gracias a los turistas, por lo que se espera que tras las Fiestas, los vallisoletanos empiecen a adquirir décimos

Lotería de Navidad en verano - Foto: Jonathan Tajes

La realidad es tozuda. Como los números. No engañan. Puedes darle una vuelta, dos o incluso tres, pero siempre estará ahí. Perenne como la funeraria. La probabilidad de que le toque el Gordo es de una entre 100.000, más difícil que le caiga un rayo a lo largo de su vida (15.300). La Lotería de Navidad se está vendiendo a cuentagotas en Valladolid, principalmente a turistas, ignorantes de la estadística. Como Alberto.   

- Me dice usted que se gasta 80 euros al año, lleva 45 jugando, por lo que se ha dejado 3.600 y solo ganó 20 euros una vez. Es decir, ha perdido 3.580. ¿Le compensa?

- Visto así... Todo ese dinero a la basura... ¿Soy gilipollas? (y se ríe). 

Este militar retirado de 70 años, oriundo de Ceuta, pero con certificado de adopción de Valladolid (como su mujer, que es de Jaén), acaba de salir de la administración Gato negro -ha cumplido con el rito de los dos euros semanales de la Primitiva como el que va a Misa cada domingo- y nos cuenta batallitas de su época en Cortadura. «Aún no he pillado el número», confiesa, y tiene claro lo que haría si le tocara el Gordo, aparte de ayudar a su hija y su nieto Mateo:«Me compraría una casa en Alicante porque así podría coger el tren que viene de Santander. Me llevan y me traen». Con toda naturalidad nos cuenta que padece una paraparesia espástica, una enfermedad neurodegenerativa que le tocó con 46 años. 

El que sí que fue bendecido por la Diosa Fortuna fue Míchel, que trabajaba en Caja Rural cuando en 1984 el señor 50.076 le arregló un poco la vida:200 pesetas... dos millones. A saber:un R-11, una tele y muebles para la casa. «Fue la única vez que todos los décimos del Gordo estaban en una caja fuerte, también recuerdo que en Íscar y Villalón fue donde cayó la mayoría», señala este gran submarinista a la que la suerte pasó de él desde entonces. Ymira que le echa ganas (200 euros) en cada cita.

destino cruel. Peor fue el caso de Mercedes, una turista en la cola de la administración de Río Shopping. Hace muchos años, ella y una amiga compraron en cierto lugar del que no quiere acordarse... Ytocó. El drama vino porque justo después de adquirir sus décimos, los perdió. «Era un millón de pesetas de por aquel entonces. Justo al darme cuenta de lo que había pasado, le dije:¿Te imaginas que toca?». Puede que ahora le dé la vuelta a la tortilla porque precisamente ahí se repartieron cuatro millones el último 22 de diciembre. Uno de los agraciados, de Zamora, le regaló al dueño, Luis Vázquez de Prada, un jamón («Normalito»). Asegura que tras las Fiestas arrancan las compras y vaticina que «uno de los tres primeros cae seguro» ahí.      

Las que seguro que no juegan este año son Susi y Maite. La primera porque «unos amigos economistas me han convencido de que no toca (luego recula y deja la puerta abierta a un décimo)». De hecho, su marido se llevó un coche en un sorteo... del banco.

El caso de Maite es diferente. Es testigo de Jehová y, como tal, está en contra: «La Biblia dice que no debemos jugar con el Dios de la suerte, y en otro texto se señala que no debería hallarse en ti nadie que practique la adivinación, la hechicería, la brujería ni la adivinación».    

En Las Francesas, Ruth no teme castigos del Cielo y sí desea una lluvia de millones para los suyos, incluyendo a esos turistas ávidos de estos souvenires. No muy lejos de allí, Alberto y su silla de ruedas piden al calvo de la Lotería que los vados mejoren y pueda circular sin caerse por distintos lugares de la ciudad: «¡Eso sí que sería el Gordo!».