El jardín que salvó a un estudiante de Derecho

M. Rodríguez
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El pintor Manuel Sierra recorre con El Día de Valladolid sus diez lugares favoritos de la capital

Manuel Sierra se define como un pintor en exclusiva, a tiempo completo. Explica que expone constantemente y señala que todos los primeros de mayo estrena en un bar. Antes lo hacía en el Minotauro, que ya desapareció, y ahora lo hace en Cococafé, en la plaza de Wattemberg, donde está ‘De mujeres y pájaros’. Un entorno que está entre los diez lugares de la capital que recorre con El Día de Valladolid. Sierra ha renunciado a exponer en las salas municipales porque entiende que el dinero público se debe destinar a apoyar a la gente que está comenzando. Ahora mismo también expone en Palencia, en la galería Arte-Mayor 44 (ex-Marietta Negueruela). Allí se puede ver ‘Obra reciente’, que combina paisaje de Castilla y de montaña. Y advierte de que con el buen tiempo volverá a los andamios porque no se olvida de su faceta de pintor muralista.

1. Museo Patio Herreriano, calle Jorge Guillén, 6. El pintor considera imprescindible la existencia de un museo de arte contemporáneo en Valladolid. Destaca que su programación es buena, pero también que le sorprende el lugar y sus patios interiores, marcados por la sobriedad de su arquitectura. Le gustan sus patios andables y la andadura sencilla que hay entre las distintas salas. También le interesa el espacio que hay antes de entrar, desde donde puede verse la arquitectura del entorno, además de que disfruta de que es un lugar silencioso y desde donde se percibe el río. Asegura que en las noches de verano es un enclave extraordinario.

2. Museo de Escultura, Calle cadenas de San Gregorio, 1. Manuel Sierra asegura que le interesa mucho el planteamiento de museo que no es iglesia, como antaño cuando era tétrico y estaba imbuido de algo ajeno a la expresión artística. Defiende el nuevo planteamiento porque permite el contacto con los autores de las piezas y también destaca que es muy interesante el patio interior y sus aledaños. El pintor alaba la programación abierta a la sociedad que ofrece el museo y los diálogos que plantean con el arte contemporáneo, que califica de didácticos y que sirven para que todo el mundo tenga acceso al arte al poder entender sus claves.

3. Jardín de la Casa Zorrilla, calle Fray Luis de Granada. Elige este jardín romántico, pequeño, abarcable y a escala humana porque es un sitio recoleto donde poder sentarse, estar en silencio y poder, por ejemplo, leer un libro. Asegura que está construido con elementos cercanos a las personas y dice que le encantan las madreselvas, que huelen a miel. También le gusta la Casa Zorrilla y aconseja visitarla, además del entorno donde está ubicada, que califica como el corazón de la estrella de la ciudad.

4. Jardín del Palacio de Santa Cruz, plaza de Santa Cruz, 8. A este espacio le tiene especial cariño porque fue su salvación después de tomar la errónea decisión de estudiar Derecho. Recuerda que allí estaba la biblioteca de la facultad y que allí se pasó media carrera. Describe el jardín como construido a escala de las personas, con proporciones áureas y árboles con historia. Le gusta su fuente, de la que siempre mana agua y le llena de reminiscencias árabes.

5. Plaza de toros octogonal (Viejo Coso). Le llama la atención por ser una plaza dentro del casco urbano y por pensar que allí en algún momento se corrieron toros. Disfruta contemplando esta corrala con balaustradas y recuerda que antes había dos bares que frecuentaba y donde se reunía con gente del mundo de las artes. Esta plaza también le atrae porque fue objeto de un plante ciudadano «muy aleccionador» para evitar que la transformaran  en un bloque de edificios.

6. Parque Ribera de Castilla. Asegura que este pulmón verde de Valladolid es estupendo para pasear y disfrutar de un despliegue de vegetación tremendo. Explica que es largo, con distintos niveles y que permite disfrutar de la ribera del río, incluso con plataformas para los pescadores. Explica que es una conquista de un barrio que consiguió convertir un arenal en el espacio verde que es hoy. También destaca la zona de la desembocadura del Esgueva, que califica de interesante, y disfruta de la cantidad de actividades vecinales que se hacen en el entorno.

7. Calle Núñez de Arce. Le gusta el tramo entre la calle López Gómez y el cruce con Cascajares. Explica que allí está ubicada la Fundación Segundo y Santiago Montes, donde hay una escultura de Oteiza (una de las dos que hay en Valladolid). También aconseja conocer el relieve de Luis Santiago y otro de José Miguel Isla, que están en ese jardín lleno de árboles muy curiosos. De este tramo peatonal destaca los edificios de tres planta, con casas muy atractivas por sus miradores y los bares interesantes que la salpican.

8. Torre y claustro de Iglesia de Santa María La Antigua, calle Arzobispo Gandásegui, s/n. Elige estos dos elementos de  la iglesia porque considera que el resto de su estructura es un apaño de un ‘neotardoretrogótico’. Le encanta la torre románica, con un arranque que te hace parecer que estas en Florencia. Destaca su gracilidad y su tremenda esbeltez. También disfruta del claustro románico, que lamenta esté «tan dejado de la mano de Dios». También destaca el enlace con la zona ajardinada y la plaza de Portugalete, que asegura está siendo muy bien utilizada para todo tipo de actividades. Por contra, le horroriza que se ilumine el resto porque le parece un pastel.

9. Convento de Santa Ana, plaza de Santa Ana, 4. Lo elige porque valora el espíritu numantino de las monjas que lo gestionan y lo han salvado de su cierre. Explica que tiene una colección de niños jesuses increíble, tanto que entiende que a Almodóvar le encantaría este convento. Aconseja las visitas guiadas porque son muy atractivas y descubren piezas y enclaves muy interesantes. También le gusta la plaza en la que está ubicado y su fuente, que considera una de las más bonitas de la ciudad por su sencillez. Recomienda el servicio de lavandería que ofrecen las monjas y recuerda que con ese dinero mantienen el convento y el museo.

10. Plaza Circular. La describe como una de las plazas más atrozmente ruidosas de la ciudad. Vivió muy cerca de ella cuando llegó a Valladolid a finales de los años 60 y recuerda que los primeros cuadros urbanos que pintó eran los edificios de un lado de la plaza. Recuerda que en tiempos de Franco los vecinos se opusieron a que talasen sus árboles, algo que se repitió hace unos años. Le encanta su despliegue de plátanos, que convierte una zona dura proletaria  en un oasis de vegetación y en una plaza muy vivida.