La pandemia supuso un serio golpe para la toda sociedad, pero no todo fue negativo. El sector primario, que no dejó de trabajar en ningún momento, tuvo la oportunidad de darse cuenta de lo esencial de su actividad y hacérselo ver al resto. Las tractoradas que comenzaban a convocarse y celebrarse antes de que nos encerraran en casa continuaron en cuanto las circunstancias lo permitieron y culminaron en un día de celebración y reivindicación. En pocas semanas se cumplirán dos años de la gran manifestación celebrada Madrid. El día 20 de aquel mes de marzo más de medio millón de agricultores y cazadores (150.000 para el Gobierno, hasta 800.000 para los organizadores) colapsaron el capitalino paseo de La Castellana pidiendo respeto para el campo y aprecio por todos los beneficios que aporta a las áreas urbanas.
Después de aquel día las protestas no cesaron, aunque bajaron de intensidad. En diferentes ciudades, por variados motivos y convocadas por diversas ramas productivas, las manifestaciones han estado a la orden del día en los últimos meses. En la mayor parte de los casos, estas protestas tienen su origen en normativas comunitarias que les complican la vida a los agricultores y ganaderos; y esas normativas no afectan solo a España, sino a toda la Unión Europea (UE). Prueba de ello es la situación actual en casi todo el continente: a pesar de que las protestas más mediáticas se están dando en Francia, el panorama anda también revuelto en Alemania, Polonia, Grecia, Italia, Bélgica, Rumanía… y ahora se unen las organizaciones agrarias españolas.
Unión de Uniones ya tiene convocada, hace varias semanas, una tractorada en Madrid para el 21 de febrero, pero las organizaciones profesionales agrarias (OPA) mayoritarias -ASAJA, COAG y UPA-, se han unido a la espiral de manifestaciones esta misma semana. Las tres organizaciones han acordado retomar el calendario de movilizaciones para reclamar un ambicioso plan de choque que recoja medidas tanto a nivel de la UE, como del Gobierno de España y de las comunidades autónomas. Inicialmente, los actos de protesta se desarrollarán en el ámbito regional a partir de la próxima semana.
Y la mecha prendió en EspañaSegún explican las OPA, el sector agrario en Europa y en España está sumido en una frustración y malestar creciente debido a las difíciles condiciones y asfixiante burocracia que generan las normativas de la UE. «Los agricultores luchan frente a un mercado desregulado que importa productos agrarios de terceros países a bajo precio; y esos productos presionan a la baja a los de la UE y a los producidos en España. Estas producciones extracomunitarias no cumplen las normativas internas y representan una contradicción e hipocresía en la actuación política de la UE, entre la política comercial y la política agraria común propia. Una competencia desleal que pone en jaque la viabilidad de miles de explotaciones en España y Europa», han subrayado las tres organizaciones agrarias.
Sin embargo, la Unión Europea sigue cerrando más acuerdos de libre comercio con terceros países que agudizan los problemas de los agricultores y ganaderos de todo el territorio comunitario, denuncian las OPA. Por ello, COAG, UPA y ASAJA van a reclamar la paralización de las negociaciones de acuerdos como el de MERCOSUR -frente al que Francia siempre se ha mostrado contraria-, la no ratificación del acuerdo con Nueva Zelanda y que se aparquen los acuerdos con Chile, Kenia, México, India y Australia.
Además solicitan que el Gobierno de España, con la supervisión de la Comisión Europea, aumente los controles en la frontera con Marruecos para garantizar que los productos agrícolas marroquíes importados cumplen con las normativas internas de la UE y las cantidades arancelarias establecidas en el acuerdo de libre comercio. «Es vital recuperar la preferencia comunitaria para recuperar y garantizar nuestra soberanía alimentaria», sostienen las tres organizaciones agrarias. «Reclamamos una flexibilización y simplificación de la actual PAC, esto incluye tanto los ecorregímenes como las BECAM. La excesiva burocracia está suponiendo unos costes inasumibles para los agricultores y ganaderos profesionales y no permiten cumplir los objetivos en materia medioambiental», aseguran.
Por otro lado, a nivel nacional UPA, ASAJA y COAG reclaman la modificación y ampliación de la Ley de la Cadena Agroalimentaria para prohibir las prácticas desleales y que los precios pagados a los agricultores cubran los costes de producción. Asimismo, piden que la AICA (Agencia de Información y Control Alimentarios) aplique sanciones económicas más acordes a la infracción cometida y que se amplíen sus recursos de control.
También se ha llegado a un acuerdo para solicitar al ministro de Agricultura, Luis Planas, soluciones inmediatas para abordar las problemáticas del sector en todo aquello relacionado con las consecuencias de la sequía y la guerra en Ucrania, precios y costes de producción, simplificación y flexibilidad de la PAC, sectores ganaderos y cuestiones laborales y de Seguridad Social. Asimismo, se va a exigir al Ministerio un observatorio sobre las importaciones y que se refuerce la batalla en Bruselas para exigir reciprocidad, mediante cláusulas espejo, en todos los productos agrícolas y ganaderos que entren al territorio comunitario.
Además, en el ámbito de sus competencias, a las comunidades autónomas se les demandan reformas urgentes en cuanto a la simplificación de los trámites burocráticos que ahogan a los profesionales del campo y un reforzamiento real de los mecanismos de incorporación de jóvenes para propiciar el relevo generacional. Los ganaderos también señalan la situación crítica que están generando las cuestiones de sanidad animal. Una cuestión que ha sido objeto en ocasiones de lucha partidista y en la que los ganaderos son «víctimas inocentes». Exigen una política de sanidad animal coordinada, seria y coherente que ayude a los profesionales del campo y no les hunda.
En otros países.
En el resto de la UE, las protestas de los agricultores van teniendo efecto. Los agricultores de Bélgica (país que ostenta este semestre la Presidencia de la Unión Europea) bloquearon este martes las vías de acceso al puerto de Zeebrugge, uno de los más importantes del país, y llevaron 420 tractores a las calles de Namur en una nueva jornada de protestas contra la disminución de ingresos, las regulaciones medioambientales, los acuerdos de libre comercio o las exigencias de la Política Agraria Común de la UE. Además, continúan los bloqueos en algunas carreteras del país que afectan especialmente a los accesos a Bruselas y a Amberes (norte). Ese mismo martes, su primer ministro, Alexander De Croo, consideró que «muchas» de las peticiones de los agricultores, que encadenan protestas en el país desde el viernes pasado, «son legítimas», y se mostró dispuesto a «tomar medidas concretas» junto con sus socios de la Unión Europea.
En Francia, Macron ya ha mostrado su oposición al acuerdo con Mercosur; posición que, por otra parte, mantiene junto con otros países como Austria o Irlanda desde que se firmó el acuerdo (aún sin ratificar, aunque la Comisión Europea continua con el empeño). Además, pedirá en Bruselas la derogación de la obligatoriedad del barbecho. Sin embargo, los agricultores consideran que las medidas anunciadas por el primer ministro francés, Gabriel Attal, el pasado viernes fueron «muy insuficientes. Hubo un pequeño avance pero quedan muchas cosas por solucionar. Queremos mantener la presión sobre el Gobierno hasta que comprenda que los agricultores no podemos más», aseguraba este miércoles la agricultora Marie Françoise Lepers, delegada del sindicato FDSEA. Lepers confía en que las protestas de sus colegas de otros países de la Unión Europa ayuden a obtener concesiones de Bruselas. «El movimiento comienza a ser a nivel europeo», confía Lepers, que se pregunta «cuándo se movilizan los agricultores españoles». Eso sí, todos los agricultores y ganaderos presentes en la protesta tienen marcada una fecha en el calendario: el próximo 24 de febrero se abre el Salón de la Agricultura de París, la mayor cita agrícola del continente, según los organizadores. «Somos conscientes de que todo lo que reclamamos no se puede lograr en unos pocos días. Pero hay un mes por delante para el Salón de la Agricultura y, entonces, pediremos cuentas», señala un agricultor.
En el caso de Rumanía, el sector primario lleva ya casi tres semanas de protestas. Su primer ministro, el socialdemócrata Marcel Ciolacu, anunció el viernes pasado la concesión de 72 millones de euros en ayudas. «Ya hemos podido resolver la mayoría de las reclamaciones de los agricultores y transportistas, pero el arreglo de algunas otras tardará más», dijo Ciolacu. El Gobierno rumano, formado por socialdemócratas y conservadores, aprobó hace unos días un programa de ayudas para apoyar a los ganaderos y adelantó que está estudiando subsidiar el 25% del coste del gasóleo de los agricultores. Ese plan prevé un apoyo de 100 euros por animal de la cabaña bovina y la posibilidad de aumentar los subsidios a los criadores de cerdos y pollos. «Seguiremos apoyando a los agricultores rumanos. El ministro de Agricultura cuenta con varios proyectos como éstos», afirmó el primer ministro, aunque no ofreció más detalles.
En Grecia, las movilizaciones de los agricultores griegos se intensificaron este el viernes pasado y se expandieron a todo el país, mientras aumentaron los bloqueos de carreteras para exigir al Gobierno exenciones fiscales al combustible y ayudas por la pérdida de cosechas debido a las inundaciones. Como en otros países, una de las principales demandas de los agricultores es la revisión de la PAC, cuya aplicación, según denuncian, reduce a la mitad sus ingresos. El ministro de Agricultura, Lefteris Avgenakis, señaló que está dispuesto a dialogar con los agricultores, aunque reconoció que el Gobierno ha destinado este año unos 240 millones de euros menos para las «ayudas básicas» a agricultores y ganaderos, ya que estos fondos, en función de la nueva PAC, han tenido que ser trasladados a la financiación de infraestructuras relacionadas con el sector primario.
Los productores agrícolas y ganaderos italianos no han querido ser menos y convocaron este martes manifestaciones que afectarán a cinco regiones italianas, tras varias concentraciones espontáneas en los últimos días y siguiendo las protestas en otros países europeos. La movilización está organizada por un movimiento, liderado sobre todo por jóvenes, que se autodenomina 'Rescate agrario' y que la semana pasada protagonizó algunas protestas provocando el corte puntual del tráfico de carreteras, pero sin grandes problemas de seguridad. El ministro de Agricultura, Francesco Lollobrigida, destacó que su Gobierno les apoya: «Seguimos convencidos del lado de los agricultores, de aquellos que quieren trabajar para tener unos ingresos adecuados y crear riqueza para ellos y para el país». Aunque de momento no hay más que palabras.
El sector primario europeo ha tomado conciencia de su capacidad de presión. Habrá que esperar a la respuesta de los gobiernos.
Erre que erre, Ribera.
La vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha firmado en nombre del Estado español, junto con sus homólogos de Alemania, Francia, Portugal, Dinamarca, Austria, Países Bajos, Finlandia, Luxemburgo, Irlanda y Bulgaria, un escrito demandando a al Ejecutivo comunitario acciones concretas y ambiciosas con la vista puesta en el acuerdo de la COP28 para acelerar la reducción de emisiones hasta alcanzar el nivel cero en 2050. Todo ello mientras el sector primario arde precisamente porque no puede soportar las exigencias medioambientales que impone la Unión Europea. «A ver quién lo entiende: por un lado, el ministro Planas diciendo que estemos tranquilos, que se va a mantener (las ayudas a) el gasóleo agrícola; y por otro lado la vicepresidenta mandando cartas a la Comisión para que se acaben los combustibles fósiles cuanto antes», recriminan desde Unión de Uniones. «Es sorprendente que países como Alemania y Francia, con las carreteras colapsadas por los tractores, no estén entendiendo el mensaje que sus agricultores les están enviando», señalan desde Unión de Uniones. La organización agraria considera que aumentar el grado de ambición climática de la UE para ser el ejemplo en el que se miren China, India o Rusia es pecar de ingenuidad: «Todo lo contrario, la experiencia demuestra que lo que hacen nuestros competidores es aprovecharse de cada pérdida de potencial productivo y de competitividad en que se traduce cada nueva exigencia».