Cultura, historia y arte sacro en peligro de extinción

R. GRIS
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Edificios protegidos por su importancia patrimonial se encuentran en un estado lamentable sin solución posible por su largo abandono

Convento de las Carmelitas en San Pablo de la Moraleja.

Lamentable. Este adjetivo calificativo describe a la perfección el estado de conservación de muchos bienes inmuebles de interés cultural, histórico y patrimonial para la provincia vallisoletana. Se trata de monumentos, Bienes de Interés Cultural, iglesias, ermitas, casas privadas incluso yacimientos arqueológicos que corren un serio peligro de perderse para siempre por su estado de conservación. La Asociación Ciudadanos para la Defensa del Patrimonio de Valladolid ha elaborado un informe sobre inmuebles en peligro, algunos de los cuales son de sobra conocidos pero otros que, quizá por su ubicación, se les ha dado menos importancia y que ahora se encuentran en un estado de semiruinas y corren peligro de desaparecer con el paso del tiempo.


En muchos casos, son propiedad del Arzobispado de Valladolid, en otros de los propios ayuntamientos de la provincia, en ocasiones incluso se trata de bienes de ámbito privado con una bandera común; el abandono. Una muestra de que la labor del paso de los años e incluso en algunos casos el pillaje han hecho mella en la enorme importancia del patrimonio vallisoletano.  


Se trata de reliquias y tesoros  a merced del tiempo. Todos los ámbitos están representados, tanto patrimonio cultural, como arquitectónico, religioso y civil.  Dentro de este último grupo podríamos hablar de las Harineras de Simancas; la línea Valladolid-Ariza y las estaciones de ferrocarril de Tierra de Campos. Las bodegas tradicionales de la Denominación de Origen de Cigales y zona norte de la provincia o la Dársena del Canal de Castilla en Valladolid capital.

Cartuja de Santa María de Aniago en Villanueva de Duero.Cartuja de Santa María de Aniago en Villanueva de Duero.


Aunque, sin lugar a dudas, la arquitectura religiosa merece una mención aparte debido a que las cuantiosas pérdidas han sido tanto en el exterior como en las riquezas de su interior.
Claro ejemplo de ello son las iglesias mudéjares de Villalón de Campos. San Pedro y San Juan Bautista, con grietas, humedades y una techumbre que soporta como puede el paso de los años. Aunque en el caso de San Juan está declarada Bien de Interés Cultural, nunca se ha puesto en marcha un plan para su rehabilitación. Incluso por dentro también han visto como algunas de sus piezas de mayor relevancia han desaparecido.

Las imágenes de muchos de estos inmuebles son desoladoras. Tejados derumbados, bóvedas caídas, cimientos en pésimo estado, paredes derruidas... Un sinfín de precariedades arquitectónicas que no parecen tener solución. Y eso teniendo en cuenta que no se trata de bienes inmuebles de pequeña consideración, sino que monumentos declarados BIC como las necrópolis de Pintia, Nuestra Señora de la Armedilla, en Cogeces del Monte, Santa María del Templo, en Villalba de los Alcores y el mismo castillo de San Pedro de Latarce parece que se encuentran en una situación de punto sin retorno.  


Los pueblos más pequeños de la provincia, que no por ello menos importantes, tienen gran valor histórico-artístico como el caso de las iglesias de Curiel de Duero, Moraleja de las Panaderas y Alcazarén, también en una delicada situación.


En definitiva, un gran número de edificios de diversa índole bajo la amenaza de la desaparición ante la dejadez de sus propietarios o la desidia de las administraciones y el Arzobispado. Ahora, se hace ya prácticamente imprescindible un esfuerzo económico mayor para conseguir salvaguardar todos estos elementos arquitectónicos dentro del enorme patrimonio de la provincia vallisoletana.