Si hay un momento en que se generaliza el cerrado por vacaciones es el del puente de agosto. El festivo por excelencia del verano, que marca el inicio del descanso de muchos, pero también de la vuelta al trabajo de otros tantos. Un logro social que hunde sus raíces en la historia y que, en parte, debemos a los romanos. Fue el último rey de Roma, el que ejerció la gracia de conceder un día libre anual a los esclavos durante las ferias de abril en homenaje al dios Júpiter. El sello romano también está en los nombres de los meses estivales, ya que fueron Julio César y su hijo adoptivo Augusto los que trasladaron estas fiestas al verano. Pero el derecho laboral como tal, con las vacaciones pagadas, se planteó por primera vez en el siglo XX, y en España fue en 1918 cuando se aprobó un permiso de quince días libres al año para los funcionarios públicos. Luego, el Gobierno de la segunda República fijó siete días de descanso remunerado para todos en la Ley del Contrato del Trabajo y actualmente el Estatuto de los Trabajadores recoge un mínimo de 30 días naturales de vacaciones. Una situación que no tiene nada que ver con China y Estados Unidos, donde la legislación no impone a las empresas la obligación de conceder ningún día de vacaciones a sus empleados.
Aunque una cosa es tener unos días de asueto asegurado y otra es quién puede disfrutar del veraneo. La Encuesta de Condiciones de Vida de 2022 refleja que un tercio de los hogares no se pueden permitir ni una sola semana fuera de casa, un porcentaje que se duplica si incluye a las familias en situación de pobreza. La inflación ha convertido las escapadas estivales en un lujo, pero siempre queda la opción de volver al pueblo, un entorno mucho más valorado tras la pandemia, o de redescubrir nuestra ciudad, ahora casi desierta, pero sin problemas para aparcar o tomarse una caña.
Aunque desde hace unos años hay un invitado que se cuela en esta desconexión laboral: los móviles. Cada vez son más, sobre todo los jóvenes, los que tienen la percepción de que una actividad recreativa fundamental de estos períodos de descanso es la interacción con redes sociales y comunicar, casi minuto a minuto, a sus seguidores todo su día a día. Un consejo, por su bien y el de sus amigos, es el momento de cerrar por vacaciones la comunicación virtual.