Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


El flautista de Hamelín Pedro Sánchez

02/06/2023

Le voy a decir mi verdad: aun a riesgo de parecer un 'feijoísta' furibundo, pienso que el Partido Popular (este de ahora) nada tiene que ver con el nefasto Donald Trump, un hombre de trayectoria personal, económica y política más que reprobable. Y, aun corriendo el peligro de parecer un radical 'antisanchista', añadiré que la estrategia del presidente y candidato a lo mismo está siendo, a mi juicio, completamente equivocada: no es enfrentamiento y pendencia lo que, creo, quiere el electorado. Ni, por cierto, descalificaciones globales como las que Sánchez nos dedicó este miércoles es lo que, me atrevo a opinar, merecemos, en general, los chicos de la prensa.

Lejos de mí una tentación corporativa de defensa de la profesión, que creo conocer bien porque desde hace demasiadas décadas la practico tantas veces doloridamente. Pero un largo ejercicio del trabajo de mirar lo que pasa en la desdichada política española me hace creer que lo verdaderamente 'trumpista' es el desdén con los medios que no te elogian, que te critican -a veces, claro, excesiva y hasta injustamente- o que te ignoran en los méritos que te atribuyes. La convivencia con los medios hostiles ha sido, y es, una de las asignaturas pendientes de Pedro Sánchez, como lo era -y lo es- de Pablo Iglesias o de Santiago Abascal, por citar solamente los casos 'nacionales' más destacables.

Por supuesto que aprecio -o lo contrario más bien- los excesos con los que determinados sectores conectados a la oposición al Gobierno magnifican errores y minimizan aciertos, que de todo hay en la labor de este Pedro Sánchez desconcertante. Pero, por favor, que no se confunda a los críticos que desde una pretensión de sentido común se pasman con una disolución apresurada del Parlamento -¿por qué lo ha hecho, presidente? ¿No merecemos una explicación, una comparecencia ante la prensa?- con 'trumpistas', 'bolsonaristas', 'lepenistas' o 'salvinistas'.

Una cierta manera, sin duda errada, de entender la política ha llevado al gobierno a sufrir un severo varapalo en las urnas el pasado domingo. Una decisión creo que irreflexiva llevó a Sánchez, el mismo lunes, a anunciar por su cuenta y riesgo, sin avisar siquiera a los dirigentes del PSOE ni a la mayoría de los ministros, a convocar unas elecciones anticipadas olvidando las cautelas del artículo 115 de la Constitución.

Luego, todo está siendo un cúmulo de errores y la comparecencia ante 'sus' parlamentarios, exhibiendo la parte más pugnaz de su conflictiva personalidad, ha sido, quizá, el más destacado de todos ellos, por mucho que un grupo parlamentario dócil -al menos en la superficie- le aplaudiese a rabiar: ese no es el cuerpo social de la ciudadanía, ni siquiera el de esos socialdemócratas que quizá tengan que votarle tapándose la nariz... si es que ellos, al menos, acuden a las urnas en tan caluroso e inadecuado día de julio.

Es preciso que nuestros políticos aprendan a respetar a los responsables de comunicar a la sociedad lo que pasa, y lo digo reconociendo también que los propios medios hemos de saber respetarnos a nosotros mismos. Pero una nación sin medios de comunicación independientes, libres, que ejercen la libertad de expresión como mejor les parece y como mejor admite la sociedad, es una nación sin verdadera democracia.

No, no me gustó nada la comparecencia de Sánchez ante sus parlamentarios, ni que sus parlamentarios se mostrasen tan acríticos tras el veredicto de las urnas: no han entendido el mensaje. Creo que Pedro Sánchez se está convirtiendo en una especie de flautista de Hamelín y acabará conduciendo a la perdición a quienes tan fiel y esforzadamente le siguen... por las razones que fueren, claro, que fuera hace mucho frío, o demasiado calor (sobre todo el 23-J), si lo sabremos los de aquí, a la intemperie.