Es usted el mejor para el puesto: el más cualificado, el que mejor impresión ha causado a los entrevistadores, sus referencias son intachables, su aspecto y capacidad comunicativa las idóneas para el trabajo, sus pretensiones económicas las adecuadas, su formación maravillosa e incluso superior a lo esperado y sus aptitudes y actitud exactas a lo que buscamos. Y por todo eso, le daremos el puesto a otro.
Es ciertamente inexplicable lo de Alemania y Ter Stegen, y por tanto fácil de explicar la actuación del guardameta en Dortmund. No valen ya excusas sobre galones porque entre lo que Neuer ha sido y lo que es media un mundo, porque ya ni siquiera el cacareado mano a mano de Manuel mejora al de Marc André, porque la edad (33 frente a 27) no perdona, porque la regularidad condiciona y el azulgrana lleva tres temporadas a un nivel excepcional, porque ya nadie se cree el cuento de la corpulencia (Ter Stegen mide 1,87 metros y pesa 85 kilos… y mueve esa masa corporal mucho más rápido que el actual Neuer, 1,93 y 89) y mil porques más, entre otros porque nadie, ni siquiera un tipo con pintas de cabal como Joachim Löw, debería estar avalado por el peso de la ilógica.
Si el Barça ficha a Neymar teniendo a Messi y le suma a Suárez, el técnico está obligado a hacerle hueco al tridente como sea. Si Zubizarreta trae en la misma temporada a Claudio Bravo y Ter Stegen (12 millones cada uno, el penúltimo gran servicio de Zubi), Luis Enrique tiene un marrón estratégio y reglamentario: no puede alinear a los dos al mismo tiempo. Es la excusa que pone Löw en Alemania, la del técnico miedoso esperando a que sea el tiempo y no él quien propicie el cambio. Mientras tanto, con exhibiciones como la de Dortmund, Ter Stegen sigue acumulando puntos en el imaginario de quien no se explica (la mayoría) por qué le dan el trabajo a otro.