La reforma laboral de Yolanda Díaz ha conseguido que el mercado laboral español se convierta en dual. Por un lado, están los que tienen un empleo indefinido a tiempo completo que son algo más de 9,5 millones y por otro, los fijos discontinuos que se acercan a los 900.000; con contrato temporal a tiempo completo, 1,4 millones y con contrato temporal a tiempo parcial, casi 600.000. A todos ellos habría que añadir los 600.000 que están pluriempleados. En definitiva, un mercado laboral que no ha logrado la estabilidad que se buscaba. Ahora lo que predomina son lo que USO llama "empleos cerilla". Por ejemplo, el pasado mes de abril se firmaron cerca de 560.000 contratos de trabajo de carácter indefinido, de los que a tiempo completo apenas fueron 131.687. En verdad, se han realizado más contratos indefinidos que personas los han firmado o lo que es lo mismo, pluriempleo y tiempo parcial. Por otro lado, la rotación en el empleo ha llegado a la contratación indefinida que, por tanto, ya no es sinónimo de tener y mantener un empleo estable.
Además, según las ETT un trabajador pasa por cinco contratos al año. Estas empresas deben contratar a 3,6 trabajadores para crear un empleo neto y avisan de que los fijos discontinuos están reemplazando a los temporales por lo que, como les decía antes, no frenan la precariedad. Esta realidad no parece empañar la bella historia que mes tras mes desde la reforma nos cuenta la vicepresidenta Yolanda Díaz. Una realidad que además cuenta con la vergüenza del desempleo del que también se presume mientras la tasa sigue siendo la mayor de la Unión Europea, tanto la general como la de los jóvenes. Si también contamos como parados a los contratados como fijos discontinuos inactivos la cifra se eleva en casi un millón más.
La solución es difícil al no admitirse la realidad y así van poniendo parches como el de compaginar el trabajo y el cobro del paro; que el SEPE no obligue a aceptar un trabajo estando en el paro o a subir la prestación por desempleo. El problema se ve muchos más claramente cuando se contabilizan las horas trabajadas que en realidad son aún menores que antes de la pandemia, la productividad que registra tasas muy bajas y el hecho de que haya muchísimas profesiones que buscan trabajadores y no los encuentran. Eso sí, según la EPA, aumentan las familias con todos sus miembros en paro o los jóvenes que ni estudian ni trabajan. No nos hablen de pleno empleo, cuando la ocurrencia pasa siempre por aumentar las prestaciones, lo que se desincentiva sin ninguna duda la búsqueda de empleo, o subir las cotizaciones sociales, dificultando que las empresas puedan contratar.