Santiago González

CARTA DEL DIRECTOR

Santiago González

Director de El Día de Valladolid


El cierre de comercios desangra a un sector con incertidumbres

07/04/2024

El cierre de un comercio diario en el último año es un dato estremecedor, pero visualiza claramente un goteo incesante que desangra al sector desde hace tiempo sin que, de momento, se vea con claridad cuál es el camino de salida que permita nuevos brotes verdes. El 25 por ciento de los locales comerciales se han quedado vacíos en la última década, lo cual está provocando que incluso se comiencen a autorizar la conversión de estos locales en viviendas. Cierto es que este problema no se circunscribe a Valladolid, ya que el resto de las capitales de Castilla y León están sufriendo esta crisis del sector a golpe de cierres y una evolución de la venta minorista a la cola de España, sin embargo no se puede esperar a que los demás solucionen un problema importante para el tejido económico local y hay que empezar a tomar medidas serias y conjuntas por parte de las administraciones y los sectores implicados (sindicatos y patronal).

Las causas de este declive del comercio tradicional son múltiples y complejas, sin que existan soluciones fáciles a corto plazo. El sector tiene pendiente una fuerte reconversión para acomodarse a los nuevos hábitos y formas de compra de los ciudadanos en la actualidad. Está claro que la sociedad ha cambiado y los comercios deben hacerlo también. Aparte de la inestabilidad económica de los últimos años, agravada por la pandemia de la covid, la guerra de Ucrania y la situación política en España, hay otros factores que influyen en la caída persistente de una actividad que ha sufrido cambios muy profundos en las últimas décadas. La actividad comercial ha evolucionado e incluso se ha incrementado con una mayor capacidad de consumo por parte de los ciudadanos, sin embargo la forma de comprar no se parece mucho a la que había hace tan solo 20 o 30 años. La llegada de los centros comerciales y las grandes superficies, primero, y la implantación de las nuevas tecnologías con la aparición de los gigantes Amazon y Alibaba, después, han ido restando clientes y cuota de mercado al comercio de proximidad.

Y ahí nos encontramos, sin que las tiendas de barrio e incluso las pequeñas cadenas locales hayan encontrado aún su lugar en el nuevo escenario. Y su presencia y fortaleza son necesarias por su carácter dinamizador de la vida económica en ciudades y pueblos de nuestro mundo rural, algo que saben perfectamente quienes viven en localidades que se han quedado sin tiendas o en barrios que han visto casi desaparecer su tejido comercial. Hay que recordar que un 38 por ciento de los municipios vallisoletanos ya no tiene ningún establecimiento comercial y en otro 25 por ciento solo hay uno o dos.

Como dije antes, la situación no es fácil ni las soluciones sencillas. A la feroz competencia del comercio electrónico se une la reticencia -cada vez menor, pero aún existe- de ciertos sectores por lanzarse al mundo digital (redes sociales, venta online, páginas web), la falta de relevo generacional en muchos comercios históricos, el poco espíritu emprendedor de la sociedad actual o el elevado precio de alquileres y traspasos. Todo ello requiere un trabajo largo y sosegado para acometer cambios y reformas que hagan recuperar atractivo al comercio de proximidad. El Ayuntamiento y la Junta de Castilla y León, como administraciones más cercanas y con mayores competencias en el sector, deben impulsar un plan serio a medio plazo para fortalecer una red que hace tiempo ya lleva mostrando síntomas de debilidad que, si no se corrigen, puede contribuir a la despoblación en el mundo rural y a vaciar los locales comerciales en zonas y barrios importantes de la ciudad.

Sin embargo, no quiero acabar esta carta semanal con esta visión pesimista. Por ello, quiero resaltar que el centro aún mantiene su atractivo, especialmente en calles peatonales como Santiago, Teresa Gil, Mantería… pues al contrario que algunos sectores, considero que la ausencia de vehículos favorece a los establecimientos comerciales y la llegada de vecinos y visitantes. El problema de las vías céntricas es el encarecimiento de los locales, cuyos propietarios en muchos casos pretenden sacar tajada de donde no hay. Y también hay iniciativas que últimamente están moviendo el árbol del comercio, como las campañas de bonos (agotados en pocos minutos), los desfiles de moda o las ayudas para digitalización, y que deben aprovechar para subirse al carro de la modernidad e impulsar sus ventas. 

El comercio de proximidad debe acometer de manera inminente un proceso de reconversión, que con ayudas debe colocarle en el siglo XXI, lo que entre otras cosas implica un replanteamiento de horarios y días de apertura para convertir a los turistas y visitantes en clientes del comercio local, además de ajustarse a los nuevos hábitos de compra de los ciudadanos. Todo un reto.