A David Llosa en Valladolid, de donde es y donde vivió 25 años, casi le consideran de Madrid. En la capital española, donde residió una década, siempre han hablado de él como el vallisoletano. Y ahora en Málaga, donde fijó su residencia en 2015, le ponen la etiqueta de Madrid. «Yo soy de Valladolid, eh», deja claro de primeras... por si acaso. David es el alma máter de 'Gatoperro', una formación que lleva quemando carretera doce años, que cuenta con cinco discos publicados y que este verano sacará uno nuevo: «Lo tenemos grabado, aunque casi son dos discos, porque hay veinte canciones. Estamos terminando las mezclas y el máster, y hay ganas de lanzarlo».
Sobre todo porque desde 2018 ha habido un parón. Obligado en parte por la pandemia y en parte por haberse tomado un tiempo de reflexión: «Incluso de pensar en el proyecto, de seguir o no con mi carrera». De hecho, en marzo de 2020 tenían previsto entrar en el estudio a grabar: «Después de la pandemia intenté retomar el disco pero había muchos problemas. Yo en Málaga, tenía a la banda en Madrid, un músico en Canarias y siempre había alguien confinado. Vimos que iba para largo, fue un parón después de muchos años de grabar y girar. Hubo que parar la máquina».
Pero la máquina está de nuevo engrasada y antes de verano sacarán alguna canción «para ir recordando que seguimos ahí». Luego, el disco, quizá bajo el nombre de 'Mi trueno', con menos de esos 20 temas: «Quizá un EP y un LP, y luego canciones sueltas, como en los años 60».
Será el sexto trabajo de una formación que arrancó con este nombre entre 2010 y 2011. David había montado algunas en Valladolid, 'La Fuga de la Iguana', 'Piel Roja' y 'La Isla'. Siempre ha sido un enamorado de la música, desde que encontró una guitarra en el desván de la casa de su madre en Roa de Duero. «He sido autodidacta, componiendo y cantando», aclara.
Con 25 años se fue a Madrid. Allí, con el guitarrista Fernando Arroyo, montó 'David Llosa y la banda de Tirso' antes de dar el paso a 'Gatoperro': «Había que ponerle un nombre, me parecía adecuado para una banda, que captura el espíritu contradictorio de las personas, siendo algo más callejero».
Tras ganar un concurso de jóvenes roqueros de la Junta pudo grabar el primer disco en 2011, 'David Llosa es El Gatoperro', un poco reivindicando quién era. Luego llegaron 'Noches alegres, mañanas tristes', en 2013, con Josu García (Loquillo) como productor y con 'el niño Bruno' a la batería; 'Juglar', un directo en 2014; 'Cowboys', en 2017; y 'Ríen los dioses', en 2018: «Es diferente. Grabado en directo, con la banda habitual. Más comunal, en una casa del campo, tocando todas a la vez».
Desde entonces ese parón... hasta ahora.
Siempre bajo el paraguas del rock clásico, que bebe de los 60, 70 y también de los 90. «Hay también blues, folk, rock más de autor, songwiter (Neil Young), también soul, rhythm and blues. Desde un punto de vista de un cantante blanco de Valladolid. Más europeo. También influencias de bandas argentinas, como Los Rodríguez, Calamaro, Andy Chango; españolas, como Antonio Vega, Enrique Urquijo, Quique González... Antes había más influencias y ahora menos. En el arte siempre te nutres de cosas. Robar hasta tener tu propio estilo, como decía Lenon», añade. Ha girado por toda España, sobre todo en Madrid; y alguna vez en el extranjero, «mezclando placer y trabajo, como en Estados Unidos y México (en el Yucatán), con Sol Ruiz».
Los temas salen de él. A veces primero la letra, a veces la música: «Mola dentro de una misma canción ir de lo íntimo a lo universal. En los últimos años hablo de cómo está cambiando todo y cómo nos adaptamos. Nací en el 79 y mi educación es de otro siglo. Todo está cambiando y cómo nos adaptamos sin caer en la nostalgia, defendiendo cosas del mundo que nos gustaba».