Familia, tradición y cocina de toda la vida

M.B.
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Conchi Sánchez y sus hijos Conchi y Carlos Marcial nos abren las puertas del restaurante Nueva Choza, con 40 años en su actual ubicación y mucha historia detrás

Concha Sánchez, en la cocina del restaurante Nueva Choza. - Foto: Jonathan Tajes

«¿Qué cocina hacemos? Lo típico de una mujer mayor». Conchi Sánchez bromea sobre la gastronomía del restaurante Nueva Choza. Ella es la jefa en los fogones. Siempre ha estado entre ellos, desde que a los 9 años hizo su primera sopa de ajos: «Fue en Alaejos a doña Constanza». Luego trabajó en Madrid, aprendió de forma autodidacta y acabó de hacerse con la cocina junto a su marido, Francisco Marcial, en la Choza, cuando estaba ubicada en la pasarela de Arturo Eyries. De eso hace cuarenta años, porque en 1983 se vieron obligados a 'mudarse' a su actual dirección, en el camino viejo de Simancas, 64.

La Choza había sido El Brasil y El Edén, contaba con restaurante y realizaba celebraciones tipo bodas, bautizos y comuniones, además de eventos del estilo a las Nocheviejas: «Teníamos discoteca y se hacían guateques». Unos temas burocráticos les obligaron a mudarse. Ellos no querían. Y buscaron en locales cercanos, en Las Mercedes, en Las Aceñas... hasta dar con el que ahora les acoge, ya en Simancas: «No había nada, solo tierra y tuvimos que construirlo de cero».

Tampoco fue fácil. Conchi y Francisco vieron cómo el constructor huía con sus ahorros y tuvieron que hacer frente a los sueldos de los trabajadores durante meses «gracias a un préstamo del banco».Aun así, en febrero de 1983, con sangre, sudor y lágrimas, lograron abrir para una boda.

Merluza con crema marinera y verduritas de temporada del Nueva Choza.Merluza con crema marinera y verduritas de temporada del Nueva Choza.Los primeros años de la Nueva Choza fueron exclusivamente de eventos. Hasta que se incorporó al equipo la hija de ambos, Conchi: «Hace unos 10 o 12 años empezamos a trabajar también con el restaurante. Ahora compatibilizamos las dos cosas, las celebraciones y el restaurante puro y duro, con un menú diario todos los días, incluido el fin de semana». Abierto de jueves a domingo, aunque están valorando ampliar también a los miércoles, para comidas y cenas (principalmente con reserva por las noches), su amplio espacio de terraza le confiere un aire de restaurante de verano, aunque su interior le permite funcionar en todas las estaciones.

Nueva Choza es un establecimiento familiar, con Concha (madre) en los fogones; y sus hijos Concha y Carlos al frente. Tiene tradición, gracias a sus 40 años de historia en su actual ubicación, más un buen puñado más en la anterior. Y su cocina es la de toda la vida, con sus guisos, sus carrilleras, su bacalao, su merluza o su lechazo. «El lechazo es el plato por excelencia en las celebraciones», reconocen, aunque la merluza es uno de sus creaciones que más éxitos tiene, tanto en salsa con almejas y gambas, como con crema marinera y verduritas de temporada.

«Tenemos una carta pequeña en la que todas las cosas están muy ricas», aseguran. Su cocina es tradicional castellana. Y cuentan con un menú todos los días por 20 euros (a diario el café está incluido). «Hoy tenemos espaguetis negros, mejillones o ensalada de primero; y salmón con crema de puerros, bacalao a la riojana y solomillo de cerdo con salsa de pimienta de segundo», explican como ejemplo de ese menú.

A su capacidad para unos 200 comensales hay que añadir una espectacular terraza, que hace las delicias de los clientes en las noches de verano y que el resto del año se usa de día. Su clientela es constante, aunque cada vez hay más gente que los 'descubre'. El hecho de haber sido un establecimiento de celebraciones y que hayan pasado a compatibilizarlo con restaurante ayuda. También la mano de Concha en los fogones, aunque asegura de que tarde o temprano debería jubilarse (Francisco, su marido, lo hizo ya hace más de una década). Mientras, sigue disfrutando en la cocina. Y haciendo disfrutar: «Hace poco me hicieron llorar cuando un cliente me dijo que la salsa de los muslitos de codorniz le había llegado al corazón». Sus hijos lo ratifican: «Cocina tan bien como habla».