Indemnizan al matrimonio de Valladolid con hipoteca y sin casa

David Aso
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'Compraron' el inmueble que les enseñaron, propiedad de un banco, se toparon después con que les habían vendido otro por error y, tras año y medio de conflicto, pero días después de presentarse la denuncia, la inmobiliaria ha elevado la indemnización

Vivienda comprada realmente por el matrimonio vallisoletano indemnizado por una inmobiliaria que le ofreció la que había enfrente. - Foto: Jonathan Tajes

Haya Real Estate ha indemnizado al matrimonio de Valladolid que 'compró' una vivienda que le ofrecieron y se topó meses después con que le habían vendido otra por error y en peor estado. El caso iba directo a juicio, tras formalizarse la denuncia a finales del pasado mes de febrero, una vez transcurrido año y medio de pleiteo prejudicial, pero la inmobiliaria citada, contratada por el BBVA (titular del inmueble que se les traspasó realmente pero no del primero, que pertenecía a otra entidad financiera), ha elevado la cuantía económica ofrecida para resarcir a los afectados, que la han aceptado para evitar seguir pagando cuotas de hipoteca sin poder disponer de ninguna de las dos casas. Se quedan así finalmente, por tanto, con la casa que compraron sin saberlo.

El conflicto se remonta al verano de 2022, tal y como ya informaba El Día el pasado 9 de febrero. José Manuel L. C. y Pilar G. G., matrimonio de Valladolid con dos hijas de 12 y 14 años, querían comprarse casa y localizaron en internet el anuncio de un adosado que les «cuadraba», en la urbanización Los Arcos de Mojados. La inmobiliaria que lo publicitaba se lo enseñó y decidieron comprarlo por el precio marcado ya de inicio, 80.000 euros. Escrituraron en septiembre de 2022, les entregaron las llaves y nueve meses después, cuando estaban terminando con los arreglos y demás para mudarse por fin, se encontraron de un día para otro con que alguien había cambiado la cerradura. ¿Una okupación? Eso pensaban pero no, aunque tal vez peor porque, al denunciar, se enteraron en el juzgado de Medina del Campo de que esa casa no era suya (a pesar de ser la que les enseñaron y presuntamente compraron y escrituraron), sino que, a efectos legales, habían adquirido la de enfrente, la cual no habían visto hasta entonces y se encontraba en peor estado tras haber pasado, ésta sí, por una okupación. Ahí empezó ya el pulso por pactar una indemnización que evitara el juicio; sin vivienda propia que pudieran utilizar, sin las llaves de una ni otra, pero pagando religiosamente la hipoteca desde hace más de un año y residiendo en un piso prestado por un familiar.

El contacto del anuncio era una inmobiliaria de Valladolid que actuaba como mera intermediaria. Les informó de que la vivienda procedía de un embargo por el que había pasado a ser propiedad de un banco, BBVA, y cuya gestión correspondía a otra inmobiliaria que maneja inmuebles de distintas entidades financieras, Haya Real Estate. «Asumió el error y aceptaba indemnizar», contaba Pilar a El Día, pero por una cantidad que no cubría ni la mitad de los 43.000 euros en que un arquitecto técnico, a través de un informe, valoró los arreglos que necesitaba la casa que en realidad habían comprado. La que creían haber adquirido también procedía de un embargo, pero de otra entidad financiera que, además, ya se la vendió meses atrás a otro comprador, al tiempo que los electrodomésticos y otros enseres que compraron ya Pilar y José Manuel permanecían «apilados en un garaje», después de que "al menos" les permitieran sacarlos.

Datos erróneos

En el origen del problema hubo un cruce de datos de uno y otro inmueble que no corrigió nadie en todo el proceso de la operación de compraventa. «En el borrador de las escrituras, y en las que terminamos firmando, figura tanto la referencia catastral como la dirección de la vivienda que visitamos y creíamos estar comprando, pero el número de finca era el de la casa de enfrente y nadie se dio cuenta», explica Pilar. Ni el BBVA, ni Haya Real Estate, ni el notario, ni la inmobiliaria vallisoletana que ejerció de intermediaria, ni los compradores… "Tampoco ING, el banco que tasó la vivienda (la que habían visitado y creían comprar) y con el que nos hipotecamos", subraya Pilar, pagando cuotas desde entonces sin poder disponer de ninguna casa.

Según su versión, después de cerrar la operación en septiembre de 2022 gastaron más de 6.000 euros en comprar una caldera nueva, cambiar grifería, arreglar ventanas… La casa que no era suya aseguran que la dejaron así "lista" con idea de entrar a vivir en el verano de 2023, pero a finales de primavera llegó el cambio de cerradura por iniciativa de la entidad financiera que era la verdadera propietaria y que entonces completaba su particular proceso, desarrollado en paralelo, para tomar posesión de tal inmueble.

Así acabó este matrimonio costeando el arreglo de una casa que no era suya, mientras la que habían adquirido realmente se la encontraron «destrozada».

El informe técnico de valoración que encargaron a un arquitecto técnico reflejaba «grandes manchas» de humedades y filtraciones, así como la ausencia de suministros. No había enchufes ni interruptores, ni siquiera el timbre de la puerta. De los radiadores sólo quedaba huella de donde estuvieron en la mayoría de estancias; hojas de puertas y rodapiés arrancados, suelo laminado a medio montar o desmontar, carencia de contador de agua...

Costes

El presupuesto de todas las reparaciones para hacer «habitable» esta vivienda se cifraba en dicho informe en 43.009,65 euros, mientras la inmobiliaria del banco les ofrecía menos de 20.000. Sin embargo, tras la denuncia interpuesta a finales de febrero, ha elevado la indemnización hasta "un punto medio" que el matrimonio afectado ha decidido aceptar. "Sigue sin llegar para cubrir gastos, pero nuestra abogada nos avisaba de que el juicio podía tardar más de un año, y aunque nos dieran la razón, si teníamos que seguir pagando cuotas sin vivir en la casa y cubrir los honorarios de la abogada…", piensa Pilar. Temen que la inmobiliaria también ha "jugado" con todas estas variables para indemnizar a la baja, pero han decidido dejar el orgullo a un lado para, "por lo menos" dejar de ser un matrimonio con hipoteca y sin vivienda propia.