Jesús Quijano

UN MINUTO MIO

Jesús Quijano

Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid


Hace cuarenta años

31/10/2022

Se recuerda estos días que hace cuarenta años se produjo la llegada al Gobierno de la Nación de aquel PSOE que encabezaba Felipe González. Fue aquel 28 de octubre de 1982. Al terminar el recuento tras la jornada electoral, el PSOE había obtenido 202 escaños en el Congreso de los Diputados, una mayoría absoluta (la mínima es de 176) verdaderamente impresionante. Siempre se dijo que Alfonso Guerra la tenía pronosticada en su conocida afición a estudiar los sondeos, pero, aun siendo así, la proclamación oficial de aquel resultado fue sorprendente. Ni siquiera había pasado una década desde el comienzo de la transición, si damos por bueno que empezó en 1975, ni cuatro años desde la aprobación de la Constitución en 1978, y un partido que venía maltrecho del exilio y la clandestinidad, recién reconstituido, obtenía un triunfo tan sonado, que le permitía alcanzar el Gobierno con tanta holgura.
Muchos de los que estábamos ya entonces militando en esa causa y participando activamente de la actividad política, no dejábamos de preguntarnos si aquello era cierto, si era verdad que una mayoría tan elevada de la sociedad española había asumido como propia nuestra posición ideológica, si había unas causas concretas que explicaran aquel resultado. Y claro que el resultado era cierto; y claro que no era verdad que la mayoría electoral se correspondiera sin más con una mayoría social, mucho más plural de lo que podía parecer; y claro que había unas cusas que lo explicaban todo.
La sociedad española agradecía a la UCD, y muy particularmente a Adolfo Suárez, la tarea realizada para transitar a la democracia. Pero ahora creía que era necesario un impulso y un asentamiento más firme, y que era el PSOE quien estaba en condiciones de protagonizarlo. Estaba muy reciente el 23-F, la UCD se deshacía por momentos, no estaba construida una alternativa de centro derecha que pudiera competir, y todo eso influyó; vaya si influyó. El PSOE había sabido adecuar su proyecto y su discurso a una realidad distinta de aquella en que se paró la libertad y la vida política, ofrecía una imagen homologable a la de la socialdemocracia europea, que lo reconocía como expresión propia, y de él se esperaba una acción progresista, razonablemente moderada y menos radicalizada. Creo que lo supo hacer y por eso la confianza se mantuvo tanto tiempo. Para eso está la historia; para analizarla, repetirla, o corregirla. Según toque.