Este arquitecto de profesión, que ya había sido concejal en la etapa de León de la Riva, ha vuelto al Ayuntamiento para hacerse cargo del proyecto estrella, y compromiso personal, del alcalde, Jesús Julio Carnero.
Está al frente de un área en un mandato complejo por los proyectos tan ambiciosos que se han marcado. ¿Cómo ha vivido estos cien días?
Es un placer volver a la responsabilidad de la política municipal, la más eficaz para el ciudadano. Es un área con una responsabilidad enorme porque ha recuperado temas que antes estaban separados en varias concejalías. Y tenemos el encargo de sacar adelante grandes proyectos, que son difíciles, pero no por ello no se deben afrontar, que es lo que ha ocurrido en estos últimos tiempos.
Carnero ha vuelto a pedir una entrevista con la ministra de Transporte para plantear el soterramiento. ¿Con el Gobierno en funciones puede ser una decisión inmediata?
Es la segunda carta que le escribe. Se dice que el problema es que el Gobierno está en funciones, pero cuando les interesa sí que nos apremian. Esto sucedió con el requerimiento del Ministerio que lleva todos los temas de inmigración por el centro que se planteaba para acoger refugiados, que en estos momentos está en estudio. ¡Cuando les interesa están tremendamente activos! Se celebró un primer consejo telemático de Valladolid Alta Velocidad (VAV) y no al máximo nivel de representación. En ruegos y preguntas el alcalde adelantó que nuestra intención es denunciar el convenio de integración y sustituirlo por el soterramiento, que es nuestro mandato.
¿Se puede denunciar ya el convenio? ¿Conllevaría poner todos los proyectos en marcha?
Cuanto más tiempo pase las cosas se complican, y queremos la máxima rapidez porque hay actuaciones que comprometen seriamente el soterramiento y tienen que ser paralizadas. Se están redactando proyectos, pero si se decide no acometer ciertas intervenciones, los técnicos tendrán que cobrar su trabajo, pero no queremos más gastos. El costo de soterrar es elevado y no interesa seguir poniendo más dinero en otras cosas que no interesan.
El futuro que queremos para Valladolid no pasa por 27 agujeros como el túnel de Panaderos
Pero, ¿pueden denunciarlo ya y paralizar la integración?
Hemos pedido formalmente una reunión presencial del consejo de VAV, con el máximo nivel de representación. Ahí tendremos toda la información sobre cuál es el estado del convenio actual y entre todos buscar la solución menos dramática y costosa para que la integración actual no se lleve a cabo. Hemos visto el túnel nuevo de Panaderos, que ha ganado un espacio para los ciudadanos con la plaza, pero hay que pasar las vías por debajo y sigue siendo un túnel. No es la solución. Además, el ascensor ha estado varios días averiado y eso para las personas con problemas de movilidad es un problema. El futuro que queremos para Valladolid no pasa por 27 agujeros como el túnel de esa calle.
También están pendientes las obras para la mejora del túnel de Labradores. ¿Cuándo comenzarán?
Esa intervención es lógico que se haga porque el túnel es necesario para que los flujos de entrada y salida a la ciudad se completen. Hay que hacerlo para que no vuelvan a ocurrir incidentes con vehículos de cierta altura que se siguen quedando atascados por la falta de galibo.
¿Hay fecha de inicio?
Ha habido un modificado en el proyecto porque estaba vinculado a que el túnel tuviera una intervención más intensiva. Ahora se actuará para bajar la cota del suelo para ampliar el galibo. Será una obra corta. Se ha paralizado el contrato para que la empresa no esté a la espera. Creo que en poco más de mes y medio se pueda comenzar y durará entre cuatro y seis meses.
También gestioná la reforma del estadio y la ciudad deportiva. Cuando llegaron había un proyecto que se modificará. ¿Cómo están las negociaciones?
Cuando analizamos el nuevo convenio que se iba a firmar por la anterior Corporación vimos que para nosotros no tenía un recorrido. Contemplaba la cesión para la construcción de la ciudad deportiva y hablaba de una intervención en el estadio, pero la dejaba a un plazo inverosímil. Si se cedía por 50 años, las intervenciones comenzaban a los 45 años, lo que dificultaba la transformación en un estadio que no cumple con ninguna normativa de seguridad y circulaciones. Es un estadio obsoleto, que hay que reformar para reunir esos requisitos.
Pero, ¿cómo están las negociaciones con el Real Valladolid?
Se juntan muchas cuestiones: no estamos en el mejor momento deportivo, y eso daría alas al proyecto, aunque estoy convencido de que reconducirán la situación. Lo que pedimos es un esfuerzo entre todos para que la remodelación del estadio se pueda acometer con brevedad. Por lo tanto, tratamos de que el club haga un mayor esfuerzo económico que revierta en ese estadio, que es de los ciudadanos.
¿Influye en la negociación los rumores de venta del club?
Ahí no tengo mucho que decir. Entiendo que un club como el Real Valladolid es objeto de deseo y despierta interés. En las conversaciones que tenemos creo que el proyecto que lidera Ronaldo es a largo plazo y que no hay intención de abandonarlo. Y esto nos parece conveniente porque si negociamos un plan de futuro necesitamos un interlocutor. Pero cuando se saque la concesión y los pliegos de la nueva fórmula podrá concursar cualquier interesado.
¿De qué plazos estamos hablando?
La intención y los ritmos tan intensos que imprime el alcalde apuntan a que el acuerdo para sacar los nuevos pliegos será rápido. Espero que en no más de un mes lleguemos a un acuerdo.
También está la modificación del PGOU para integrar el soterramiento. ¿Es puntual del área afectada o una revisión completa?
No queremos perder ningún plazo por lo que son tramitaciones administrativas. Queremos tener los deberes hechos para que en el momento en que se suspenda el convenio de integración y se pueda acordar por la VAV el del soterramiento esté adaptado el PGOU. No es un cambio sustancial; hay quien piensa que no se necesitaría ningún retoque porque el planeamiento actual no habla de capas y da igual que el ferrocarril vaya a cota cero o a menos ocho metros.
Pero debe haber algunos ajustes porque aparecerá un nuevo suelo en superficie, que tiene que ser usado de otra forma: se convertirá en un gran corredor, que será el nuevo pulmón verde de Valladolid. Será absolutamente peatonal, ciclable y ecológico. Los ciudadanos no se han hecho una idea de cómo cambiaría la ciudad cuando desaparezca el tren de la superficie.
Pero se vieron muchas infografías con el plan Rogers. ¿No será más por incredulidad?
Últimamente no se están viendo. Y eso también es un poco responsabilidad de los medios, que son las ventanas que abren la vista a los ciudadanos. Hay que poner en la cabeza de los vallisoletanos cómo podría ser esa transformación. La hemos perdido por haber agachado la cabeza y renunciar a ese gran proyecto. Siempre hemos recorrido las calles adyacentes a la vía del tren con una tapia enorme, que no favorece la percepción del gran espacio que está oculto ante nuestros ojos.
Ahora que se han derribado algunas tapia se ve el suelo de los antiguos talleres de Renfe. ¿Ya es propiedad del Ayuntamiento? ¿Se puede empezar a descontaminar?
Todavía estamos en los últimos flecos para cambiar la titularidad. A veces es difícil entender cómo son los plazos con los que trabajan las administraciones. Lo que tenemos que hacer es ir un poco por delante para ganar el máximo de tiempo posible porque la gente necesita ilusionarse y ver que los pasos se van dando. Luego se puede tener paciencia, pero necesitan ver que se comienza en una dirección. No habrá dejadez o negligencia, lo haremos con el máximo de los impulsos.
En esos terrenos estaba previsto el nuevo barrio de Talleres y la estación de autobuses. ¿Se mantendría esa idea?
Hay que volverlo a valorar. El plan Rogers tenía una visión muy acertada. Fue un privilegio que su estudio, uno de los tres más punteros del mundo, pensara y pisara Valladolid. Ese proyecto, para el nudo de la estación, contemplaba un túnel, mucho más complejo, con entradas, salidas y derivaciones. Pero era un corredor que sí que permitía soterrar porque se construían a la vez las dos infraestructuras, lo que hacía que no necesitara cimentación, ni una gran superestructura.
Un túnel ahora, en esa zona, pensado solo para vehículos, donde tiene que circular el tren por arriba, seguro que desciende a mucha más cota y no permitirá que a esa proximidad de la estación pueda ganarse la cota suficiente. El viaducto tiene sus problemas, pero se pueden ir paliando con mantenimiento. Son cosas que debemos analizar porque no conocemos el proyecto que está realizando la ingeniería que tiene esa encomienda. Cuando se conozcan datos, estoy casi seguro que confirmaremos que el túnel que se está diseñando no es compatible.
¿Cuándo estará lista la modificación del PGOU?
Como no son transformaciones de gran calado será rápido, aunque ahora no estemos trabajando con ello como máxima prioridad. Lo estamos haciendo desde dentro de la casa y en cuanto tengamos noticias de que se puede sustituir el convenio, los ajustes que haya que hacer estarán preparados.
¿Estará lista la modificación para que si Inobat recibe el Perte Vec pueda instalarse en Valladolid?
Por supuesto. Ahí hay que decir que la anterior Corporación actuó de una manera ágil y eficaz, y nosotros continuamos en esa línea. Lo único que necesitamos es una decisión firme.
Otro proyecto que se arrastra es el del Parque Agroalimentario. ¿Se va a relanzar este plan?
El horizonte del Parque Agroalimentario es a medio plazo. Se concitan diversas áreas que tienen que trabajar en esa dirección.
¿La estación intermodal la dotación que puede potenciar ese parque?
Esto va a suponer un desarrollo tremendo. La estación intermodal será el complemento esencial de los talleres de Renfe y lo que se necesita para que funcione bien el 'by-pass' de mercancías. Será un nudo logístico extraordinario y un impulso para Valladolid. Hay desarrollos como San Juan de Valdezoño, que está cerca y que probablemente se puedan desarrollar al amparo de la proximidad con esa estación. Estamos trabajando para que haya buenas ideas y acudan nuevos empresarios que puedan implantar allí sus naves logísticas.
¿Se aplicará también a las licencias?
Las licencias son la queja constante de cualquiera emprendedor. Esto ha sido siempre el caballo de batalla de todas las corporaciones. Ha resultado difícil conseguir avances en los plazos y existía una especie de sensación de fracaso a la hora de atender la demanda ciudadana de agilidad, que supone que se puedan ahorrar costes y problemas.
Nosotros tenemos la exigencia de ser rápidos. El personal de la casa trabaja con eficacia, dentro de lo posible, porque hay mucha complicación a la hora de contrastar las normativas de las distintas administraciones. Cuando vienen de otros países de Europa les sorprende esta complejidad, lo que hace que sea difícil valorar los proyectos a la hora de conceder las licencias. Una idea que trato de consensuar, dentro de la casa, pero también con el Colegio de Arquitectos y de Ingenieros, es la de establecer un programa de Inteligencia Artificial. Se puede utilizar para desarrollar un software que mecanice, en lo posible, la concesión de las licencias. Y el programa podría dar en un tiempo mínimo una solución, aceptar la licencia o detectar cuáles son los errores para que los puedan subsanar cuanto antes.
Habrá que tomar decisiones, terminar la urbanización y ver si se saca a concurso la segunda fase o se decide darle un repensado
Otro problema es la rehabilitación en el 29 de octubre, que se ha quedado sin adjudicatario. ¿Replantearán el proyecto?
Es un verdadero quebradero de cabeza el 29 de octubre. He tenido una reunión con la asociación vecinal de Pajarillos y esto es lo que más les preocupa. No es solo un tema de arquitectura y rehabilitación, es un tema social. Sin una actuación conjunta entre diversos departamentos municipales que acometamos el problema es muy difícil darle solución. La segunda fase no se está pudiendo terminar porque quedó desierta, pero no es solo porque los precios no se ajustaran al mercado actual, que se podría revisar, es un tema de dificultad de trabajo para llevar a buen fin esas obras. Hay que trabajar en unos inmuebles sin que estén vacíos, con los inquilinos dentro, concertando con ellos los horarios para entrar… Y vamos a decir que cuando se visita esa zona, la fase que ya se terminó presenta un estado que no es lo más saludable, está deteriorada. Intervenir, gastar un montón de esfuerzo y dinero, para algo que sabemos que no tiene un proyecto duradero y que no va a llevar a ninguna parte, es complicado. Habrá que tomar decisiones, terminar la urbanización y ver si se saca a concurso la segunda fase o se decide darle un repensado.
¿Se daría un repensado conjunto con Las Viudas?
Efectivamente. Son proyectos similares, los mismos problemas de insalubridad y de falta de toda calidad residencial dentro de los bloques, como el problema social, que en estos casos es mucho más acuciante.
¿Hay algo en este área que no le dé quebraderos de cabeza?
No. Esto es casi un mantra que repetimos aquí con el personal más cercano. Es verdad que es muy complicado. Los días se clasifican entre malos y peores (se ríe), días buenos todavía no he tenido ninguno. Eso sí, hay mucha ilusión y mucho trabajo por delante, pero a veces también desesperación y ves que hay tantos frentes que hay que organizarse muy bien para poderlos acometer. Como dice el alcalde, «los problemas de uno en uno y de mayor a menor». Pero cien días no es nada, incluido el verano, que, además, se complicó con los dramáticos acontecimientos de las dos explosiones de gas. Nosotros estamos para dar soluciones, que no lo dude nadie.