El plan del Gobierno aprobado ayer para reformar las prestaciones por desempleo va a llegar de nuevo al Congreso con un respaldo muy escaso, aunque resulte suficiente para salir adelante. El Ejecutivo ha logrado que esta vez su propuesta sí cuente con el apoyo de los diputados de Podemos que a principios de año tumbaron el primer documento, pero no por ello dejará de ser una reforma coja porque no cuenta con el visto bueno de la patronal. Una vez más queda patente el distanciamiento entre el departamento de Trabajo que dirige Yolanda Díaz y los empresarios, una circunstancia que ha dejado de ser coyuntural para confirmarse como una falta de sintonía que no es buena para los intereses generales. Es entendible que el diálogo entre ambas partes pueda estar jalonado de desencuentros y que en ocasiones los acuerdos estén precedidos por tensas negociaciones, pero ya es la segunda reforma importante del Gobierno que solo cuenta con la firma de los sindicatos sin la de la CEOE. La anterior fue la relativa al Salario Mínimo Interprofesional (SMI).
Lo preocupante de esta situación no deviene tanto por el fondo del asunto sino por el riesgo de reiteración de unas formas que no son las que deberían prevalecer en las relaciones entre las partes. Tras un comienzo esperanzador del diálogo entre el Gobierno, los sindicatos y la patronal, que dio pie a importantes logros en los primeros años de mandato de Pedro Sánchez, se ha dado paso a un escenario donde la patronal queda cada vez más lejos de los acuerdos. En un obligado ejercicio de búsqueda de las causas de esta falta de sintonía cada vez más común se detecta una forma de proceder del Gobierno que no se ajusta al talante que mostró al principio. De hecho, si para la reforma del SMI el Ejecutivo hizo oídos sordos a lo que planteaba la patronal, para este cambio normativo sobre las prestaciones por desempleo ni siquiera se ha negociado con la CEOE; simplemente, se le ha dado traslado de las intenciones, pero no se han producido una negociación, según denunciaron ayer los empresarios.
El diálogo social bien ejercido ha dado resultados muy positivos a la sociedad en su conjunto, con reglas que han permitido hacer compatible la creación de empleo de calidad y los beneficios empresariales, condiciones ambas sin las que sería imposible progresar. Ese es el camino por el que se debe seguir transitando, recayendo sobre el Gobierno la obligación de liderar ese objetivo dejando de lado la confrontación y el cortoplacismo. De lo primero, no faltan ejemplos en los últimos meses; y de lo segundo, aprobar esta reforma ayer, en plena campaña electoral en Cataluña y a un mes de las europeas del 9 de junio, da también muestra de que el interés partidista ha prevalecido al de buscar un acuerdo con la patronal.