Diez años sin Jobs

EFE
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Apple sigue brillando con luz propia una década después de que la muerte de su cofundador dejara perplejo al mundo empresarial

Diez años sin Jobs

La muerte del cofundador de Apple Steve Jobs con tan solo 56 años conmocionó al mundo hace ahora una década. Y, pese a que la firma no ha vuelto a sorprender al mercado con dispositivos revolucionarios de la talla del iPhone o el iPad en todo este tiempo, sí ha sido capaz de consolidarse como la más valiosa del mundo.

Con Tim Cook al frente, que tomó el relevo de Jobs pocos meses antes de su fallecimiento, la empresa de Cupertino (California) ha seguido ganando valor en Bolsa hasta convertirse en 2018 en la primera compañía estadounidense en alcanzar el billón de dólares.

Con el estallido de la pandemia el año pasado, esta cifra se duplicó y se superaron los dos billones, un hito que la compañía ha mantenido hasta la actualidad.

La estrategia de Cook ha sido clara y bien definida desde el principio: consciente de haber perdido la creatividad y visión que Jobs aportaba a la empresa, el nuevo consejero delegado se centró en reforzar y perfeccionar los productos que su antecesor le dejó en herencia, el iPhone y el iPad, además de los ordenadores Mac. Así, los teléfonos siguen representando a día de hoy la mayor fuente de ingresos de la compañía (un 54 por ciento según los resultados más recientes) y cada cierto tiempo se presentan versiones mejoradas de iPads, MacBooks e iMacs.

Entre los pocos nuevos productos de hardware lanzados desde el fallecimiento de Jobs que han logrado una penetración significativa en el mercado -aunque sin representar el cambio de paradigma que supusieron el iPhone y el iPad- están los relojes inteligentes Apple Watch y los auriculares inalámbricos AirPods.

Además de ser la principal fuerza creativa en Apple, Jobs era un visionario que profetizó los mayores cambios tecnológicos de principios del siglo XXI. Su muerte, a consecuencia de un paro respiratorio derivado de las metástasis de un cáncer de páncreas que le había sido diagnosticado ocho años antes, dejó pasmado a todo el mundo, especialmente a los cientos de miles de fanáticos y seguidores que ya acumulaba y que todavía crecieron más con su leyenda.

Jobs falleció justo un día después de que Cook -quien fue nombrado en agosto de ese mismo año y sigue en el cargo hasta ahora-, presentase el último modelo de teléfono de la compañía, el iPhone 4S, en el que fue el primer evento de presentación de un iPhone sin el cofundador de la empresa.

 

Un profeta

Como todo inventor destacado, Jobs fue un adelantado a su tiempo que ya esbozaba en su mente y en declaraciones públicas nuevos productos que varias décadas después se convertirían en realidad.

Así, en un discurso en la Conferencia Internacional de Diseño de 1983, cuando incluso los ordenadores personales apenas habían penetrado en la mayoría de hogares, ya explicó que su idea era trabajar para «poner en un libro un ordenador increíblemente potente que se pueda llevar allí a donde uno vaya y que se aprenda a usar en tan solo 20 minutos».

Veinticuatro años más tarde, la empresa que él dirigía mostró por primera vez en público un teléfono iPhone; y tres años después, la primera tableta iPad. Con sus funciones innovadoras y su diseño impecable e inconfundible, tanto el iPhone como el iPad fueron los dispositivos que abrieron el camino a nuevos mercados, el de los teléfonos inteligentes y el de las tabletas.

Resulta difícil pronosticar si estas dos revoluciones hubiesen ocurrido igual sin la iniciativa de la compañía de Jobs -los teléfonos inteligentes, por ejemplo, ya eran una realidad incipiente antes del iPhone-, pero lo que está claro es que los aparatos de Apple supusieron un antes y un después tanto en funcionalidades como en diseño.