La historia de éxito (y de duro trabajo) de Pablo Berger

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El director de 'Torremolinos 73' y 'Blancanieves' participa en una clase abierta del festival con estudiantes y amantes del cine, donde define sus películas como un "viaje en el tiempo" y amante de todos los géneros con tal de "ir a contracorriente"

Es uno de los directores españoles más talentosos, pese a su corta filmografía. La presencia de Pablo Berger, realizador de películas como 'Torremolinos 73' y 'Blancanieves' en la clase abierta del Festival de Cine de Valladolid, su particular “'strip-tease' profesional” no defraudó pese a contar con escaso público en la Facultad de Derecho. Berger desgranó, poco a poco, sus secretos ante los estudiantes y amantes del Séptimo Arte. Confesó, por ejemplo, ser una persona “superdisciplinada” y muy meticulosa (casi enfermiza), sobre todo en la fase de creación y redacción de los guiones; ser muy cinéfilo y disfrutar mucho más viendo una buena película que rodarla y calificar sus filmes como un “viaje en el tiempo” y de ahí su obsesión por el fondo porque para él “el cine está en los pequeños detalles y no tanto en los primeros planos”.

También se mostró un amante de todos los géneros porque su gusto cinematográfico es “ecléctico”. De ahí que avanzara que no descarte volver a lo 'gore' o lo 'punk' como en sus inicios con el cortometraje 'Mamá'. No en vano, aseguró que “no me gusta hacer lo que se espera de mí porque desde pequeño he ido a contracorriente”.

Pese a haber tocado diferentes géneros en su filmografía aunque siempre con el denominador común de jugar con la “baja y la alta cultura”, buscar el “humor en la tragedia” como Berlanga. “El 'gore' en 'Mamá' fue un elemento para contar una historia pero al igual que el porno en 'Torremolinos 73' o las tradiciones y las costumbres en 'Blancanieves'”, manifestó Pablo Berger. Además, hay un continuo “viaje en el tiempo”. En el corto fue la ciencia ficción; en 'Torremolinos', la España de los 70 y en 'Blancanieves', la España de los años 20.

Habló del éxito que ha cosechado con sus películas como las cuatro nominaciones a los Goya por 'Torremolinos 73' o los diez premios Goya por 'Blancanieves' pero también mencionó las dificultades que padeció hasta colocar sus guiones. “Espero que en los próximos, los productores acepten mejor y más rápido mis trabajos y que no sorprendan tanto”, precisó. De ahí, la paciencia y el “tesón de creer en ti”. Hay que recordar que 'Blancanieves' fue todo un bombazo al ser una película muda y en blanco y negro, con “alto riesgo”, con la que luego se abrió las puertas de medio mundo.

Fue entonces cuando contó su “historia” cuando después de acabar su carrera de Ingeniería en Informática en su Bilbao natal y trabajar tres años en una consultora norteamericana decidió encaminar sus pasos, en serio, hacia el mundo del cine. “La climatología del País Vasco influyó en mi gusto por ir al cine porque cada sábado veía dos películas y por la conflictividad del moemnto que motivó que el cine fuera una vía de escape para la gente”, afirmó. Pero también con los festivales de cine de San Sebastián y Bilbao, donde devoraba todo tipo de filmes.

Todo fue más fácil cuando Berger logró una beca de la Diputación de Vizcaya para estudiar un máster de Dirección Cinematrográfica en la Universidad de Nueva York gracias al éxito cosechado con su primer cortometraje 'Mamá'. Un trabajo que vio la luz en 1988 después de tres años. Así es Berger, todo con mucha calma y, tal vez, ahí radique la fórmula que tan bien ha funcionado: “Mis proyectos han sido pocos y lentos pero con éxito”.

En cuanto a su experiencia en Nueva York, donde vivió 9 años, guarda buenos recuerdos porque allí se forjó en el “oficio” de cineasta. “Entendí cómo se hacían las películas, ya fueran buenas o malas”, explicó. Pero también para darse cuenta que Estados Unidos era el país ideal para ponerle en su sitio y concienciarse de que “si trabajas duro se consiguen los objetivos”. Una vez graduado en el máster compaginó su amor por el cine con el mundo académico en la Academia de Cine de Nueva York. “He chupado de mis alumnos”, afirmó hoy en Valladolid.

Encontronazos con los productores

Este guionista-director, así se define, regresó a España crecido pero pronto se encontró con productores que no valoraban, en un primer momento, su trabajo. Así ocurrió con el guión de 'Torremolinos 73', para el que tuvo que esperar cinco años hasta su estreno. Pensaba que todo el arduo trabajo de documentación no era valorado. Y es que el aspecto visual es fundamental para este realizador: “Obviamente tiene que haber una historia pero toda película debe ser atractiva visualmente”.

Preguntado por todo el proceso de 'Blancanieves', contó su particular historia para vender el guión de la película. Los pocos productores que leyeron el texto les pareció una idea maravillosa pero no entendieron que fuera un film mudo y en blanco y en negro. Mencionó las complicaciones para encontrar financiación, toda fuera de España, que duró cerca de seis años.

Otra sorpresa, al principio muy desagradable, fue enterarse por la llamada de un amigo suyo productor desde el Festival de Cannes que se había proyectado 'The Artist', la película muda en blanco y negro, con un éxito de crítica. “Desconocía que en Francia se rodaba este film aunque creo que sí sabían lo nuestro de 'Blancanieves'”, apuntó. Berger confesó que esa noche no durmió pero luego consideró esa película como un “rompehielos”. “Son cintas que comparten forma pero muy diferentes en el planteamiento estético y en las historias”, consideró.

Pese a lo que pueda pensarse por la complejidad, el rodaje de 'Blancanieves' fue muy rápido. Se planteó para 11 semanas pero se fijó en 8, aunque luego el productor obligó al director a rebajarlo en 7 semanas por problemas de presupuesto. Al final, todo el mundo conoce el resultado. “Al rodar, los directores son solo intuición donde no hay tiempo para la reflexión en medio del huracán aunque, cada día, hablaba con el montador (Fernando Franco) que me decía que el material era excepcional”, expuso Pablo Berger.