Rafael Monje

DE SIETE EN SIETE

Rafael Monje

Periodista


¿Se avecina un otoño caliente a la francesa?

03/05/2023

El mes de mayo no sólo comienza con altas temperaturas para la época del año en la que estamos, ya que la celebración del Primero de Mayo ha servido también para constatar lo caliente que está el clima entre los sindicatos y la patronal. Y así es si nos atenemos a las reivindicaciones de los líderes sindicales y al constatable hecho de que el 2023 pueda ser un año que se recuerde por la convocatoria de huelgas al máximo nivel y no sólo por la doble cita electoral. La chispa está encendida a sabiendas también de la singularidad de este año, marcado por la llamada a las urnas de finales de mayo y de diciembre. O sea, la tormenta perfecta servida en bandeja.
Una subida de salarios acorde con los beneficios de las grandes corporaciones empresariales ha sido la gota que ha colmado el vaso del descontento, ya de por sí rebosante con el disparado aumento de los precios del coste de la vida. La pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores es una cruda realidad que exige corresponsabilidad por todas las partes implicadas si queremos evitar un otoño caliente a la francesa.
En Castilla y León se suma a la 'fiesta' el retroceso que sufre el Diálogo Social, una herramienta de paz social que se tambalea ahora por la propia indefinición del PP regional y las propuestas regresivas de Vox. Faustino Temprano (UGT Castilla y León) y Vicente Andrés (CCOO) lo han dejado claro este primer día de mayo y no sólo porque tocara hacerlo en una fecha tan significativa para el movimiento sindical, sino por las palmarias diferencias que presiden las relaciones con el gobierno de coalición de la Comunidad.
Fuera de toda duda está, para quien suscribe, el necesario e histórico papel de los sindicatos en materia de justicia social y garantía laboral. Como también lo está el imprescindible control que hay que ejercer sobre los dineros públicos que reciben las organizaciones sindicales. No todo es blanco o negro. Lo que sí sobran son esas actitudes beligerantes y el continuo discurso frentista que en nada tiene como objetivo último mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. Dejar a un lado el sempiterno ego que rezuman sería un buen principio. Hay mucho en juego.