«Línea 8. Parquesol». Estas tres palabras se han convertido en una pesadilla para Juan Carlos Escribano en los últimos meses. Concretamente, desde abril, cuando Auvasa introdujo un nuevo autobús en esta ruta equipado con altavoces exteriores que informan del número y del recorrido del vehículo. Se trata de una medida pensada para facilitar la accesibilidad a las personas invidentes, pero que está generando molestias en las viviendas cercanas a estas paradas, especialmente en verano, cuando las ventanas suelen estar abiertas.
Es el caso de Escribano, un vecino de Villa del Prado que ha emprendido una cruzada para poner solución a un quebradero de cabeza que, asegura, le ha llegado a ocasionar problemas de salud. Y no porque le moleste la medida en sí, sino porque considera que el volumen del mensaje es demasiado elevado, y él lo tiene que soportar cada diez minutos en una vivienda que está a escasos metros de la parada, en un primer piso. Son unos 90 mensajes al día. Algunos de ellos, según denuncia, fuera del horario permitido, porque los primeros empiezan a sonar a partir de las 7.30 horas y se prolongan hasta las 23.00 horas, con el agravante del servicio Búho los fines de semana, que se dura hasta las 3.00 de la madrugada. «Es un mensaje innecesario, ya que ahí solo para esa línea, y la gente que espera el bus ya sabe cuál es», se queja.
Escribano ha llamado en dos ocasiones al servicio 010, donde le dijeron que trasladarían su queja a Auvasa, pero nunca más ha sabido de ella. También envió un escrito a la propia empresa, pero no ha recibido respuesta. Incluso acudió a la Policía Municipal a denunciar el «incumplimiento» de la normativa del ruido, aunque finalmente le convencieron para mediar entre él y Auvasa y solucionarlo sin presentar denuncia. Como el problema continuó, decidió denunciarlo en el Juzgado, aunque el juez decidió sobreseer y archivar el caso «al no resultar debidamente justificada la perpetración del delito».
Altavoz exterior que incorporan los últimos vehículos de la flota. - Foto: J. TajesAunque ahora dice llevarlo mejor, por pura resignación, Escribano sostiene que ha estado «muy jodido» por este tema, «con una pequeña depresión durante un tiempo». Hasta tal punto llegó su «obsesión», que se planteó vender la vivienda, aunque no lo hizo porque su familia no quería.
El gerente de Auvasa, José Alfonso Gálvez, reconoce que el de Escribano no es un caso aislado, porque Auvasa también ha recibido quejas en los barrios de Las Flores y Girón. Y por eso ya se está buscando una solución intermedia para los vecinos y las personas con discapacidad visual. «Estamos trabajando con la empresa que nos da soporte tecnológico para programar estos mensajes y que el volumen no se pueda modificar manualmente», explica. Cuando esto sea posible, la intención de Auvasa es bajar el sonido «tanto en la primera hora del día y última hora de la noche, especialmente en periodo estival, para que no sea molesto en las paradas donde haya viviendas cerca». Gálvez asegura que la compañía está tratando «con mucha atención y con la mayor delicadeza posible» las quejas que empezaron a llegar en mayo y cree que será posible solucionarlas. «Es lo mismo que pasa hoy día en toda la ciudad con los semáforos que tienen avisos para las personas invidentes, que por la noche no suenan y algunos de ellos tienen la posibilidad de regular el volumen en función del nivel de presión sonora que hay en el entorno», añade. No obstante, el gerente de Auvasa señala que estas soluciones requieren ciertos desarrollos tecnológicos, y eso lleva un tiempo.
Estos mensajes son una novedad de los últimos vehículos que se han incorporado a la flota de Auvasa. Concretamente, los de las marcas Solaris e Irizar.